El Covid atrapa a una familia hondureña que llegó como refugiada y está sin recursos

Llegaron a la ciudad hace 3 meses tras huir de su país, amenazados por una mafia que acabó con la vida del hermano del padre
Jorge Alberto Izaguirre posa junto a su familia en la habitación que comparten en un hostal lucense. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Jorge Alberto Izaguirre posa junto a su familia en la habitación que comparten en un hostal lucense. VICTORIA RODRÍGUEZ

El Covid-19 tiene atrapada a una familia en una habitación de Lugo. Una serie de dramáticos acontecimientos hicieron tambalearse el centro de gravedad de la vida de Jorge Alberto Izaguirre y su familia. El fallecimiento por causas violentas de su hermano y las posteriores amenazas de muerte que sufrió su mujer, a raíz de este suceso, fueron los detonantes para que esta familia hondureña abandonara a marchas forzadas su país para aterrizar en España.

A esta situación se sumó el aislamiento al que se vieron sometidos durante la pandemia en una habitación de un hogar, que no era el suyo, y al que llegaron como refugiados el 16 de febrero en busca de trabajo y de una vida mejor, lejos de la violencia y la inseguridad de su Tegucigalpa natal.

Los cinco integrantes de esta familia fueron acogidos en casa de una compatriota asentada en Lugo hace años. Lo que iba a convertirse en un breve estancia se prolongó en el tiempo durante casi tres meses por culpa del confinamiento forzoso. "Nada más llegar a este país nos sorprendió la cuarentena motivada por el Covid-19 y la pasamos en casa de una amiga que vive aquí y a la que estamos muy agradecidos por dejar que nos quedásemos en una habitación de su hogar sin cobrarnos nada por ello", relata Jorge Izaguirre.

Desde el pasado lunes, este padre y su mujer, junto a sus hijo, su cuñada y el primogénito de esta, viven hacinados en la habitación de un hostal lucense, un alojamiento que han logrado gracias a la mediación de los servicios sociales del Ayuntamiento de Lugo.

"Tenemos un sitio donde dormir y un aseo, pero no podemos cocinar, y comemos gracias a los alimentos que nos da Cáritas y el Banco de Alimentos. Mi cuñada tiene un niño de solo 2 años que todavía toma el biberón y al que no le podemos preparar ningún alimento porque no tenemos donde", explica Jorge Izaguirre, quien ya inició los trámites para legalizar su situación en España, un requisito indispensable para reincorporarse al mercado laboral.

"En la comisaría de la Policía Nacional nos dieron cita para el 23 de agosto de 2021, pero lo único que pedimos es que si, por favor, pueden agilizar los documentos necesarios para conseguir el permiso laboral y comenzar a trabajar cuanto antes. Mi mujer y yo estamos sanos y podemos trabajar de inmediato para darle una vida digna y una educación a mi familia. El dinero bien ganado no deshonra nunca", argumenta el hombre de 42 años.

Jorge Izaguirre colabora con el Banco de Alimentos de Lugo y ayuda a familias que, como la suya, necesitan recibir comida

Este ciudadano hondureño trabajó la mayor parte de su vida en una empresa de su propiedad dedicada a la compra-venta de automóviles y motocicletas. Aunque, gracias a la herencia familiar en el cultivo de patatas, también puede desempeñar cualquier función en una explotación agraria o en cualquier otra actividad. "Estamos dispuestos a aceptar cualquier trabajo, ya sea en el cuidado de una finca, en el cultivo o incluso en el cuidado de ancianos. No pedimos caridad, solo buscamos una forma de ganarnos la vida", dice.

UNA HISTORIA DE VIOLENCIA. El prólogo de esta dramática huida familiar fue motivado por la muerte en circunstancias violentas de Abel Izaguirre, hermano del cabeza de familia.

"Unas personas extorsionaron a mi hermano, pero no le dimos importancia al impuesto que nos pedían como supuesta organización criminal. Así, un día se citó con una persona que le iba a entregar un dinero que le debía y lo mataron a tiros a él y a otra persona que lo acompañaba", relata Jorge Alberto, quien sospecha de un cliente habitual como posible autor del crimen.

Después de este fatal desenlace, su mujer, Mersy Zerón, fue encañonada, hasta en dos ocasiones, por varios individuos encapuchados que la interrogaron sobre su parentesco con su marido, y al negarles cualquier vínculo familiar con su cónyuge consiguió salir indemne de esta complicada situación.

"La primera vez llegaron a apuntarme a la cabeza con una pistola, y la segunda incluso me colocaron un cuchillo en la garganta y me amenazaron de muerte para que le revelase si yo era realmente la mujer de mi marido. En esta segunda ocasión me salvé porque pude pedir socorro y se acercó una pareja que paseaba por la calle y avisó a la policía", relata.

Estas dos situaciones extremas aceleraron el viaje a España de la familia Izaguirre Zerón, que también tuvio que buscarle un acomodo académico a su hijo Isaac, de 14 años, en el instituto Sanxillao, y hacerse cargo de la manutención de la hermana pequeña de la madre y de su vástago, después de que esta fuese expulsada de su hogar al dar a luz al pequeño. Por si esta carga no fuese lo suficientemente pesada, la cuñada de Jorge Izaguirre padece graves problemas de visión, que la imposibilitan, en gran medida, para el cuidado del bebé.

"Tanto a mi cuñada como a su niño, mi mujer y yo los hemos criado como si fuesen nuestros hijos", admite el cabeza de familia. "La vida está por encima de cualquier cosa, por eso venimos para acá", manifiesta Jorge.

Izaguirre colabora actualmente con el Banco de Alimentos donde "reparto productos a la gente, que como nosotros, los necesita. Gracias a Dios, nunca hemos pasado hambre desde que estamos en España, para salir adelante hay que trabajar duro", afirma.

Como los diamantes que se forman bajo presión o las semillas que crecen en la oscuridad, esta familia soporta una trascendental etapa de transformación. Confían en el proceso.

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