La mejora de la conexión del centro urbano con la zona fluvial es uno de los objetivos del gobierno de Lara Méndez y uno de los ejes sobre los que gira la estrategia Lugo Muramiñae, que cuenta con financiación de la UE y permitió llevar a cabo varias actuaciones en la ladera oeste de la ciudad. Alguna está ya finalizada, como el renovado paso bajo la N-VI, que supone una evidente mejora para llegar al río y a las instalaciones que hay en la zona, como el Pazo de Feiras y el estadio Ángel Carro.
El paso subterráneo fue construido de nuevo, lo que obligó a cortar la N-VI en algún momento y a hacer un desvío provisional. Se dobló su anchura, hasta 8 metros, y la altura pasó de 2 a 5,3 metros, para disminuir el efecto túnel que tenía el anterior paso. Esa ampliación, unida a la forma en que se acondicionó (con pintura blanca y buena iluminación), ha supuesto una gran mejora estética pero sobre todo ofrece, y ese era uno de los principales objetivos, más sensación de seguridad.
La obra incluyó también el acondicionamiento de un acceso desde la Calzada da Ponte hasta el paso subterráneo y la creación de nuevas sendas a partir de él. Una va casi paralela a la N-VI en dirección a las instalaciones deportivas y otra conduce al río en dirección sur.
En esos caminos se utilizó zahorra y por encima se aplicó una capa de pavimento drenante, adecuado tanto para peatones como para ciclistas.
En el paso y en el entorno se empleó abundante material natural, como piedra y madera, lo que junto al pequeño regato de agua que lo atraviesa y baja hasta el río hace que la infraestructura quede integrada en el entorno.
A diferencia de antes, cuando este paso tenía muy poco uso por su habitual mal estado y por su aspecto lúgubre, ahora tiene ya más tránsito, aunque oficialmente todavía no ha sido inaugurado.
La oposición municipal es crítica con esta y otras obras de accesibilidad realizadas en la zona, como la pasarela construida unos metros arriba, al lado de la rotonda que conduce a Carrefour. Considera que fueron intervenciones caras (en torno al millón de euros cada una) y que se duplican.
Menos comprensión política y también de algunos ciudadanos existe aún sobre otros proyectos promovidos en la zona por el gobierno local, también con financiación europea y municipal. El caso más paradigmático son las llamadas caldas. Son cuatro piscinas de agua caliente (de entre 60 y 90 centímetros de profundidad) y dos pediluvios de agua fría.
Pese a todo, el ejecutivo local está decidido a potenciar el entorno del río tanto para el disfrute de los lucenses como para reclamo turístico. Con ambos fines ha obtenido ya compromiso de financiación de la UE para convertir la antigua fábrica de la luz en un centro de enogastronomía, dentro de un plan de turismo sostenible más amplio que se apoyará en la riqueza natural, patrimonial y natural de la ciudad.
El Concello también ha solicitado fondos a la UE para prolongar el carril bici desde el parque del Rato hasta el puente romano y para unir ambos espacios en la zona de A Tolda. Méndez no renuncia tampoco a habilitar una zona de baño pública en el río, con piscinas flotantes, a pesar de los reparos medioambientales que la Xunta hace a este proyecto y que de momento impidieron que se materializara.
Sin fecha para abrir las caldas
Las caldas están casi terminadas pero aún no hay fecha para su apertura, ya que el Concello tendrá que contratar a una empresa que gestione estas instalaciones.
Además de las bañeras existe un edificio que alberga un atrio, vestuarios, aseos y los equipos de aerotermia que calentarán el agua.
El acceso peatonal y en bici al río se verá mejorado también cuando termine la obra de peatonalización de la Calzada da Ponte.
