Medio centenar de profesores y alumnos del Centro Integrado de FP Politécnico están a punto de comenzar sus estancias dentro del programa Erasmus Plus, que los repartirá por media Europa. Es para los profesores una oportunidad de mejorar y, con ello, hacer mejorar la educación pública y, para los alumnos, un salto vital con el que cerrarán sus ciclos formativos y se abrirán a un mundo llamado a ser suyo.
Pepe Franco es el director que coordina este programa en el Politécnico, una especie de empleado de agencia de viajes en la que él es el único que no viaja. "Este año no quedó gente fuera porque había muchas plazas Erasmus, ya que aún nos quedaban parte de las que no se utilizaron en la pandemia. Para el próximo año habrá menos", comenta para explicar el hecho de que sean 25 profesores y 26 alumnos los que forman la expedición este año.
Los profesores lo harán en diferentes fechas, una semana de estancia cada uno, mientras que los alumnos, de ciclos medios y superiores, salen ya y estarán 75 días en sus destinos, completando las prácticas que necesitan para acabar sus ciclos. Será tanto en centros de formación como en empresas privadas.
Organizar todo es un pequeño infierno, porque "somos nosotros los que tenemos que buscar todo, desde los alojamientos a las empresas. Llegamos a llamar puerta a puerta, enviamos mails a todos los sitios, aunque la mayor parte ni los miran". En muchas ocasiones, un profesor se tiene que desplazar al lugar para buscar pisos o colaboración.
Una de esas enviadas el año pasado fue Irene Ortiz Leal, profesora del área sanitaria, que este año podrá completar su propia formación en Berlín y Edimburgo, donde irá a la facultad para "conocer como plantean las clases de anatomía, porque es la asignatura que yo imparto, ver cómo enfocan la docencia".
No menos importante es conocer otras culturas, "pero para nosotros vale para ampliar la perspectiva sobre cómo se hacen las cosas fuera. Cuando estuve en Berlín, por ejemplo, me impresionó la organización, era todo sistemático, estaba previsto al centímetro, y me gustó cómo ponían en contacto teoría y práctica. Luego me valió para aplicar algunas cosas en mi módulo", dice.
La ciudad italiana de Pesara será los próximo tres meses el hogar de Alba Cruz Lombao, una estudiante del ciclo superior de educación infantil de 20 años. "Voy a trabajar en una escuela infantil, aunque solo he podido estudiar unas semanas de italiano".
Eligió su destino porque "estuve una vez en Roma y me gustó. Además, en educación infantil vemos mucho autor italiano, el país se considera la cuna de la disciplina". Le pagarán 1.350 euros por toda la estancia, por lo que tendrá que complementar la beca con su propio dinero. Solo el piso compartido en el que vivirá ya cuesta 1.710 euros.
Italia también será el destino de Kelly Giraldo Castro, de 23 años, donde hará las prácticas de su ciclo medio de farmacia. Lo hará en una farmacia de Calabria, "a 20 minutos de la playa", puntualiza ilusionada. "Supongo que trabajaré en el almacén organizando los medicamentos, aunque el objetivo es que me dejen atender al público", explica. Irá mejor cubierta que su compañera: al ser grupo medio, recibirá 3.770 euros.
Ella escogió Calabria porque "era la opción que más me convencía. Me encanta Italia y me gustaría conocer el sur", para lo que se ha preparado con ganas: "He descubierto que me encanta el italiano, creo que el próximo curso me gustaría estudiarlo".
Y así hasta más de 50 historias de vida que se repartirán por Bulgaria, Italia, Alemania, Portugal, Malta, Irlanda, Polonia y Noruega. Un mundo que se abre.