La cafetería Nevada, una referencia en la hostelería de Lugo, cierra tras medio siglo

Su propietario, Carlos Rodríguez Ben, que se jubila, asegura que cuenta con varias ofertas
Carlos Rodríguez Ben, frente a la fachada de la cafetería Nevada, en Campo Castelo. XESÚS PONTE
photo_camera Carlos Rodríguez Ben, frente a la fachada de la cafetería Nevada, en Campo Castelo. XESÚS PONTE

“Dame pena que me toque a min cerrar un histórico, pero hai que pensar coa cabeza, non co corazón”. La cafetería Nevada, sita en la Praza do Campo Castelo de Lugo, ya no levantará la verja, que bajó hace dos meses cuando se decretó el estado de alarma. Su propietario, Carlos Rodríguez Ben, se jubila tras pasar “toda a vida detrás da barra”.

Esta céntrica cafetería “sempre foi unha pequena referencia” en el sector, recuerda este empresario que se despide como decano —”despois dos do hostal Alba”, según precisa— de una de las zonas de hostelería que más adeptos está ganando en los últimos años en la capital lucense.

“O Campo Castelo é unha zona con vida grazas á iniciativa dos novos empresarios que hai na hostalería desta zona”, afirma Carlos Rodríguez, que reconoce que ya tiene varios pretendientes para coger su testigo.

En el interior del local están apiladas las mesas y las sillas de la terraza que, de no pasar a la reserva, podría haber abierto el pasado lunes, con la entrada en vigor de la fase 1 del proceso de desescalada. En la fachada del inmueble cuelga una banda con un significativo mensaje para esta crisis sanitaria: ‘Nunca choveu que non escampara’.

Dame pena que me toque a min cerrar un histórico, pero hai que pensar coa cabeza, non co corazón

La historia del Nevada, cuyas especialidades eran la ensaladilla y los platos combinados, se comenzó a escribir durante las fiestas patronales de San Froilán de 1969. Un emigrante lucense que había hecho sus pinitos en la hostelería al otro lado del charco, Eugenio Guerreiro Soengas, abría esta cafetería tras retornar de Uruguay. Lo hizo en el local de la carpintería O Pacífico y después la ampliaría con el que ocupaba una pequeña tienda de ultramarinos en el mismo edificio.

Carlos Rodríguez llegaba al Nevada en 1974, tras cuatro años ejerciendo como camarero en conocidos locales de la época en la capital lucense, como el Portón do Recanto o el Biguis, y seis meses “inolvidables” en Luxemburgo. Primero estuvo a las órdenes de Eugenio Guerreiro y después de uno de sus hijos, Orlando.

Volvió a probar fortuna en otros históricos de la ciudad, unos que desaparecieron hace ya años, como el restaurante Ferreirós, en la Rúa Nova, o el Stilton, en el Carril do Son, y otro que todavía sigue al pie del cañón, el Mesón de Alberto.

DESPEDIDA. Pero el sino profesional de Carlos Rodríguez era el Nevada. Sus vidas se volvieron a cruzar, esta vez ya de forma definitiva. Ahora se despide después de 40 años consecutivos tras la barra de esta cafetería, los últimos 30 como propietario —hasta hace siete junto a su socio, Jaime Eiras—.

O Campo Castelo é unha zona con vida grazas á iniciativa dos novos empresarios que hai na hostalería desta zona

Anticipa su jubilación porque, según ironiza, se dio cuenta de que “a vida é máis cómoda sentado na terraza da casa”. Añade que “aos 63 anos non necesito ter problemas e o que queda agora é complicado”.

Reconoce que “non é fácil deixar de unha día para outro esta profesión, polo trato co público” y porque a partir de ahora “vou facer a vida na casa, antes facíaa no bar”. Aun así asegura que “desde hai anos” se ha ido “mentalizando de que teño que marchar”.

Varias generaciones de familias lucenses pasaron por esta cafetería que recientemente cumplía sus bodas de oro, de abuelos a nietos, y su dueño recuerda con “especial satisfacción” que fue el local “onde se fixeron moitas parellas”.

Carlos Rodríguez tiene palabras de agradecimiento para sus clientes “fieis e nobres, dos que podes presumir”.

Pasaron varias xeracións de familias lucenses, avós, pais e fillos, e formáronse moitas parellas aquí

Repasando estos más de 50 años de historia, a este empresario se le vienen a la cabeza varias etapas doradas del Nevada, como los años 80, cuando se eternizaban las partidas de cartas, o los 90 con la eclosión de los universitarios en el campus de Lugo.

SALA DE ARTE. La cafetería Nevada también ha sido una improvisada pinacoteca. De sus paredes cuelgan obras de Carreira, Carballeira o el icono de Campo Castelo, Quique Bordell, entre otros artistas lucenses.

Mientras servía cervezas, vermús y vinos, Carlos Rodríguez se iba haciendo con una modesta colección de arte, compuesta por unos 150 cuadros. La pintura es “un vicio” para él, que dice que le ha comprado obras “a artistas que son amigos”.

“Sempre comprei obras asequibles. Prefiro ter metido os cartos en cadros que noutras cousas”, pone de manifiesto este hostelero, que asegura que dice adiós a su establecimiento, pero no a su colección.

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