La catedral de Lugo cobra ya a los turistas y solo abre dos de sus puertas

Los tiques para las visitas, con audioguía, cuestan entre 3,50 y 5 euros pero queda garantizado el acceso gratuito a los lucenses

2019061917231596535
photo_camera 2019061917231596500

LUGO. El acceso a la Catedral ya no es libre y gratuito para todo el mundo. Desde el martes, se cobra una entrada para los turistas –que oscila entre los 3,50 y los 5 euros por persona– y que incluye unas audioguías en distintos idiomas para que puedan hacer un recorrido por la basílica en silencio y sin guía simplemente siguiendo los distintos paneles señalizadores que también se instalaron en la Catedral. En el recorrido, se incluye la visita al Museo Diocesano.

El coste general de la entrada para los turistas será de 5 euros (con visita incluida a la torre) pero habrá rebaja para los mayores de 65 años, que pagarán 4,5 euros (sin torre); los menores de 25, que la podrán comprar a 4 (con torre), y los grupos y peregrinos, a 3,5 (sin torre).

Las visitas guiadas a las torres –bautizadas por el delegado diocesano de Patrimonio Cultural, César Carnero, como "Un paseo por las nubes"– se harán todos los días a las doce y a la una, a 5 euros, con un grupo mínimo de cinco personas y aforo limitado.

Los lucenses seguirán teniendo acceso gratuito al templo y solo se les cobrará 3 euros si deciden hacer la visita al museo o a las torres.

EMPRESA. La gestión del cobro por las visitas a la catedral y de todo el merchandising relacionado con el monumento corre a cargo de ArtiSplendore. Esta empresa granadina contrató a cuatro jóvenes que harán de recepcionistas y se ocuparán del cobro de entradas y de la venta de objetos de recuerdo. También facilitarán todo tipo de información adicional que le requieran los visitantes. De momento, la empresa apunta que todavía está en periodo de pruebas. Se espera que en julio comience a hacerse efectivo este sistema de control de entrada a la catedral "al cien por ciento", manifiesta Francisco Cañizares Hidalgo, director territorial de Proyectos y Servicios de ArtiSplendore.

Esta empresa se ocupa de la gestión turística de 70 monumentos de España e Italia y espera adentrarse ahora en México. ArtiSplendore lleva la gestión directa de 20 catedrales en todo el país –entre ellas las de Lugo, Ourense, Tui y Mondoñedo– y también está presente en otras 40 basílicas. "En Burgos, por ejemplo, llevamos las audioguías y la web pero el resto de la gestión turística la hace la diócesis", cuenta Cañizares.

La puesta en marcha de este sistema de control de acceso a la catedral llevó consigo, además, el cierre de dos de las cuatro puertas de la basílica -la del pórtico norte, donde está el Pantocrátor, y la central de la fachada principal- fuera del horario de misas de lunes a sábado, de once de la mañana a siete de la tarde entre abril y octubre y de once a seis, de noviembre a marzo. Los domingos, se cerrarán de dos a seis.

En esos horarios, solo se podrá acceder por una puerta lateral de la fachada principal que da al Museo Diocesano y al claustro y por la más próxima a la sacristía.

La nueva gestión turística de la catedral incluye la venta de souvenirs, expuestos en vitrinas en el acceso que hay en la fachada principal y también en la propia recepción. Entre otros artículos, en la catedral se venden tallas de madera, rosarios de la Virgen de los Ojos Grandes, figuras alusivas al Camino de Santiago, imanes y azulejos con la figura de la catedral de Lugo.

"Hay objetos de todos los precios. Desde los 50 céntimos que cuesta una medalla a una talla románica y policromada de la Virgen, en madera, que sale por 400", comenta Francisco Cañizares Hidalgo, de ArtiSplendore.

"En todas partes se paga" 

El cierre de dos de las puertas de la catedral que se hizo este miércoles sorprendió a varios fieles que pretendían salir por la puerta principal de la fachada y se asombraban de tener que hacerlo por la lateral que conduce al museo y que no se usó durante mucho tiempo.

Entrada

También fue una sorpresa la entrada a la basílica, donde había varias jóvenes uniformadas controlando la entrada y al lado de un mostrador con souvenirs. "¿Van a cobrarles a los turistas?", preguntaba una lucense. "¡Ah, me parece muy bien. En todas partes se paga", razonaba la mujer.

Los turistas, en cambio, reaccionaban de forma desigual. Algunos aceptaban tener que pagar. Otros le echaban una ojeada a los precios y se daban la vuelta refunfuñando.

 

Comentarios