La defensa ataca las inconsistencias de la investigación para sembrar la duda

Policías admiten que no hay pruebas de que los recorridos antes y después del crimen o la hora de este sean correctos. La responsable del caso dice que Ibrahima Ndiaye fue "grosero y chulesco" cuando le preguntó por Tatiana Vázquez

Ibrahima Ndiaye, a su llegada al juicio. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Ibrahima Ndiaye, a su llegada al juicio. VICTORIA RODRÍGUEZ

La segunda jornada del juicio por el asesinato de Tatiana Vázquez dio un pequeño giro con la entrada en escena de los agentes que llevaron la investigación. Si hasta ese momento la mayor parte de los testimonios habían contribuido a asentar la imagen del acusado, Ibrahima Ndiaye, como un maltratador perfectamente capaz de matar, su defensa aprovechó los interrogatorios a los agentes para entrar de lleno en su línea principal de argumentación: la investigación carece de pruebas físicas y puede presentar serias inconsistencias por haberse centrado solo en un posible culpable, algunas veces basándose en suposiciones y descartando otras vías con demasiada ligereza. Trataba de abrir así el camino de la duda, que en todo caso ha de favorecer al reo.

Entre las inconsistencias que el abogado César Lodos quiso mostrar a los miembros del jurado se cuentan horas que se dan por supuestas sin bases sólidas, líneas de investigación en principio lógicas que se quedaron sin trazar, recorridos que pasan de 18 a 11 minutos sin saberse cómo, una búsqueda poco exhaustiva del arma o manchas de sangre que se convierten en falsos positivos tras ser analizadas en laboratorio.

Un giro, por otro lado, que era muy difícil de prever tras escuchar a la primera inspectora en declarar, que dirigió toda la investigación junto a un compañero. Testificó por videoconferencia y lo hizo de tal modo y con tal contundencia y claridad que hasta mereció la felicitación de la presidenta del tribunal.

Fue una de las que acudió al lugar del crimen y describió cómo dirigió las pesquisas y detalló ayer las líneas de investigación que se abrieron tras el suceso. En lo general, su testimonio fue coincidente con los del resto de sus compañeros, aunque ella no cayó en las contradicciones de los otros.

Explicó que aunque todos los indicios apuntaron rápidamente a Ibrahima Ndiaye como posible autor del asesinato de Tatiana Vázquez, los investigadores se centraron también en otras dos personas: el padre de la víctima y el hombre con el que la chica había iniciado una relación sentimental, un hombre de nacionalidad dominicana que declaró el martes. "Se les investigó mucho, pero no había nada que apuntara a que alguno de los dos pudiera haber cometido un crimen de esta naturaleza", declaró.

Inspectora: "Todo apuntaba a que era un crimen pasional. Por ejemplo, una de las puñaladas en el muslo tenía orificios de entrada y salida"

En cuanto a la nueva pareja de Tatiana, la inspectora explicó que confirmaron su coartada y le dieron credibilidad. "El hombre contó desde el principio que la noche del crimen, a la hora que estiman los forenses que mataron a la joven, se encontraba en un lugar público con otras personas. Varios testigos lo confirmaron y varias cámaras de seguridad lo captaron haciendo el recorrido que él aseguraba que había realizado esa madrugada. Además, esta persona se mostró totalmente colaboradora desde el primer momento, aportó todos los detalles que se le preguntaron, se prestó al análisis de ADN y acudió a comisaría todas las veces que fue llamado. Todo lo que no hizo Ibrahima Ndiaye".

Y es que la actitud del acusado, según narró la inspectora, sorprendió desde el principio a los investigadores. "El hecho de que fuera tan huidizo y que ninguno de sus compatriotas supiera nada de él nos llamó poderosamente la atención. Y cuando fue localizado y dijo que no se había enterado de la muerte de Tatiana no le dimos credibilidad". Y no lo hicieron, entre otras cosas, por el llamativo "comportamiento del acusado: "Cuando le pregunté si sabía donde estaba su novia, el joven mostró una actitud grosera, delirante y chulesca. De hecho, me respondió: Adivínalo tú, que eres la policía".

