Los grafitis, entendidos como arte urbana y no como gamberrismo, están sirviendo para cambiar la imagen de ciudad degradada y a medio construir que ofrecen algunos barrios.
Si el Concello impulsó en un primer momento los murales coloristas en algunas paredes de solares o inmuebles de su propiedad, la iniciativa privada tomó después el testigo y ya se pueden ver estampas artísticas en puertas de garajes o empresas o junto a locales de hostelería como la parrillada Caminito, en la Quinta de Pérez, en donde los artistas urbanos han dibujado a una pareja bailando tango a la luz de un farol, en una calle cualquiera de un barrio porteño.