"En el bus con 50 pasajeros puedo ir sin mascarilla y en la farmacia no"

Un cliente se quejaba este martes en una botica de la capital lucense de que todavía sea obligatoria la utilización de la protección en estos establecimientos
Santiago Torres, en su farmacia de la Avenida da Coruña. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Santiago Torres, en su farmacia de la Avenida da Coruña. VICTORIA RODRÍGUEZ

Las farmacias son casi como la aldea gala de Astérix y Obélix, el último reducto, junto con los centros sanitarios, en el que, tres años después, todavía es obligatorio en España el uso de las mascarillas para acceder a por medicamentos, a medir la tensión arterial o a hacer un control de glucosa.

En la farmacia de Santiago Torres Lavandeira un cliente se quejaba la jornada del martes amargamente de que podía circular en un autobús sin el cubrebocas con medio centenar de pasajeros, mientras que tenía que ponerse este equipo de protección individual para entrar en este tipo de establecimientos, que ni de lejos registran ese aforo.

Como la mascarilla ya no es obligatoria en el día a día, son muchos los clientes que se olvidan de ponérsela cuando llegan a la puerta de las boticas, como explica este farmacéutico, que asegura que, cuando se produce esa situación, se la "facilita" para que puedan entrar a buscar los medicamentos que precisen.

Este profesional lucense, que ya ha cumplido las bodas de plata en el ejercicio de su actividad, defiende el papel que desempeñaron las farmacias en el estado de alarma del que se cumple el tercer aniversario, el momento más crudo de la pandemia.

Una alternativa

"La farmacia fue un punto clave en el covid", asegura Santi Torres, que recuerda que cuando las autoridades sanitarias aconsejaban a los ciudadanos que se quedasen en casa y que no acudiesen a los centros de salud, estos para "solucionar sus problemas de salud" optaban por ir a las boticas.

"Además de los servicios que solemos prestar, las farmacias se caracterizaron en esa época por ayudar a las personas", asegura.

Torres Lavandeira recuerda que muchas veces tuvieron que llamar por teléfono al PAC de Fingoi y formularle a un médico la consulta que le estaba haciendo el cliente que se encontraba en ese momento en su establecimiento.

"Ahora ya no nos acordamos, pero la situación que vivimos en las farmacias fue de máxima tensión", afirma.

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