Los 'caídos' lucenses que fueron trasladados al Valle

El 24 de marzo de 1959, a las once de la mañana, salían de Lugo las arcas con los restos de los caídos del bando franquista

Pie de foto publicado en El Progreso el 25 de marzo de 1959
photo_camera Pie de foto publicado en El Progreso el 25 de marzo de 1959

No eran todas las víctimas, sino solo las que el régimen llamaba de "La Cruzada de Liberación Nacional". Es decir, los muertos oficiales del bando de Franco, caídos en distintos frentes y enterrados en Lugo. El 24 de marzo de 1959 eran trasladados los restos de estos héroes del régimen a la llamada Basílica Nacional del Valle de los Caídos. Iban depositados en arcas llevadas por jefes y oficiales del Ejército hasta el camión-ambulancia que los conduciría a Madrid.

El acto en sí obedecía a una orden dictada por el Ministerio de la Gobernación a todos los gobernadores civiles. Un desfile militar en la Ronda da Muralla, frente a O Vello Cárcere, rendía el último homenaje a estos caídos. Los mismos cuyos restos permanecieron veinte años sepultados en distintos cementerios de la provincia y también en el antiguo camposanto de la avenida Ramón Ferreiro, en el actual solar del Gran Hotel.

Restos de dieciséis fallecidos del banco franquista fueron trasladados en 1959 desde Lugo al Valle de los Caídos

Esa fue la ceremonia militar que Lugo brindó a esos caídos. Días antes, el gobernador civil, Enrique Otero Aenlle, publicaba un bando dirigido a todos los lucenses donde comunicaba el traslado "de los Caídos por Dios y por la Patria" al tiempo que decía que estos españoles serían, allí bajo el risco de La Nava, en la sierra de Guadarrama, "luz y guía, norma y ejemplo permanente para todas las generaciones de españoles tensas en el servicio a la Patria".

Otero citaba a lo más granado de la sociedad lucense para dar el último adiós a estos "héroes de la Cruzada", como los llamaba el gobernador. Los convocados a la despedida serían las autoridades, "el glorioso Ejército español", corporaciones, organizaciones de antiguos combatientes, "Vieja Guardia", la Hermandad de Alféreces Provisionales, las "Juventudes", la Sección Femenina y los "hombres del Movimiento".

El expediente del Ministerio de la Gobernación del traslado oficial al Valle de los Caídos de los restos de víctimas enterradas en la provincia de Lugo ofrece una relación de dieciséis hombres, entre 20 y 36 años. Muchos eran labradores, pero también había un jornalero, dos obreros, un músico y un teniente de Infantería (en este caso, oriundo de León).

Las arcas con los restos fueron portadas hasta el camión-ambulancia por oficiales del Ejército en medio de un desfile militar

La mayoría eran de Lugo y la zona centro de la provincia, aunque también había alguno de A Mariña y de la zona sur. En concreto, los trasladados desde los cementerios lucenses al Valle de los Caídos fueron: Armando Cabanas Fernández, de Reinante-Barreiros; Benjamín Álvarez Hucha, de Buciños-Carballedo; Magín Estévez Mondelo, de Nodar-Friol; Servando Campo Vázquez, de Negrada-Guitiriz; José Marqués Racamonde, de San Román da Retorta-Guntín; Severino Rodríguez Vázquez, de PradedaLugo; Enrique Colmeneros Doval, de Riolongo-Lugo; Plácido Vega Otero y Alfonso Yáñez Abuín, de Gondar, Carballido-Lugo; Eugenio García Picado, de Santa MaríaLugo; José María Vega López, de Rubián-Santa Cristina; Segundo Díaz Toirán, de Samos; Vicente Díaz-Nogueira, de Carballo de Hospital-Quiroga, inicialmente enterrado en Toro, Zamora; José Balseiro Valle y Laureano-Ángel Vázquez Cao, de Rúa-Cervo, este último muerto de un tiro según especifica el expediente, y Francisco Blanco López, el teniente leonés enterrado en Lugo.

El primer traslado de los restos fue el 24 de marzo de 1959 pero hubo otro más, el 2 de julio de 1960. Los restos enterrados en el cementerio de Lugo estaban en una fosa común, que el Gobierno catalogó en 2009 en el Mapa de Fosas con Víctimas de la Guerra Civil, ubicada en el antiguo cementerio de Ramón Ferreiro. Se trataría de una fosa con víctimas de la guerra del bando de Franco.

Los restos viajaban en urnas donde constaban el pueblo de origen y el número de cuerpos a los que correspondían. La documentación del traslado de los restos en Lugo que obra en el Archivo General de la Administración da cuenta, además, de un escrito del gobernador civil, del 21 de marzo de 1959, en el que consta la renuncia al traslado de restos por parte de tres familias de las víctimas.

Los familiares que querían conservar los restos depositados en fosas comunes y se negaban a su traslado al Valle de los Caídos debían estar preparados el día de la exhumación para retirar los restos de sus familiares. Solo se trasladaron los restos identificados con consentimiento expreso del familiar más cercano. También era necesario el consentimiento familiar en restos depositados en fosas comunes. Si algún familiar se oponía, no se trasladaba ninguno. Sí se trasladarían restos de no identificados enterrados en cementerios o "en lugares sin tal carácter", decía la normativa aprobada, siempre que no fuesen cuidados por nadie.

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