Dos brotes, uno con casi un mes de evolución, suman en Lugo cien contagios

El más reciente se originó en un funeral en A Coruña y tiene 40 infectados. El más numeroso ronda los 60 casos y contribuyeron a su extensión reuniones en un templo y en casas
Sanitarios en un hospital. EFE
photo_camera Sanitarios en un hospital. EFE

Un funeral en A Coruña es el foco de un brote activo ahora en Lugo, que afecta a unas 40 personas de varias unidades familiares y relacionadas entre sí. Al funeral en cuestión no solo fueron hace más de una semana varios residentes en Lugo sino que, a su vez, algunos de los asistentes que viven en la provincia de A Coruña se trasladaron después a Lugo, con lo que se iniciaron nuevas cadenas de transmisión.

La mayoría de los contagiados, entre los que se encuentra gente de todas las edades, desde ancianos a niños, están en la ciudad de Lugo, aunque el brote afecta igualmente a los municipios de Rábade y Begonte, donde viven parte de los afectados.

Por otra parte, un segundo brote mucho más numeroso, de unos 60 casos hasta el momento, también ha podido o bien iniciarse o bien extenderse a consecuencia de la asistencia de muchos de los contagiados a un mismo lugar de culto. Este es, en realidad, un brote abierto hace cerca de un mes, con contagiados que han pasado el período infectivo y por tanto ya han recibido el alta, pero del que siguen apareciendo nuevos positivos. Ayer mismo, por ejemplo, se sumaron otros cuatro.

El perfil de los afectados es diferente al anterior y se trata solo de adultos jóvenes o niños. No está claro cómo comenzó, aunque se sabe que el templo —de creencia distinta a la de los del otro brote— fue un lugar de contacto de numerosos afectados. Al mismo tiempo, también se cree que pudo contribuir a extender la infección el hecho de que muchas de esas personas acostumbran a reunirse por las tardes en sus casas, relajando las medidas de prevención.

Inicialmente, los primeros casos fueron detectados casi exclusivamente entre los hombres. Con el tiempo, fueron también diagnosticándose los de sus mujeres e hijos, en este caso a veces a raíz de que presentaran síntomas en el colegio.

Se trata de un brote en el que el rastreo está resultando muy complejo y para el que se ha buscado la colaboración de personas con cierto peso dentro de la comunidad para llegar de forma más eficaz a todos los posibles afectados. En la transmisión ha ayudado el hecho de que se trata de familias amplias y que residen en viviendas de un tamaño que no permiten hacer aislamientos estrictos. Al mismo tiempo, muchos tienen trabajos precarios y poco seguros, por lo que es difícil convencerlos de la necesidad de cumplir con una cuarentena que perjudica de forma tan clara su economía doméstica.

Resulta especialmente complicado que la sigan los contactos estrechos que dan negativo y deben seguir sin salir de casa por si desarrollan síntomas durante el período de incubación. Que se trate de gente joven sin síntomas no ayuda a persuadirlos. Igualmente, muchos no tienen teléfono, con lo que llegar a ellos es complicado y otros no hablan el idioma con lo que existen serias dificultades para que comuniquen cuáles son sus contactos estrechos.

Por otra parte, hay numerosos brotes de menor tamaño en el municipio asociados a comidas de no convivientes, a veces entre familiares y otras entre amigos. Aunque los dos brotes anteriores se concentran fundamentalmente en el ámbito del ambulatorio de Illas Canarias, hay abiertas otras cadenas de transmisión en muy distintos puntos de la ciudad, la gran mayoría a causa de esta práctica. Los encuentros de personas no convivientes en los hogares, pese a llevar prohibidos un mes, siguen dando pie a nuevos contagios, facilitados por la relajación de medidas como el uso de la mascarilla en interior.

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