En contra de lo que, a veces, se dice, el sistema español de pensiones de jubilación no fue impuesto en el franquismo —que, en cambio, sí creó la Seguridad Social y el seguro sanitario— sino medio siglo antes, en 1919, cuando España —como el resto de los países europeos y Estados Unidos— vivía el apogeo del movimiento obrero y los sindicatos comenzaban a reclamar la jornada laboral de ocho horas diarias, lo que acabaría aprobando el Gobierno.
En 1900 se crea el primer seguro social, la Ley de Accidentes de Trabajo. Ocho años después, nacería el organismo que desarrollaría el sistema, el Instituto Nacional de Previsión, que pondría en marcha el Seguro de Vejez en 1919, a través del cual los obreros podrían optar a una pensión de jubilación.
Este seguro sería para todos los obreros que tuviesen entre 16 y 65 años y no ganasen más de 4.000 pesetas anuales. La población asegurada se clasificaría en dos grupos: hasta los 45 años o de los 45 a los 65.
La primera pensión de jubilación era de 365 pesetas al año.
A falta de datos provinciales, el Instituto Nacional de Previsión publicaba que, a 31 de diciembre de 1920, un año después de la puesta en marcha del Seguro de Vejez, había en toda España solo 282 titulares, lo que suponía un gasto total para el Estado de 70.411 pesetas al año en pensiones.
También en este año se aprobó un decreto que regula el Seguro de Paro Forzoso que, en todo caso, no excedería del 60 por ciento del jornal y que tendría una duración máxima de tres meses.
REIVINDICACIONES. El movimiento obrero no solo se ejercía desde los sindicatos. También se constituían sociedades obreras que, a modo de los gremios medievales, tendrían como objetivo reclamar derechos laborales para determinadas profesiones. De esta forma, se creaba en Lugo, también en 1919, la sociedad que englobaba a las oficialas sastras y modistas que, según publicaba El Progreso, «formaban legión» añadiendo que ya había 70 mujeres inscritas.
Las reivindicaciones laborales llegaban, incluso, hasta el servicio doméstico. Este periódico también se hizo eco de una serie de peticiones, acordadas en asamblea, por estas trabajadoras en Barcelona en las que pedían un salario mínimo de 60 pesetas, una habitación amueblada con armario de luna biselada, baño con agua fría y caliente y calefacción central, poder librar los días festivos y dos horas a mayores libre al día para recibir a sus amistades.
También los empleados de Telefónica solicitaban entonces que la compañía fuese asumida por el Estado para gozar de mejoras laborales, de quienes se dice en el periódico que laboran «en el duro quehacer que no separa, a veces, el día de la noche». La empresa despidió a 30 trabajadores, al haber hecho públicas estas demandas, que fueron readmitidos posteriormente.
El trabajo no era exclusivo entonces de los adultos, ni de las ciudades. También se producía en el campo. Un artículo publicado en La Comarca del Eo, en 1919, afirmaba que «los niños en las aldeas están tan explotados y martirizados como en las ciudades. Desde los 5 años, sus padres los dedican a pastores de sus ganados, propios o ajenos, y en este caso ganan al año de 10 a 40 pesetas. Por eso, en las aldeas, las escuelas están cerradas las pocas que existen».
De todas formas, el mercado laboral en España estaba entonces mejor que en otros países europeos.
En 1919, El Progreso se hacía eco de una carta de una agrupación obrera de Bélgica, publicada en La Revista Minera, que ofrecía a España distintos operarios en paro tras la destrucción de la industria belga durante la Primera Guerra Mundial.
Estos trabajadores eran mecánicos de automóviles, para instalación de fábricas y reparaciones, contramaestres y obreros de fabricación de tornillería y mecánicos que elaboraban piezas en serie.
MATERNIDAD. Diez años después de la aprobación del Seguro de Vejez y del Paro, se pondría en marcha el Seguro Obligatorio de Maternidad, que garantizaba la asistencia médica en el embarazo y en el parto y una indemnización a las trabajadoras durante su baja, de seis semanas. En 1942, el Estado pagó 94.000 pesetas en seguro de maternidad.
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El Seguro de Enfermedad entró en vigor en 1942 para los trabajadores que menos ganaban
Este seguro se reformaría en 1963 con la creación de la Ley de Bases de la Seguridad Social, que generalizaría la cobertura a todos los trabajadores.