Los okupas de O Pazo: "¿Creen que nos gusta vivir de okupas? Pero es esto o la calle"

Elisa García y otros doce familiares okuparon hace unos días O Pazo, en A Fervedoira. El inmueble, a la venta por un millón de euros, está en ruinas, pero la familia afirma que lo está "arreglando" para "quedarse"
photo_camera Elisa García, ayer, a las puertas de las instalaciones de O Pazo, que acaba de okupar con su familia.

"¿Creen que nos gusta vivir de okupas? Pero es esto, o la calle". Con estas palabras, Elisa García Jiménez explicaba este martes que la única posibilidad que tiene actualmente su familia de dormir bajo un techo es okupar una vivienda. "No tenemos ninguna otra opción, y creo que cualquier persona que se viera en nuestra situación, haría lo mismo", defiende.

Elisa García se instaló hace unos días en O Pazo, sito en A Fervedoira, un emblemático y deteriorado complejo que lleva ya varias décadas deshabitado y que se encuentra a la venta por un millón de euros. Llegó al inmueble con su marido, otros tres matrimonios -de hijos y sobrinos- y cinco nietos de corta edad. No es la primera vivienda que okupan y no saben si será la última, pero esperan convertirla en su hogar, "durante mucho tiempo".

"Llevamos tres años viviendo de okupas. Antes estábamos en Mazoi, pero un amigo nos habló de este sitio. Nos contó que era grande y que llevaba muchos años vacío y en mal estado. Como somos muchos de familia necesitábamos espacio y además, mi madre está ingresada en el Hula muy enferma, y desde aquí puedo ir andando todos los días a estar con ella. Cuidé muchos años a mi padre hasta que murió y ahora no quiero dejar sola a mi madre", cuenta.

"Esto está destrozado y aquí no molestamos. Mi marido está tapando un agujero del tejado y yo llevo 4 días limpiando sin parar"

Esta mujer asegura que su vida hace unos años era como la de cualquier familia. "Yo soy española, pero viví muchos años en Portugal. Allí mi marido trabajaba en una empresa de obras y reformas y vivíamos de alquiler, pero se quedó sin trabajo y ya todo nos fue mal". Elisa afirma que actualmente les resulta "imposible" encontrar un empleo. "Ojalá alguien lo contratara porque no le tiene ningún miedo al trabajo. También estuvo varios años en Alemania y trabajó muchísimo".

"Mi madre está ingresada en el Hula y desde aquí voy a cuidarla. Y hay cerca una parada de bus para ir al colegio"

Okupas O Pazo. SEBAS SENANDEDe hecho, según cuenta, desde que llegaron a O Pazo, el hombre no ha parado de hacer pequeñas obras. "La casa está totalmente destrozada y estaba llena de porquería, pero mi marido ha ido arreglando lo que ha podido. Ahora está con el tejado porque tiene un agujero muy grande y va a intentar taparlo. Y yo tampoco me quedo parada. Llevo cuatro días limpiando el polvo y sacando basura para poder poner unos colchones que teníamos. Además, vamos buscando por los contenedores y vamos a intentar arreglar una nevera que encontramos. Nadie imagina lo que es meterse a vivir en un sitio así, pero más vale esto que estar fuera", dice.

"Vivíamos bien en Portugal hasta que mi marido se quedó en paro. No nos asusta trabajar, pero nadie nos da un empleo"

Estos okupas tienen previsto acondicionar las instalaciones en la medida de sus posibilidades para quedarse todo el tiempo que puedan, aunque son conscientes de que la propiedad tiene dueño y está en venta. "Aquí no le hacemos daño a nadie y no nos vamos a marchar de forma voluntaria sin tener otro sitio al que ir, ni aunque esto se venda. Si solo fuéramos mi marido y yo, podríamos dormir en cualquier esquina, pero mi nieto pequeño tiene nueve meses, ¿cómo nos vamos a ir a la calle?", plantea.

"No nos vamos a ir de forma voluntaria. Yo duermo en cualquier esquina, pero tengo cinco nietos, uno de 9 meses"

Elisa García reconoce que su vida no ha sido fácil, pero espera que la de sus hijos y nietos sea mejor. "No me gustaría que los niños tuvieran que vivir en un futuro okupando casas. En septiembre van a ir al colegio porque tienen que aprender, si se puede por el virus, claro. Aquí estamos muy bien", comenta, "ya que justo enfrente hay una parada de autobús y así no tendrán que ir andando. Al colegio tienen que ir. Yo no tengo dinero pero soy una persona educada y respetuosa, y quiero que ellos lo sean".

Esta mujer explica que algunos miembros de la familia cobran "una paga", pero no todos, y que sobreviven "malamente" con lo que les va dando la gente. "A veces nos dan algo en el supermercado y así vamos tirando. Yo solo espero que ahora no nos echen de aquí por un tiempo", concluye.

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