Con Carlsen en el horizonte

A sus 13 años, Pablo López ha participado ya en dos Mundiales de ajedrez y en un Europeo. ¿Su idea? Convertirse en un profesional

Pablo López posa con un alfil, su pieza favorita. XESÚS PONTE
photo_camera Pablo López posa con un alfil, su pieza favorita. XESÚS PONTE

LONDRES ACOGIÓ hace dos semanas la flamante final del Mundial de Ajedrez. La disputaron el noruego Magnus Carlsen y el italo-americano Fabiano Caruana, campeón y aspirante respectivamente. Fue la denominada final de la psicología porque se decidió en un desempate días después del 6-6 que cosecharon los dos Grandes Maestros de los tableros tras doce emocionantes partidas disputadas en varias sesiones. Tras cuatro semirrápidas en la cita decisiva (así lo marca el reglamento), el noruego Carlsen se proclamó campeón del mundo después de encerrar a Caruana, obligado a abandonar tras la determinante jugada 51.

Uno de los que siguió esa final con especial interés fue el lucense Pablo López Varela. Tiene 13 años y es un amante del ajedrez desde los cinco. Todo comenzó, como para muchos niños de la ciudad, gracias a las partidas de ajedrez gigante que Xaquedrum organiza en la Praza Maior y que reúnen a muchos pequeños alrededor de este deporte.

"Tenía cinco años e iba mucho con mi madre a la Plaza de España. Un día me dijo si quería aprender a jugar al ajedrez y le dije que sí, así que me apuntaron a Xaquédrum porque mi padre conocía a su presidente y desde entonces no he parado de jugar", apunta este pequeño prodigio de la estrategia ajedrecística.

¿Por qué prodigio? Porque a sus 13 años ya puede presumir de haber participado en nada menos que en dos campeonatos del mundo y en un campeonato de Europa. Su primera experiencia de este nivel fue en el Mundial que se disputó en Grecia en 2015, concretamente en la ciudad de Halkidiki, y donde quedó en la posición 90 de 180 participantes. Tenía tan solo diez años. "Fue una experiencia muy bonita. Fui con mis padres y conocí a mucha gente de mi edad. Además me salió bastante bien el torneo".

Ese "bastante" da una muestra de la ambición de Pablo López en el mundo del ajedrez, un deporte al que le encantaría dedicarse de manera profesional, aunque es consciente de que será complicado. "De jugar torneos es complicado vivir. Por ganar uno te dan 3.000 o 4.000 euros, que no está mal, pero hay que ganar todos los campeonatos, que es lo difícil", reconoce.

Su segunda experiencia fuera de nuestras fronteras fue el pasado año en Mamaia, Rumanía, para participar en el campeonato de Europa. "Fue muy divertido y no se me dio mal. Jugué contra un azerbayano, un polaco, un par de griegos y no me acuerdo de más". Asegura que el nivel fue muy alto y que si algo sacó en claro es que "la gente de otros países está muy formada, por lo que tengo que prepararme más y mejor", dice. En esta ocasión mejoró su puesto respecto al Mundial de 2015 quedando en la posición 41 de 140 participantes.

Pablo López define su juego como "agresivo, de ataque" y muy alejado del que desarrollan jugadores mucho más experimentados. "En la Liga Gallega he jugado contra gente de más de 70 años. Su estilo es más pausado, defensivo, quizá porque no pueden calcular tanto y tan rápido como nosotros".

Este año repitió en el Mundial celebrado de nuevo en Grecia y al que acudió como el mejor de España en su categoría (sub14). Para clasificarse participó primero en el Nacional, pero una gastroenteritis a última hora le impidió hacer pleno de partidas (llevaba 6 de 6 triunfos). Por ello, la Federación decidió invitarle a Grecia. "El último Mundial no salió demasiado bien -quedó 80 de 180- pero me servirá de cara al futuro", dice.

¿Su ambición? Ser profesional y poder llegar a disputar una final del Mundial absoluto. Su jugador favorito precisamente es Fabiano Caruana, el finalista que sucumbió ante Magnus Carlsen hace dos semanas. "Tenemos un juego muy similar". Dentro de unos años puede ser Pablo López quien ocupe el lugar de su ídolo. La estrategia para conseguirlo ya está diseñada.

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