La doble vida de Diana Antón

Esta médica ejerce como especialista de Familia en la sanidad pública sueca y como especialista de estética en la privada española

MEDICA ESTETICA QUE ALTERNA LA MEDICINA PÚBLICA SUECA CON LA PRIVADA GALLEGA. CLINICA DINAN LUGO.
photo_camera Diana Antón. SEBAS SENANDE

Diana Antón tiene dos vidas y las intercala mes a mes. Ahora mismo ejerce como especialista en Medicina Estética en varias clínicas privadas de Galicia, entre ellas la lucense Dinán. El mes que viene lo hará como médica de Familia del servicio público de salud de Suecia, en un pequeño pueblo en el que vive desde hace años.

La doctora Antón hizo la residencia de Medicina Familiar y Comunitaria en el área de Pontevedra y, al acabar, le tocó, como a tantos, encadenar contratos. El más largo, de unos meses, en Urgencias de Pediatría del hospital de Montecelo; el más corto de un día. Al comprobar que de enero a junio de 2013, un año después de especializarse, había trabajado 7 días, se angustió pensando en la cantidad de habilidades que estaría perdiendo de pura inacción.

Decidió probar suerte buscando trabajo en Suecia, enviando currículums a centros de salud de los alrededores de Estocolmo. "Sabía que era un país en el que se respetaba la Medicina de Familia, que se daba tiempo al médico para atender a los pacientes, que se podía establecer una relación de continuidad con el paciente", explica.

Cuando la citaron para la entrevista, comprobó estupefacta que ya tenían su contrato redactado. Tres mil euros mensuales al cambio para un puesto en un centro de salud al que, mientras aprendía sueco, iría de oyente con otro médico. "Empecé en enero de 2015 y no vi mi primer paciente hasta mayo. Antes de que entrara en consulta ya sabía que se trataba de una cistitis", explica.

Las diferencias en el ejercicio de la Medicina de Familia en Suecia y en España son muchísimas. Cita la autonomía, la responsabilidad, la cantidad de pruebas que hace el médico de cabecera y de equipos a los que tiene acceso que, en España, solo vio en sus rotaciones en el hospital y jamás usó. Es el médico de Familia el que hace una rectografía, o el que mira el fondo del ojo, el que pide un TAC y a veces también el que da malas noticias. "Somos nosotros los que a menudo tenemos que dar el diagnóstico de un cáncer a nuestros pacientes y derivarlo al hospital después para el tratamiento", apunta.

«Ver a un paciente en cinco minutos no es verlo de verdad, te pierdes muchas cosas»

Lo que más valora es el tiempo. Diez pacientes en una jornada a media hora cada uno, un lujo ajeno a la situación en España. «Ver a un paciente en cinco minutos no es verlo de verdad, te pierdes muchas cosas», explica. Cuando la doctora Antón contó en una entrevista en El Faro de Vigo su situación en Suecia recibió decenas de peticiones de información por parte de otros médicos sobre cómo hacer para imitarla.

"Las cosas han cambiado. Ahora dos agencias de empleo centralizan esas ofertas y te forman en sueco antes de que vayas para que logres el título de nivel C1 en sueco necesario para empezar a ejercer", dice.

La consideración de su especialidad le encanta y es un tipo de Medicina que no quiere dejar. Pero también añora a su familia, así que se especializó después en Medicina Estética. Trabaja a media jornada en Suecia, concentrada en un mes, y el mes que pasa en España aplica bótox, inflitraciones de ácido hilaurónico y otros tratamientos faciales o corporales a un grupo de pacientes constituido al 90% por mujeres.

Los suecos son, según su experiencia, personas que llegan a viejos con un alto grado de independencia

Explica que le encanta porque "no tiene sinsabores", no hay diagnósticos duros de dar ni casos complicados de analizar. "Me gustan las dos especialidades, no querría dejar ninguna", asegura.

Los suecos son, según su experiencia, personas que llegan a viejos con un alto grado de independencia. "Tengo pacientes de 94 años que llegan en bici a la consulta", explica. Se cuidan y hacen deporte. El trabajo es bueno y alquiler y facturas no son caros. Sí lo es el ocio y mucho, así que siente que viniendo a España a meses alternos tiene lo mejor de dos mundos.

Pese a un sistema de salud racional y bien organizado, la doctora Antón reconoce que la gestión de la pandemia la dejó estupefecta. Desde España, donde estuvo un año y medio a causa de su baja maternal, comprobó cómo las cifras de infectados y muertos crecían con rapidez en un país que no hizo ningún confinamiento domiciliario y que optó desde el principio por alcanzar la inmunidad de grupo. "Fui en octubre de 2020 y estaban mis compañeros del centro de salud y los pacientes sin mascarilla. No me lo podía creer", admite.

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