Y los movimientos del acusado la noche del crimen también llamaron la atención de los investigadores. "El teléfono móvil estuvo apagado o sin actividad desde las 0.24 hasta las 5.08. Pero a partir de esa hora", relató la inspectora, "realizó 19 llamadas a distintas personas en 45 minutos, sin obtener respuesta".

La agente explicó igualmente que varias cámaras de seguridad de la Ronda da Muralla captaron a Ibrahima la noche del crimen regresando al hostal donde residía. "Todas las pruebas son compatibles con las horas y con el itinerario que pudo seguir el acusado desde el lugar del crimen hasta el hostal".

Agente: "No hicimos nada de eso, aunque ahora a toro pasado sí que es fácil de deducir"

La brutalidad del asesinato también apuntó desde un principio a las parejas sentimentales de la joven: "Por el número de lesiones, que denotaban tanta saña y tanta rabia, tenía que haber necesariamente un vínculo entre el agresor y la víctima. Por citar un ejemplo, una de las puñaladas que tenía en un muslo tenía orificios de entrada y de salida. Todo apuntaba a un crimen pasional", explicó.

Poco más o menos repitieron los otros policías que participaron directamente en la investigación, pero en estos casos la defensa sí supo encontrar los resquicios que fueron dejando. Comenzando por el inspector que codirigió la operación, que a preguntas del fiscal y del abogado de la familia completó una exposición aparentemente contundente y hasta teatral, pero que cuando se enfrentó a las dudas que planteó la defensa tuvo que reconocer que ninguna de las pruebas de sangre o de ADN dio positivo, que no sabe cómo se llevó a cabo el desbroce del lugar del crimen para buscar el arma y que ni siquiera se intentó con un detector de metales, que la cámara que supuestamente había grabado al hombre con el que Tatiana había iniciado un romance en realidad no lo grabó o que ni siquiera tienen modo de asegurar que el crimen se cometió a la hora que ellos dicen que fue ni que la pareja hiciera el recorrido que los investigadores defienden. "No hicimos nada de eso, aunque a toro pasado sí que es fácil de deducir", llegó a reconocerle al abogado ante otra de las posibilidades que planteó.

LOS RECORRIDOS. Siguiendo en esta línea, por otro de los agentes el jurado pudo saber que la búsqueda del arma no había sido tan exhaustiva como podía parecer, y que los contenedores cercanos al escenario que él comprobó estaban ya vacíos porque había pasado el camión de la basura.

Este policía también explicó cómo dedujeron el recorrido que aseguran que Tatiana e Ibrahima realizaron en el coche hasta Sanfiz, donde este la habría apuñalado salvajemente. Un seguridad que quedó notablemente disminuida cuando tuvo que reconocer que ese recorrido fue una "suposición" ya que era el más directo, pero que en ningún momento comprobaron otros posibles, ni siquera el que el acusado ha mantenido en todo momento que hicieron. Por no estar seguros, no lo están, afirmó el agente, ni de que el asesinato se produjera a la hora que ellos marcan, que podría haber sido incluso una o dos horas después.

Una de las claves en las que se basan para determinar esa hora de la muerte son las grabaciones de una cámara cerca de Sanfiz. En base a estudios antropométricos, determinaron que Ibrahima es la persona corpulenta de 1,90 metros que pasa andando en dirección a su pensión frente a la Porta de San Pedro, donde llega unos 13 minutos después, ya que allí vuelve a estar grabado.

Un policía de similar altura a Ibrahima, detalló, hizo el mismo recorrido, y tardó, según figura en el sumario, entre 17 y 18 minutos. El abogado quiso saber, entonces, cómo era posible que, según ellos, Ibrahima completara caminando el mismo trayecto en 13 minutos, tras haber cometido un crimen extremadamente sangriento y deshaciéndose además del arma. "Es perfectamente posible», respondió el agente, «incluso variando el recorrido lo hemos hecho". Lo que no pudo explicar es por qué eso, si lo han probado y es posible, no figura en sumario.