El cantero lucense del corcho

A sus 77 años Domingo López, Chomin, talla con tapones réplicas de cruceiros que hay en la provincia de Lugo
Domingo López, entre sus creaciones. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Domingo López, entre sus creaciones. VICTORIA RODRÍGUEZ

Chomin, como así conocen los suyos a Domingo López, emplea unas cinco horas diarias durante casi tres semanas para esculpir en corcho la réplica de un cruceiro. Este septuagenario lucense talla estas reproducciones para "reivindicar" que se conserven estos elementos de la arquitectura popular gallega.

"Hay mucho que labrar. Solo la base lleva mucho tiempo", explica este artesano, de 77 años de edad, que precisa que algunos de los cruceiros que ha reproducido tienen hasta cinco imágenes, como el de San Xillao de Bocamaos.

El de esta parroquia del municipio de Lugo es uno de los 14 que integran por ahora su colección. También tiene réplicas de varios que se encuentran en la capital lucense, como los de la Praza de Santa María, la Praza de Bretaña o la capilla de San Antonio en Magoi, y de otros de municipios como Begonte, Vilalba o Portomarín.

La  minuciosa elaboración de estos cruceiros le puede llevar a este artesano casi dos semanas, a ritmo de cinco horas diarias

En algunos casos ha tenido que echar mano de fotografías publicadas para tallarlos. El cierre perimetral por la pandemia, implantado hasta no hace mucho, le ha impedido desplazarse a municipios de la provincia de Lugo para verlos in situ para "inspirarse".

Estos cruceiros pueden llegar a medir unos 36 centímetros de altura y 13 de base. Para esculpirlos utiliza corchos de 12 x 3,5 centímetros, de los que se abastece en la cordelería de la Rúa San Pedro, conocida como el Maragato, en la capital lucense.

bodas de plata. Chomin, que primero fue linotipista y después trabajó en la desaparecida imprenta de la Diputación de Lugo, lleva un cuarto de siglo cultivando este laborioso hobby. Emplea el corcho para realizar estas reproducciones de la arquitectura popular gallega, según explica, porque le resulta "más fácil de esculpir" que, por ejemplo, la madera.

A lo largo de estos 25 años ha realizado unas 60 obras. Algunas de más de un metro de longitud, como las reproducciones de la catedral de Lugo o del convento de las Madres Agustinas, sito en la Praza de Santo Domingo de la capital lucense.

En esa relación de obras, que confecciona con tapones como los de las botellas de vino, figuran también el consistorio de Lugo, el Pazo de San Marcos -sede de la Diputación Provincial-, O Vello Cárcere, la fuente de San Vicente de la Praza do Campo o las iglesias que jalonan el Camino Primitivo a su paso por el municipio de Lugo. De estas últimas llegó a realizar una exposición. Esa es la única pretensión de Domingo López, porque este cantero del corcho no vende sus trabajos.

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