Los detectives de las carreteras lucenses

El GIAT de la Guardia Civil trabaja para esclarecer los accidentes complejos y los fraudes relacionados con la seguridad vial. Con unos trazos de espejo como única prueba, el equipo logró identificar a un conductor que huyó tras arrollar a un motorista
Oficina del GIAT en Lugo. PEPE TEJERO
photo_camera Oficina del GIAT en Lugo. PEPE TEJERO

Son más detectives que agentes, ya que su trabajo consiste en investigar a fondo delitos relacionados con la seguridad vial. El GIAT (Grupo de Informes y Apoyo al Tráfico) se fundó en 1995 en el seno de la Guardia Civil y desde entonces no ha parado de esclarecer casos complejos.

El abanico de casos que caen en sus manos es muy amplio, pero el grueso de sus actuaciones lo forman los accidentes complicados y las estafas a las compañías aseguradoras

En sus veinte años de andadura, los agentes del GIAT de la comandancia de Lugo resolvieron desde atropellos con fuga hasta falsificación de documentos de vehículos o suplantaciones de identidad en exámenes de conducir o a la hora de realizar trámites en la jefatura de Tráfico. El abanico de casos que caen en sus manos es muy amplio, pero el grueso de sus actuaciones lo forman los accidentes complicados y las estafas a las compañías aseguradoras.

El teniente jefe del destacamento de Tráfico de Lugo, Manuel Meléndez Navarro, explica que el GIAT se encarga de perseguir el fraude en el complejo mundo de los seguros y de clarificar aquellos siniestros «con una mayor complejidad técnica», lo que exige una implicación absoluta por parte de sus integrantes. «Los agentes de Tráfico», comenta, «tienen sus horarios y sus turnos, pero a los miembros de esta unidad se les exige una disponibilidad mayor, ya que realizan seguimientos y se tienen que desplazar cuando la investigación lo requiere». Y es que en cualquier momento puede aparecer una pista que les ayude dar carpetazo a un caso.

Todos estos esfuerzos acaban dando sus frutos. De echo, en el último año -desde enero de 2014 hasta finales del pasado enero- el GIAT de Lugo pilló a medio centenar de personas, en concreto 53, implicadas supuestamente en algún hecho delictivo en materia de seguridad vial.

La mayoría de estos detenidos o imputados -20 el pasado año y 18 hace poco más de un mes- están acusados de falsificación documental o estafa. La última operación de estas características, denominada Efeu, se saldó con la desarticulación de una banda que supuestamente estafó 150.000 euros a compañías aseguradoras simulando accidentes.

El GIAT investigó durante más de un año y descubrió que los miembros de la organización -con edades comprendidas entre los 22 y los 70 años- se ponían de acuerdo para exagerar lesiones derivadas de accidentes de tráfico y en ocasiones llegaban incluso a simularlos. Además, adquirían a bajo precio turismos de alta gama y camiones para supuestamente prenderles fuego y dar parte del incendio a la compañía para que les abonara el vehículo. Está claro que la avaricia rompe el saco y estas personas llegaron a comunicar tres incendios en el mismo día, una circunstancia que no pasó desapercibida para los agentes.

Otro caso relevante se cerró tres meses antes, en octubre, cuando la Benemérita imputó a ocho sarrianos que supuestamente causaban daños en vehículos y falsificaban la documentación. Los implica dos en la operación Kunden tenían edades comprendidas entre los 24 y los 62 años de edad y entre ellos se encontraba el empresario sarriano Javier Álvarez López, más conocido como O Alemán.

La forma de actuar de estas personas era de libro, ya que las solicitudes que presentaban en las compañías simulaban siniestros que no habían tenido lugar, para posteriormente cobrar las prestaciones contratadas. Además, los imputados cambiaban con frecuencia las aseguradoras de los vehículos que usaban para cometer el fraude.

La Guardia Civil concluyó que esta red podría ser responsable de al menos cuatro reclamaciones fraudulentas de accidentes, en las que obtendrían unos 30.000 euros en concepto de indemnizaciones a los heridos, reparaciones de los vehículos y otros gastos.

Esta investigación se inició a raíz de la denuncia que presentó una de las compañías perjudicadas. De hecho, el sector está en alerta y cada vez toma medidas más eficaces para evitar que los estafadores se salgan con la suya. «Las aseguradoras», explica el teniente jefe de Tráfico, «se juegan mucho dinero, por lo que en cuanto ven algo que les hace desconfiar, lo denuncian enseguida. A veces incluso abren una investigación interna y luego nos comunican los resultados para que nosotros lo investiguemos».

En cuanto a la evolución de este tipo de estafas, el GIAT de Lugo no ha percibido un incremento significativo en los últimos años. De hecho, nada más crearse la unidad, a mediados de los noventa, los agentes del grupo llevaron a cabo una operación que se saldó con 190 imputados.

Manuel Meléndez afirma que este tipo de fraude no es algo nuevo. «Es una forma de actuar intrínseca a nuestro carácter, algo que nunca pasaría en otros países. Aquí no pensamos en que cuando una persona defrauda a una aseguradora, los perjudicados somos todos, ya que cuantas más indemnizaciones tenga que pagar una compañía, más va a subir las primas».

Entre los lucenses pillados en el último año por el GIAT también figuran dos personas acusadas de usurpación de estado civil. Uno de ellos se presentó en las dependencias de la jefatura provincial de Tráfico con la finalidad de realizar los trámites correspondientes a la transferencia de un vehículo. El hombre se identificó con un permiso de conducir portugués y un número de identificación de régimen comunitario, pero presuntamente había sustituido las fotografías reales en los documentos.

ACCIDENTES. Los agentes del GIAT son también especialistas en cazar a los conductores que sobrepasan con creces el límite de velocidad y en resolver los accidentes y atropellos más complejos, especialmente aquellos en los que el autor se da a la fuga. En el último año, las investigaciones llevadas a cabo por esta unidad -dentro de la demarcación de la Guardia Civil, ya que la Policía Nacional también investiga este tipo de siniestros en el ámbito de su competencia- facilitaron la imputación de trece personas por delitos contra la seguridad vial.

Cuando estos siniestros acaban de forma trágica, el equipo trabaja sin descanso. «Cuando hay fallecidos», explica el teniente jefe, «hay que trabajar con mucha premura, ya que no se puede perder ningún detalle. En esos casos, los teléfonos no paran de sonar y todos quieren respuestas».

Los integrantes de la unidad recuerdan un atropello con fuga ocurrido en Monforte, en el que falleció una usuaria de Prodeme, la asociación que presta apoyo a personas con discapacidad psíquica. En aquella ocasión, los agentes localizaron el turismo implicado tan solo cinco días más tarde, oculto bajo con unas lonas y sin placas de matrícula.

Otras veces, las investigaciones se prolongan bastante más, «pero los casos nunca se cierran». En una ocasión, los agentes localizaron casi dos años después a un conductor que chocó con un ciclomotor en la N-VI y huyó del lugar, dejando herido grave al piloto. La clave para resolver este caso fueron unos pequeños fragmentos de un espejo retrovisor recogidos en el lugar del accidente. Los agentes lograron reconstruirlo parcialmente y concretar el modelo. Luego recorrieron los talleres mecánicos de la provincia, almacenes de repuestos y desguaces a los que el conductor fugado hubiera podido acudir para arreglar su coche. Era como buscar una aguja en un pajar, pero lo lograron.

«Nuestro trabajo es recabar todas las pruebas e informes y ponerlas a disposición de la autoridad judicial, tanto para incriminar como para exculpar al sospechoso. El que condena es el juez», concluye Meléndez.

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