"De esta enfermedad no te mueres, pero con ella tampoco se vive"

A José Marino Cuyar le diagnosticaron párkinson hace ocho años cuando perdió movilidad. La toma de medicación logró retardar su progresión, aunque reconoce que se va achicando
José Marino Cuyar González, enfermo de párkinson
photo_camera José Marino Cuyar González, enfermo de párkinson

A José Marino Cuyar González le cuesta sonreír porque le duele, tanto por fuera como por dentro, la enfermedad degenerativa que lleva encima. Sin embargo, y pese a todo, reconoce que todavía podría estar peor de lo que está porque el párkinson no afectó para nada a su cabeza y todavía se puede mover, aunque unos días con más dificultad que otros.

Este hombre sufre la enfermedad de párkinson desde hace ocho años. Se le detectó joven. Ahora tiene 66. Entonces, todavía trabajaba como reparador de electrodomésticos, a lo que se dedicó con pasión toda su vida. El párkinson lo obligó a jubilarse antes de tiempo.

"No me movía. De repente, me quedaba agarrotado. Al principio, no le das mucha importancia, piensas que es algo pasajero aunque también te sorprende y te preguntas qué te pasa. Después, ves que la enfermedad afecta de forma general a todo el cuerpo. De esta enfermedad no te mueres, pero tampoco se vive", cuenta José Marino.

Pese a su valentía para hablar de una enfermedad que, por momentos, lo atormenta, a José Marino le cuesta explicar, realmente, cómo se siente un enfermo de párkinson.

"Es difícil porque es una enfermedad que va por momentos. Lo que está claro es que, pese a que tomo la medicación y la noto, la enfermedad fue progresando y, en estos últimos años, fui perdiendo movilidad. Hay momentos en los que me bloqueo y no puedo moverme. Otros no, pero me siento enfermo y muy enfermo, incluso depresivo porque percibo que, con mi problema, incluso molesto a los míos. Al fin y al cabo, somos un estorbo. Es una cosa algo rara. A mí, por ejemplo, me gusta la música y cantar pero hay momentos en los que no descanso y veo que molesto a los de casa. Esto es algo muy costoso de llevar para todo el mundo", cuenta José Marino.

DIAGNÓSTICO. Este lucense se llevó un palo cuando conoció su diagnóstico. Los médicos tardaron dos años en dar con la enfermedad. Le hicieron decenas de pruebas hasta que encontraron la causa de sus males. Durante los ocho años posteriores, Marino fue perdiendo facultades.

"Actividades de precisión con los dedos no puedo hacer ninguna. La movilidad va a peor, aunque depende de los días. Mentalmente, estoy bien. A veces, me quedo en blanco pero retomo. Cuando estoy bien, todavía hago de todo pero reconozco que, poco a poco, me voy achicando también", dice.

Marino sobrelleva como puede su enfermedad, pero insiste en que es bastante más duro de lo que se puede pensar desde fuera.

"Esto hay que vivirlo. No se sabe, realmente, lo mal que se pasa. Solo los que la padecen lo saben. Se habla del cáncer como una de las peores enfermedades y lo es pero no sé si será todavía peor esta. El párkinson es de las peores enfermedades que hay. Estás ahí, no te mueres, pero cada vez vas haciendo menos hasta que ya no puedes hacer nada y eso es duro de sobrellevar porque la vida es para disfrutar, no para vivirla de esta manera. Yo amo la vida, pero vivirla así se hace duro, muy duro, no solo para el enfermo sino también para todos los que te rodean", insiste este hombre.