El campus lidera el grupo que logra la secuenciación genética del rodaballo

Acuigen, junto con CSIC y CNAG, efectuó la identificación del primer vertebrado en España
Paulino Martínez (sentado en el centro), con los miembros del grupo Acuigen
photo_camera Paulino Martínez (sentado en el centro), con los miembros del grupo Acuigen

El rodaballo es el primer vertebrado cuya secuenciación genética se completa en España y tras este paso de gran relevancia científica se encuentra un grupo de investigación del campus de Lugo, Acuigen, que coordina el catedrático de Genética Paulino Martínez. Este equipo, junto con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Centro Nacional de Análisis Genómico de Barcelona (CNAG), ha sacado a la luz los 22.700 genes que componen el genoma de este pez tan apreciado en la gastronomía. El trabajo ha permitido conocer cómo ha evolucionado para poder vivir en el fondo del mar y tiene aplicaciones prácticas de gran utilidad en la selección genética de individuos para acuicultura.

El rodaballo, de cuerpo aplanado y forma romboide, sufre una metamorfosis durante su desarrollo y pasa a presentar la distribución corporal de los peces planos, como la situación de los ojos al lado izquierdo. Vive en los fondos marinos, en condiciones de poca luz y temperaturas más frías.

El desarrollo completo del genoma ha supuesto tres años de trabajo para los grupos implicados, pero gracias a él se ha sabido, por ejemplo, que esta especie ha evolucionado para desarrollar un sistema visual más refinado que le permita adaptarse a la escasez de luz en el fondo del mar. Así, los genes implicados en la visión, principalmente aquellos que codifican para pigmentos y los relacionados con la formación del cristalino, están duplicados.

También tiene varios genes relacionados con los ácidos grasos de las membranas celulares duplicados, lo que le facilita la vida en zonas de bajas temperaturas. «Las membranas del rodaballo tienen un nivel de ácidos grasos poliinsaturados muy elevado y esto es muy interesante también desde el punto de vista de la nutrición humana», explica Paulino Martínez, quien añade que el rodaballo posee, además, un sistema olfatorio muy desarrollado.

Los resultados de la investigación acaban de publicarse en la revista DNA Research.

ANTECEDENTES. El grupo Acuigen, cuya sede está en la facultad lucense de Veterinaria, lleva años investigando sobre genética aplicada a la acuicultura. En 2011 recibió el premio Jacumar de la Junta Asesora de Cultivos Marinos, que convoca el Ministerio de Medio Ambiente, por la investigación que llevó a desarrollar un método que permite determinar el sexo de los rodaballos y favorecer la producción exclusiva de ejemplares femeninos, de mayor interés para el sector acuícola porque crecen con mayor rapidez.

En 2007 ya había elaborado un mapa genético del rodaballo y había identificado los genes responsables de la resistencia a patologías, la identificación sexual y el crecimiento, tres características clave en la explotación acuícola de esta especie. Esta información previa ha encajado ahora en un puzzle mayor que es el genoma completo. Además, les ha permitido realizar «un zoom en esas zonas que nos proporciona herramientas muy potentes a nivel industrial», indica el coordinador del grupo.

«Desvelamos la arquitectura de los genes de crecimiento, dónde están y hasta qué punto son responsables de que un individuo crezca más o menos», añade.

Por esta razón, el genoma completo «va a dar un impuso nuevo en la selección genética que permita lograr peces más resistentes a patógenos, que crezcan más y que todas las poblaciones sean hembras, que son más productivas», aclara.

De hecho, ya ha permitido algunos avances, por ejemplo, en el caso de la enteromixosis, una enfermedad de efectos devastadores a nivel productivo que está provocada por un parásito y para la que actualmente no existe vacuna ni tratamiento. Esta patología tiene repercusiones muy graves en las explotaciones acuícolas porque basta que un individuo la desarrolle para que sea necesario vaciar todo el tanque. El conocimiento actual del genoma será de gran utilidad para conocer los genes que se activan con este parásito y por qué unos individuos son más resistentes que otros a la enfermedad.