Circular y aparcar en la ciudad de Lugo es hoy más difícil que hace años. No es una crítica de la oposición ni de ciudadanos reacios a los cambios sino una realidad que denuncian quienes se mueven habitualmente en coche. El motivo es que hay muchos más vehículos, que el espacio destinado a ellos en la vía pública se va reduciendo progresivamente y que los medios de transporte públicos, como el bus, y alternativos, como la bicicleta, por ahora no se han consolidado como alternativa.
El parque móvil de la ciudad aumentó un 37% en veinte años. Según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT) recogidos por el Instituto Galego de Estatística (Ige), en 1999 había 49.475 turismos y en 2019 eran 69.188. A estos habría que sumar otros vehículos, como motos y furgonetas. Lugo es la ciudad gallega donde más aumentó el parque móvil. Este año, el Concello pasará al cobro 72.237 recibos del impuesto de vehículos, que le reportarán unos 5,7 millones de euros. En la última década, el incremento fue del 8%.
El bus conecta ahora al doble de vecinos con las nuevas líneas y se crearon unas mil plazas en párkings disuasorios gratuitos
Esta realidad choca con el intento de la administración local de cambiar la movilidad de una ciudad que, como todas, fue diseñada para los coches pero donde los peatones y actividades como el comercio, el turismo y la cultura cada vez piden más espacio. Esa transformación urbana es, además, casi un imperativo para optar a dinero de la UE y si se quieren crear entornos más saludables y contribuir a la lucha contra la emergencia climática.
Las peatonalizaciones realizadas, en marcha y proyectadas, como las futuras de Rafael de Vega, Recatelo, Calzada da Ponte y el entorno de O Vello Cárcere, además de lo que falta del casco histórico, y la construcción del carril bici son acciones con las que se quiere seguir transformando la ciudad, pero se encuentran con varios obstáculos. Se resta espacio de circulación y de aparcamiento mientras el número de vehículos sigue aumentando y en muchos barrios hay falta de garajes porque las edificaciones son antiguas.
Esa pérdida de espacio en la calle se intenta compensar con aparcamientos disuasorios gratuitos que el Concello fue habilitando en parcelas propias en diferentes zonas de la ciudad y que suman unas 1.000 plazas. Asimismo, está en marcha la ampliación del tamaño de las plazas en los párkings subterráneos, ahora poco utilizados por su incomodidad. La reforma del bus también va en esa línea, pero por ahora su alcance es limitado.
LOS RETOS DEL AUTOBÚS: La gratuidad del transbordo, ajustar recorridos y una app sobre los horarios
Si aumentan los usuarios de la bici y del bus baja el tráfico de coches. Es pura lógica. Sin embargo, en el primer caso hace falta, además de que la ciudad tenga condiciones para circular de forma segura y cómoda, un radical cambio de hábitos. Y en el segundo, un bus útil y fiable, algo en lo que hay margen de mejora.
El Concello se comprometió con la federación vecinal a estudiar ajustes en los recorridos de algunas líneas, de manera que mejore la conectividad de algunas zonas, como Albeiros con el Hula, y garantice el cumplimiento de horarios en otras, como alguna ruta de A Residencia. También prevé habilitar en breve una app que permita saber desde el teléfono móvil cuánto tardará el bus y en 2022 eliminará el pago por transbordo con tarjeta.
La mejora del bus está condicionada por los kilómetros que el Concello estableció en un contrato que fue diseñado en tiempos de José López Orozco. Con los cambios realizados hace meses y los previstos se está intentando llevar el contrato al límite. Las nuevas líneas conectan al doble de población que antes.