El campus de Lugo defiende el rigor de las tesis, un camino cada vez más transitado

La comunidad universitaria confía en la rigurosidad del proceso, con filtros que, en ocasiones, frenan investigaciones por falta de calidad

Lectura de una tesis en el campus de Lugo. AEP
photo_camera Lectura de una tesis en el campus de Lugo. AEP

Cada vez más titulados se deciden a entrar en el tercer ciclo de los estudios universitarios, el que conduce al doctorado a través de la tesis, a juzgar por los datos someros y generales que la USC tiene en su página web, dado que ha sido imposible obtener información precisa sobre el campus de Lugo a pesar de haber sido solicitados con antelación a la institución compostelana. Según la información publicada, en el año 2007 de los 28.000 alumnos matriculados, 2015 (7,1%) realizaba estudios conducentes a la tesis. Diez años después este grupo había crecido hasta los 2.973, pero los alumnos totales habían bajado a 20.800, lo que eleva el peso de los doctorandos hasta el 14,6% del total. En esa década de diferencia, también se elevó el número de tesis leídas, que pasó de 208 a 282.

La polémica creada en torno a la investigación doctoral del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez -realizada en un año y sobre la que sobrevuelan dudas acerca de su autoría y el origen de la información utilizada-, sumado a los casos de los másteres bajo sospecha de la Universidad Rey Juan Carlos I, ha creado un clima social de desconfianza acerca de estos títulos de nivel avanzado, aunque en la comunidad universitaria lucense existe una defensa acérrima de las garantías del proceso si se respeta la legislación.

Manuel Cifuentes, secretario de la Escola de Doutoramento do Campus Terra, explica que "si se cumple la normativa es muy difícil que haya estos problemas" porque hay muchos controles a lo largo del doctorado para garantizar una calidad mínima de las tesis y su autoría legítima.

Luis Botana, catedrático de Farmacología que ha dirigido 42 tesis y es coordinador del programa de doctorado en Investigación Básica e Aplicada en Ciencias Veterinarias, admite que a lo largo de su carrera habrá frenado, por falta de calidad o rigor, unas diez tesis, alrededor del 2% de los trabajos que le han pasado por las manos como miembro de una escuela de doctorado.

Luis Botana apunta que "el filtro del director es el que determina la calidad de la tesis", pero si este es laxo, el cribado más fiable es el de la escuela de doctorado

Este catedrático distingue "entre dos tipos de tesis: buenas y malas". Las primeras son mayoría, señala, y responden a la finalidad del doctorado: formar en el método científico y llevar a cabo una investigación en profundidad sobre un tema, en el que el doctorando acaba siendo uno de los especialistas que más sabe en ese momento puntual y al que aporta algo novedoso, por poco que sea. Las malas son las que "se hacen para sacar el título sin buscar la formación de la persona, y eso se nota", señala.

FILTROS. Cada trabajo de este tipo tiene al menos un director y, en algunos casos, también un tutor. La interacción entre el director y el doctorando es frecuente y continua y este último, además, no solo investiga, sino que debe realizar complementos formativos y presentar cada año ante la comisión académica -que también debe aprobar el plan de investigación inicial-, un informe con las actividades realizadas.

Si a lo largo de la elaboración de la tesis existe alguna duda sobre la investigación, se puede enviar el trabajo a un experto ajeno a la universidad "anonimizando todo" para que haga una evaluación, añade Manuel Cifuentes.

Una vez terminado y redactado el trabajo, se necesita un informe del director que acredite que cumple los requistos para ser presentado. "Se supone que si el especialista en el trabajo de investigación que se está realizando da el visto bueno ya es un aval y un primer filtro", apunta Cifuentes. Posteriormente, la comisión académica revisa el trabajo y el informe, las actividades realizadas y, a su vez, emite otro informe que ha de ser positivo para que siga todo su curso. Ese es el segundo filtro.

La documentación se vuelve a revisar en la escuela de doctorado, que comprueba que a nivel administrativo está todo correcto y pone el texto en exposición pública durante diez días hábiles ante toda la comunidad universitaria. "Cualquier miembro de la universidad puede revisar esa tesis y, si ve que no está suficientemente bien, hacer un informe, aunque normalmente no ocurre", indica Manuel Cifuentes.

Si no hay obstáculos, la comisión académica, una vez oído al director de la tesis, hace una propuesta de tribunal que, según la normativa, contiene diez miembros, que deben cumplir unos requisitos en cuanto a experiencia investigadora. Hasta hace poco, se nombraban cinco y dos suplentes, pero, por cuestiones presupuestarias, se cambió la normativa y se pasó a tres y un suplente, a quienes se aporta la tesis y el currículum del doctorando. También ellos tienen que dejar constancia en un informe si la tesis es apta para ser defendida. Si todos los informes son positivos, se fija una fecha de lectura y defensa.

Luis Botana apunta que "el filtro del director es el que determina la calidad de la tesis", pero si este es laxo, el cribado más fiable es el de la escuela de doctorado. En los departamentos "salvo que sea escandalosamente mala" no se suele parar, porque genera enfrentamientos personales y eso suele evitarse. Sin embargo, con la escuela haymás distancia "y ahí sí se frena", admite.

VOTO SECRETO. El acto de lectura y defensa es "público" y el aspirante interactúa con el tribunal, que puede hacerle preguntas sobre cualquier aspecto de la investigación. El hecho de que el director de tesis proponga a los miembros del tribunal puede arrojar dudas sobre la objetividad de este órgano, pero Manuel Cifuentes señala que es "lógico" que sea así porque "los trabajos de investigación son muy específicos y para valorarlos bien lo normal es que vengan personas especialistas en el tema, que normalmente se conocen entre sí". Cifuentes apela en esto caso a la ética de los investigadores y al hecho de que quedan en entredicho si avalan una tesis floja, explica.

La nota se da en el momento, pero el cum laude, la calificación más alta, se concede de forma secreta y posterior. Los miembros del tribunal deben proponerlo en un formulario que se introduce en un sobre que, posteriormente, se cierra para ser abierto ante testigos. "Desde que el voto es secreto hay menos cum laude", admite Luis Botana, quien cree que "en general, las tesis son buenas" y no tienen nada que envidiar a las de otros países. Con todo, admite que el fraude tampoco se puede considerar algo imposible. "Es un sistema que funciona basado en la buena fe y si alguien tiene mala fe le puede salir bien", dice.

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