Cigarros y Caramelos

Un desembarco feliz para alcanzar a Buda

Desde que conocí a Uxio Outeiro lo recuerdo con ropa ancha y amable; a veces, con pantalones de tela roja o naranja de vuelo oriental. Un día supe que era budista, además de profesor de portugués en la Escola de Idiomas y bondadoso con los perros
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photo_camera Uxío Outeiro. XESÚS PONTE

Los devotos del budismo remarcan que no es una religión, sino una costumbre, un pensamiento o una mirada a las cosas. Le pregunto a Uxio Outeiro si cree en un ser superior a nosotros. Se queda en el razonable punto medio: "Son agnóstico".

Nació en 1978 en A Illa de Arousa. Lleva toda la vida desembarcando: en la costa de Arousa, en el portugués o en el budismo. Cuando naces en una isla pequeña los barcos son la única posibilidad de salir a lo ancho del mundo. Salían de la Illa de Arousa en una barcaza que había llevado soldados norteamericanos a las playas de Normandía en el verano de 1944, cuando empezó a acabarse la Segunda Guerra Mundial. Recuerda el portón bajando en el muelle de Vilanova de Arousa, en la costa, donde su padre aparcaba el coche.

"Había poucos coches na Illa, a xente movíase andando ou en bicicleta. O meu pai, Genito, tiña o coche en Vilanova porque viaxaba moito", recuerda. Su lugar, Pedracerrada, contaba con doscientos habitantes. Uxio vivió en la insularidad hasta los siete años, cuando la familia se fue a Pontevedra. "Volviamos nos veráns. Percorriamos a illa en bicicleta. As casas non tiñan chave. Había poucos roubos. Sabías sempre quen che levara algo porque había tres rapaces que roubaban. Eran os ladróns oficiais. O malo era cando che levaban a bicicleta, porque a desmontaban e facían outra bici nova coas pezas de varias".

En medio, entre los 2 y los 4 años, vivió en Hamburgo. "Lembro o parque municipal, un xadrez xigante, a neve,... Cando volvín, como era loiro e de ollos azuis, na Illa pensaban que era alemán". 

Uxio estudió Filoloxía Portuguesa en Santiago. "Pisei pouco as aulas porque andaba de asemblea en asemblea". Practicaba el arte de la oratoria política. Ahora acude a diario porque trabaja como profesor de la Escola de Idiomas de Lugo. "Aprendín a falar alemán nesa etapa alí, na televisión; pero esquecino". 

La universidad y las revoluciones le dejaban tiempo para leer una y otra vez los poemas místicos de José Ángel Valente. La poesía lo encaminó al budismo. "A mística de Valente era cristiá e non me dicía nada, polo que empecei con outras lecturas ata que descubrín o budismo zen do Xapón"."Rompeume os esquemas porque non é unha relixión, senón unha práctica". Tenía 21 años y había desembarcado en un lugar nuevo, pero estaba confuso. "Empecei a meditar segundo indicaba no libro, pero facíao dun xeito anárquico".

La siguiente chispa saltó viendo la televisión. En La 2 entrevistan a Dokushô Villalba, el nombre adoptado por un sevillano tras hacerse maestro zen. "Dirixía o centro Luz Serena, na localidade valenciana de Requena", indica. Como Uxio carecía del dinero necesario para ir a visitarlo, se desanimó. Deja la meditación durante años.

Una tarde se encontró a un amigo. "Levaba colgado un cordón que era de Luz Serena", comenta reviviendo la sorpresa. Esa casualidad lo llevó a conocer un grupo de practicantes en Santiago. Pero se entrega a unas oposiciones. Deja el budismo. Logra una plaza de profesor en Alicante, a dos horas de coche de Requena, donde está Luz Serena. Acude a una conferencia de Dakushô Villalba. Vuelve a conectar con el zen. Medita hasta 2004, cuando conoce a una mujer. El amor lo incapacita para concentrarse en meditar. Siguen juntos.

El salto de regreso a Galicia lo hace caer en Vilagarcía, desde donde establece relación con quince personas que están ligadas a Luz Serena. Retoma su costumbre contemplativa: "Daquela volvo ao budismo de cabeza", afirma antes de comentar que lo ha conservado en Lugo, a donde llegó en 2012.

"Érgome ás 6 da mañá, visto roupa axeitada e subo ao rocho, onde teño un altar". La función de ese altar es "simbólica", lo tiene como referente hacia el que mira para concentrarse durante los cuarenta minutos que dura cada sesión. Es monitor por ser "un dos 34 discípulos de Dokushô Villalba" que existen en España, "aínda que hai centenas de budistas".

Siento curiosidad por saber sobre qué asunto meditan. Suponía que pensaban en la paz o en la bondad; tal vez en la felicidad, que es genética y etérea. Uxio me lo explica: "Na meditación traballas coa atención. Miras para o altar, onde tes obxectos: unha flor ou un xarronciño. Aprendes que non podes atender a todo e que non podes atender a todos". Simplemente se trata de que seas consciente del presente, que se mueve a cada segundo. Deduzco que el budismo no es una religión ni una costumbre, que es una brújula para orientarte en la realidad.

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