El derribo de dos caneiros adelanta en un mes la bajada de nivel del Miño

El nivel del caudal del Miño en Lugo todavía no da señales de alerta, según las gráficas diarias de la Confederación Hidrográfica. Sin embargo, los bañistas y piragüistas observan estos primeros días de agosto el bajo nivel que trae el Miño, dejando a la vista varios de los enormes pedruscos del lecho fluvial con los que tropiezan tanto las piraguas como las palas en la práctica de este deporte.

Esta situación está provocando el traslado diario río arriba del equipo de piragüismo del Club Fluvial —integrado por unos 90 deportistas, entre las categorías de base y la senior—, que ven imposible poder llevar a cabo los entrenamientos frente a la entidad sin poner en menoscabo tanto las palas como las piraguas e incluso su integridad física.

La causa de esta bajada de nivel no es otra más que el derribo de los dos caneiros que rodean el club: el de la fábrica de la luz —de titularidad municipal— y el de Acea de Olga, situado enfrente de O Muíño y de la Confederación Hidrográfica. La caída de estas dos presas impide que se estanque el agua en ese tramo lo que, unido al estío, da lugar a la correspondiente bajada de nivel que, en años anteriores, se producía a principios de septiembre.

"Este año es peor que los anteriores porque, hasta este invierno, solo había un caneiro roto que era el de la Fábrica de la Luz. Sin embargo, meses atrás se deshizo el otro, el de Acea de Olga, frente a O Muíño, y ahora entre los dos se queda el río, en este tramo, sin caudal suficiente como para poder navegar con las piraguas dado que, además, se choca con las piedras que hay en el lecho del río. Por eso tenemos que ir hasta la zona de O Arenal, a kilómetro y medio", explica Adrián Jubón, uno de los entrenadores.

Esta situación también está afectando a los cursillistas, que solo pueden hacer un recorrido muy corto con las piraguas, de 300 metros, desde la pista polideportiva del club hasta 100 metros antes del puente romano.