Enrique Arbones: "Galicia tiene muchas posibilidades de expandir su producción"

Tras dos años en la nueva sede, el Aula de Produtos Lácteos duplica plantilla

Su director, Enrique Arbones, asegura que la salida de la crisis y el repunte de la I+D+i les ha ayudado a crecer ►El Aula aún necesita de la Universidade de Santiago para cubrir gastos, pero espera ser autosuficiente este año
Un trabajador del Aula elaborando quesos
photo_camera Un trabajador del Aula elaborando quesos

El Aula de Produtos Lácteos (APL) de la Universidade de Santiago parece haber retomado el rumbo dos años después del traslado a su nueva sede, en el barrio de Sanfiz. Cuando llegó, en 2015, venía de una reestructuración dolorosa que había dejado la plantilla en ocho trabajadores, tras prescindir de otros siete y abandonar la rama de teleformación, que años antes había jugado un papel destacado en su catálogo de actividades. A día de hoy, hay 18 personas trabajando y las perspectivas son optimistas, según indica su director, Enrique Arbones, que tomó el relevo de Juan Méndez Dónega, quien llevaba más de dos décadas al frente de este centro, a principios de 2015.

"La llegada fue un poco traumática", reconoce Arbones. "Éramos muy pocos, las obras se habían retrasado y las instalaciones eran muy modernas y muy grandes, pero también había que hacer mucho trabajo de puesta en marcha, lo que nos tuvo parados", recuerda. Por esa razón, el desarrollo de productos y procesos, la principal actividad del Aula, que también imparte formación, se ralentizó durante el primer año y pico. Debido a ello, en los ejercicios pasados la Universidade de Santiago tuvo que "echar un cabo" para cubrir gastos, ya que el APL, que llegó a ser autosuficiente en épocas pasadas, no pudo hacer frente a todos sus gastos. No era una situación nueva, sino que la USC ya había admitido que el Aula había tenido un déficit del entorno de 300.000 euros anuales en los ejercicios de 2012,2013 y 2014.

Arbones confía en que este ejercicio puedan equilibrar la cuenta –cifra en 700.000 euros los gastos de mantenimiento y explotación– y que el próximo, 2017, tengan incluso superávit. "Nuestro objetivo es alcanzar al menos el millón de euros de facturación para que pueda ser un centro acorde con las instalaciones y el personal que tiene".

Según el director, en la buena marcha del APL se conjugaron varios factores. Entre ellos, el apoyo decidido de la USC y las enormes posibilidades de la nueva planta, en la que se invirtieron diez millones de euros, la mayor parte de fondos europeos. Esta dotación tecnológica fue clave en un momento en el que la crisis comenzaba remitir, aunque el sector lácteo atraviesa un momento delicado con la desaparición de las cuotas lácteas y la producción libre. Esta situación, sin embargo, extremó la competencia por el mercado extranjero y eso tiró de la innovación y el desarrollo de productos, el área en el que está especializada la APL. "La competencia de las empresas empezó a ser también competencia de I+D" con el fin de salirse de la comercialización básica de queso y leche y conquistar otros mercados, matiza Arbones.

Un mayor número de encargos obligó, apunta Arbones, a ampliar la plantilla, compuesta hasta ese momento por titulados superiores. Se contrató en gran medida, aunque no exclusivamente, a técnicos de base. "Al principio, el personal sénior tuvo que dedicarse a formar al personal nuevo", de ahí que, explica, se ralentizaran los contratos.

Sin embargo, Arbones asegura que le produce satisfacción "el haber podido crear un equipo formado y que se forma a sí mismo. El mejor activo que tenemos es el equipo humano, que es el activo de futuro", apunta.

NUEVO CATÁLOGO. Contar con una plantilla especializada y formada permitió incrementar el rango de productos con los que se trabaja en un momento en el que, además, se ha incrementado la demanda de innovación. De hecho, aunque los productos lácteos –quesos, yogures o subproductos como el suero– siguen suponiendo el grueso de su trabajo, también trabajan en desarrollo de productos no lácteos, como bebidas a partir de productos vegetales, como la avena, la soja o el arroz; smoothies, que llevan vegetales triturados y pueden llevar leche o no, y alimentos para grupos específicos, como personas mayores, niños o población hospitalizada.

El objetivo es desarrollar productos de alto valor añadido. Un ejemplo claro de aprovechamiento es el suero, que antes se tiraba y ahora la tecnología permite extraer la proteína, la lactosa o los minerales que contiene y utilizarlos en la industria alimentaria.

Los servicios son requeridos por grandes marcas, pero según Arbones, también se hacen "muchos trabajos con empresas gallegas que son modestos, pero interesantes", quizás un indicio de que empieza a calar el mensaje de que la innovación y la diversificación ayuda a competir. "Hay que seguir con la leche líquida, pero la gente está viendo que también hay otras cosas", señala.

Comentarios