Arte pictórico en riesgo

Humedad, cal, sales, algas y cianobacterias amenazan el patrimonio artístico de a Ribeira Sacra. La mayor parte de estos frescos son del románico y están comenzando a ser restaurados

A FINALES del siglo XVI, en los templos religiosos se apostó por esconder las pinturas murales detrás de retablos o bajo la cal. Un poco por cuestión estética (al imponerse nuevos estilos artísticos), pero también por higiene, ya que las paredes se encalaban para evitar pestes y contagios en lugares donde se concentraba la gente. Eso provocó que detrás de esa cal y de los retablos se ocultasen verdaderas joyas pictóricas que durante los siglos posteriores pasaron desapercibidas al ojo del hombre.

La situación es más acusada en la Ribeira Sacra porque la existencia de frescos del siglo XVI en los templos de origen románico era muy alta. Según expertos como Lucía Pereira -licenciada en Farmacia e Historia del Arte que realizó una tesis doctoral sobre las pinturas de la iglesias de la zona-, en el interior de Galicia había pocos recursos y los templos se mantenían durante años intactos, con las mismas pinturas y los mismos muros. En otras zonas más prósperas económicamente, los templos se redecoraban, se tiraban tabiques y en ese proceso se destruían manifestaciones artísticas anteriores. En la Ribeira Sacra, los frescos se conservaron y, aunque en muchos casos se les dio un encalado por encima, quedaron ahí, en el fondo de los muros.

Lucía Pereira se fijó en ese patrimonio oculto y en su tesis aplicó por primera vez criterios y técnicas científicas para conocer la situación objetiva de las pinturas y plantear una serie de medidas encaminadas a evitar su deterioro.

Detectó, por ejemplo, que el proceso de encalado que se ejecutó en algunas iglesias tuvo ventajas y desventajas. Entre las ventajas, la cal amortiguó los efectos negativos del medio ambiente en auténticas obras de arte pictóricas de estilo románico, manierista, gótico hispano flamenco o renacentista. También evitó intervenciones humanas desafortunadas. Las desventajas de los murales que fueron encalados radican en que toda esa riqueza estuvo oculta, corrió el riesgo de desaparecer y no se le dio valor.

La investigadora también detalla en su trabajo los factores de riesgo a los que se vieron sometidos los murales que quedaron al aire, sin cal. Estos sufrieron las consecuencias de las oscilaciones bruscas de los niveles de humedad de los templos, temperaturas inadecuadas, colonización biológica o cristalización de sales, un factor que provoca que la superficie de los frescos se abombe y se acabe desprendiendo. Las obras soportaron además golpes, daños hechos con cuchillos e incluso grafitis.

A PIE DE OBRA. Uno de los ejemplos más valorados y conocidos de la pintura mural en la Ribeira Sacra es el templo de Santa María de Nogueira de Miño (Chantada), en el que recientemente se hicieron varias restauraciones. Pese a que todo su interior está cubierto por frescos y que su calidad no pasa desapercibida, sufrió graves agresiones en distintas épocas.

En el muro norte del templo se restauró una pintura en la que en la actualidad se observa una laguna bastante grande (una zona alargada en blanco), debido a que en el pasado se adosó una pila bautismal al muro estropeando parte de la pintura. También se abrió un arco hace siglos que rompió el fresco.

La tesis de Pereira da cuenta de un sinfín de alteraciones en murales de una veintena de templos y, además, recoge otros hallazgos descubiertos al someter las pinturas al microscopio y a un análisis químico. Por ejemplo, en algunos frescos se usaron pigmentos elaborados con materiales naturales abundantes en cada zona, algo habitual, pero en otros se encontraron innovaciones únicas para lograr colores escasos como el azul o los tonos violáceos.

El trabajo también permite datar con mayor precisión varias de las creaciones o identificar las diferentes técnicas empleadas por los artistas, principalmente el fresco y en algunos casos el mezzo fresco.

Pero, por encima de todo, lo que pretende el informe es dar unas pautas para tratar las obras de ahora en adelante, paralizar su deterioro y garantizar su conservación. En este punto Pereira es clara y apuesta por el trabajo de manera preventiva. Es decir, no se debe invertir el dinero directamente en la restauración de las pinturas si no se detienen los factores que provocan su deterioro.

Para ella, lo prioritario es corregir las filtraciones de los templos y que dentro de los mismos haya unos parámetros estables y adecuados de humedad y temperatura, con un buen aislamiento de las cubiertas y de las ventanas. A partir de ahí, se puede trabajar en las pinturas y restaurarlas ya que habrá más garantías de que ese trabajo perdure en el tiempo.

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