Un gran funcionario. El maldito coronavirus se ha llevado a un gran funcionario público: Dositeo Rodríguez, lucense nacido en San Clodio, valle de Quiroga. Hijo de ferroviario originario de As Nogais, estudió el Bachillerato en Lugo y tras ayudar en los años 40 a montar el restaurante La Barra, que dirigió su hermano Alberto, trabajó tras el mostrador al tiempo que hizo por libre la carrera de Derecho y obtuvo la plaza de interventor de Hacienda en Oviedo, cargo que ejerció con ejemplaridad, al igual que después en Lugo.
Dotado de gran capacidad de trabajo, ayudó a poner en marcha como gerente UCD en Lugo, pasando más tarde a nutrir las filas de AP en Santiago.
A aquella ciudad se había traslado como gerente de la Universidad de Santiago. En Lugo participó en la directiva del primero cinefórum y en la junta promotora del colegio universitario, cuando José de la Torre Moreira presidía la Diputación y creó la comisión encargada de adquirir terrenos para el futuro campus. Como diputado provincial me correspondió presidirla, trabajando codo con codo con Senén Prieto Fernández, ingeniero, y Luis Pérez Barja, arquitecto.
Dositeo Rodríguez fue conselleiro de Presidencia de la Xunta, y estuve a sus órdenes en Lugo y más tarde en la Dirección Xeral de Interior y en la Secretaría de la Presidencia en Santiago. Conocí bien a Dositeo y puedo asegurar que fue un gran funcionario público, al que quisieron manchar su brillante hoja de servicios en la Fundación Camilo José Cela, si bien el TSXG aclaró definitivamente el litigio a su favor. En el fondo, creo que Dositeo nunca deseó ser político, aunque algunos quisieron hacerlo un político al viejo estilo, presentándolo a alcalde de Santiago, cargo que hubiera ejercicio de forma excelente como gran gestor que era. Descanse en paz el amigo Dositeo, al que siempre hemos considerado un hombre ejemplar al que nos consta que sus jefes tuvieron la máxima consideración.
