"Atrapada en Lugo a 1.000 kilómetros de casa"

Carmen Lorenzo llegó el 9 de marzo a Lugo para acompañar a su madre al médico y ya no pudo regresar a Barcelona
María del Carmen Lorenzo junto al huerto que cultiva estos días. EP.JPG
photo_camera María del Carmen Lorenzo junto al huerto que cultiva estos días. EP.

“A nivel mental estoy en una cárcel. Mi vida está en Barcelona”. María del Carmen Lorenzo lleva más de un mes y medio confinada en la casa de campo de su madre, en Santa María Alta, sin que pueda regresar a su domicilio en la capital catalana.

Esta barcelonesa llegó el pasado 9 de marzo a Lugo, junto a su marido, para acompañar a su madre, de 86 años, a una cita médica. Esa revisión fue anulada a última hora y ella ya no pudo regresar a la ciudad condal porque se decretó el estado de alarma.

María del Carmen Lorenzo asegura que necesita “irse a Barcelona”, pero ni puede hacerlo, ni aunque pudiese lo haría debido a que probablemente no podría regresar a Lugo si precisase acompañar a su madre al médico.

Este más de mes y medio se le está haciendo cuesta arriba, pese a que reconoce que su aislamiento social en Santa María Alta es un privilegio, porque la casa de su madre cuenta con una finca de unos 5.000 metros cuadrados de superficie. Incluso puede cultivar su propio huerto.

En su viaje desde Barcelona a Lugo hizo un alto en Madrid, por lo que en las dos primeras semanas de confinamiento se mantuvo a distancia de su progenitora como precaución

“Es un lujo, pero a nivel de cabeza estoy atrapada porque estoy confinada a 1.000 kilómetros de mi casa y no puedo hacer lo que me gustaría en mi ciudad, Barcelona, dentro de las medidas establecidas”, afirma esta mujer.

Esa preocupación se ve agravada por el hecho de que encargó a su sobrino, que está teletrabajando, que se instalase en su casa para que no corra el riesgo de ser ocupada, un problema que dice que está “al orden del día” en la capital catalana.

En su viaje desde Barcelona a Lugo hizo un alto en Madrid, por lo que en las dos primeras semanas de confinamiento se mantuvo a distancia de su progenitora como precaución, aunque no presentaba síntomas. “Aún no le he dado un beso a mi madre”, afirma.

Esta catalana se muestra muy crítica con la gestión que está haciendo el Gobierno de la crisis sanitaria. “Me siento abandonada”, dice María del Carmen Lorenzo, que manifiesta su descontento todas las tardes, a las siete, con una cacerolada. Además, ha colgado un cartel en su finca pidiendo la dimisión del Ejecutivo.

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