Siempre con la música

Una reciente sentencia del TSXG ha hecho tambalearse a la plantilla docente de la Escola de Música de Lugo, un servicio municipal donde cursan estudios 700 lucenses

El fallo del TSXG deja en la incertidumbre a los 18 músicos de la banda que enseñan en la escuela, puesto que anula la relación de puestos de trabajo que permitió ampliar su jornada laboral para que enseñaran en este centro, que no ha dejado de incrementar matrícula desde que se creó, en 2012, y que satisface plenamente al alumnado, como manifestó el presidente de la Asociación de Alumnos, José Manuel Brea.

Los motivos para inscribirse son muchos y diversos. El de Enrique Fernández Vázquez, por ejemplo, fue llenar el mucho tiempo libre que le dio la jubilación. A sus 69 años, lleva ya cinco –fue uno de los que inauguró la escuela– estudiando Clarinete y Lenguaje Musical. Aquel primer año se encontró a gusto y volvió a matricularse otro y otro curso más, así hasta cinco.

"No tenía ningún conocimiento musical, solo hice un año de gaita de pequeño, en el Colexio Fingoi, y rasgué un poco la guitarra en mi época de tuno, en la Universidad Laboral de Tarragona, pero nada más. Estudié Ingeniería Industrial y trabajé en distintas factorías lácteas. Luego me jubilé y no me resultó fácil adaptarme a esa situación. Estaba acostumbrado a tener todo el día ocupado y me encontré con mucho tiempo libre. Así que vi que se ponía en marcha esta escuela y pensé que podría ser una oportunidad para hacer algo y me decidí", explica.

Una vez dado el paso, un dilema importante fue elegir el instrumento. Solo pensó en el tamaño y en su manejabilidad, así que optó por el clarinete. "Estoy contento con la elección. Me gusta este instrumento. Estos estudios se llevan muy bien porque la enseñanza no es reglada como la del conservatorio y vas avanzando a tu ritmo. De todas formas, esto me lo tomo como una afición porque, en mi caso, está claro que nunca será una profesión", dice.

Enrique pasa ocho horas a la semana en la escuela. Toca lo que le enseña el profesor y también otras partituras que encuentra fuera del aula pero como más disfruta es tocando en grupo. "Se aprende más, manejas más pentagramas y te obliga a buscarte más la vida", añade sobre su experiencia de tocar en el grupo de clarinetes.

FAMILIAS. Hay familias que acuden, por partida doble o incluso triple, al centro, llegando a reunirse en la misma clase dos o tres generaciones. Este es el caso, por ejemplo, de Aroa, una alumna de 8 años que estudia flauta travesera y canto, donde también comparte aulas con su madre.

"Me apunté a la escuela porque quería aprender a tocar y a cantar. Cuando venía mi madre a buscarme, decidió también aprovechar para ir ella a cantar y ahora vamos juntas", afirma Aroa.

Aroa comparte clase con otras dos niñas: María, de 11 años, y Antía, de 10. "Mi padre toca el violín; mi abuelo, la guitarra y también es el director de la banda de música de Sober y mi abuela toca la flauta dulce. Mi familia es de músicos. Quizás por eso estoy aquí. Elegí la flauta travesera porque siempre me gustaron mucho los instrumentos de viento-madera y trato de tocar una hora al día para avanzar lo que pueda", comenta Antía.

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