El mayo del 68 no llegó a Lugo

Los estudiantes de Magisterio vivieron ajenos al ambiente de protestas de toda Europa. Las reclamaciones de los futuros maestros iban dirigidas al uso del gallego en las aulas

Exalumnos de la promoción del 68 de Magisterio en Lugo. IRIS ÁLVAREZ
photo_camera Exalumnos de la promoción del 68 de Magisterio en Lugo. IRIS ÁLVAREZ

Universitarios en pie y media Europa revuelta. Los efectos del Mayo del 68 marcaron la vida política de ambos lados del telón de acero y definió a toda una generación. Sin embargo, los estudiantes de Lugo vivieron ajenos a todo este ambiente de insurrección estudiantil que significó un hito cultural. En ese año, en Lugo solo había estudios superiores de Magisterio y Peritos. La promoción de Magisterio del 68 celebra esta semana sus 50 años con el recuerdo de aquella época.

París quedaba bien lejos de la realidad de los estudiantes de Magisterio de Lugo, muchos de ellos de zonas rurales de la provincia. "Había otras preocupaciones", explica el maestro jubilado Manuel Casás. Uno de los temas más discutidos por los estudiantes aquel año fue que no se había convocado una oposición.

Fueron una de las últimas promociones en estudiar segregados hombres y mujeres. "Coincidíamos fuera de la escuela", recuerda la maestra Charo López, que menciona algunas de las muchas actividades en las que participaban ambos grupos. Dentro de la Escuela Normal de Magisterio -todavía no era una facultad- los estudiantes coincidían en las excursiones, por ejemplo. La vida en común surgía luego en la ciudad a través de actividades como la danza y el teatro. "Empezamos a coincidir cos rapaces en primeiro nos equipos de balonmán", menciona Choni Somoza como otro punto de encuentro. Este equipo resultó muy importante al ser el primero de la provincia y estaba formado principalmente por mujeres.

"Lugo tenía una vida cultural bastante pobre", reconoce Marisol Fernández, que realizó gran parte de la diplomatura de forma libre al tener que trabajar en su aldea de A Pontenova. Muchas de las actividades de ocio estaban relacionadas con la Organización Juvenil Española (Oje), una señal más de la fortaleza de la dictadura en aquella época. No había rastro de movimiento estudiantil.

Esa misma vigencia del franquismo en una provincia rural significaba un tapón a las noticias que llegaban de París. "La información que transmitían era la de Radio Nacional de España", recuerda Casás, que insiste en que al régimen no le interesaba hablar de las protestas. Otros exalumnos, como Marisol Fernández, admiten que no descubrieron los hechos de París hasta años más tarde.

Los estudiantes tampoco vivían completamente ajenos a la realidad. La exprofesora Rosa María Otero reconoce que algunos sabían que había movilizaciones porque tenían familiares en Santiago, A Coruña y Madrid. Sin embargo, la naturaleza de las mismas y la relevancia a nivel europeo se les escapaba.

Los aspirantes a maestros tenían sus propias reivindicaciones. Muchos de los que salían de la diplomatura tenían la convicción de que la enseñanza en gallego era muy importante. Otros tenían que enfrentarse a las autoridades locales para mejorar las instalaciones de sus escuelas.

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