Archivada una de las acusaciones contra Liñares por abusos sexuales

La jueza Sandra Piñeiro descarta la existencia de hasta cuatro delitos en las relaciones consentidas que el exconcejal mantuvo con una mujer que trabajó para el Concello
Liñares, en una de sus visitas al juzgado
photo_camera Liñares, en una de sus visitas al juzgado

Apenas una semana después de que el juzgado de instrucción 1 decidiera abrir una nueva causa contra Francisco Fernández Liñares por los supuestos abusos sexuales cometidos contra tres mujeres, el juzgado número 2 ha ordenado el sobreseimiento libre y archivo de las acusaciones referentes a una de esas denunciantes. Tras varios meses de investigación y práctica de pruebas, la jueza Sandra Piñeiro entiende que no hay indicios delictivos en la actuación del exconcejal, y eso que analizó los hechos en base a cuatro delitos posibles.

El auto judicial indica que en ningún modo puede entenderse que Liñares abusara de la denunciante, que reconoció que mantuvo relaciones sexuales con él porque esperaba que la ayudase a conseguir un trabajo. De hecho, logró aprobar unas pruebas para trabajar como personal temporal laboral del Concello, y luego en una empresa privada, siendo en todo momento la relación una decisión «libre y voluntaria» de la mujer.

Esta investigación se inició a raíz de la declaración de esta mujer en la operación Pokemon ante la jueza Pilar de Lara, que dio lugar a otras diligencias, asumidas por instrucción 2, por un supuesto delito de inducción a la prostitución en persona mayor de edad. La mujer declaró que conoció al entonces concejal socialista en 2008 porque quería afiliarse al PSOE, «hundida bajo la presión de la situación por la que entonces pasaba, pretendiendo conseguir trabajo».

Según explicó la denunciante, accedió a mantener relaciones sexuales con el también expresidente de la CHMS «porque tenía las preguntas del examen al que se iba a presentar». Este examen era una prueba para confeccionar listas de trabajadores temporales del Concello, como ordenanzas. Efectivamente, logró pasar las pruebas e inscribir su nombre en esas listas, en un proceso selectivo que se celebró poco antes de que Liñares dejara Lugo para hacerse cargo de la presidencia de la Confederación Hidrográfica. Incluso presentó varios folios manuscritos con preguntas y respuestas del examen, que ella aseguraba que le había entregado Liñares. Sin embargo, la documentación requerida por la jueza determina que el concejal no formó parte del tribunal y que las preguntas del examen se elaboraron el mismo día, justo antes del examen.

No obstante, y una vez determinada la relación, Sandra Piñeiro busca encaje del comportamiento de Liñares hasta en cuatro tipos delictivos diferentes: el señalado sobre la prostitución de personas mayores de edad -que no solo descarta, sino que incluso estaría prescrito-, abuso sexual, negociación prohibida a funcionario y cargo público y soborno. Pero el consentimiento libre de la mujer y la ausencia de coerción por parte de Liñares lleva a la magistrada a decretar el archivo de las acusaciones y el sobreseimiento libre.

Pese a todo, deja abierta la posibilidad de que la denunciante pueda ejercer acciones civiles. Estas podrían consistir, según deja entrever Sandra Piñeiro en uno de sus razonamientos, en pedir algún tipo de compensación económica: «...los posibles engaños o falsas promesas de las que pudo valerse para conseguir los favores sexuales recibidos, si pudiesen ser valorados económicamente», escribe la magistrada, «podrían acercarnos a figuras delictivas muy diferentes a las que nos ocupan, y que protegen bienes jurídicos tan distantes de aquellas como puede ser incluso el patrimonio».

no conoce a las otras dos. Esta mujer era una de las tres que Pilar de Lara incluyó como posibles víctimas de acoso y abuso sexual al ordenar abrir unas nuevas diligencias contra el exconcejal, que se investigarán al margen de la operación Pokemon. Se trata, de hecho, de la única de ellas que Liñares aseguró que conocía personalmente en las declaraciones efectuadas a este diario sobre este asunto; a las otras dos, dijo, ni las conocía ni siquiera le suenan de nada. Estas acusaciones fueron las únicas de el proceso que lograron sacar a Liñares de su mutismo.

La jueza destaca que la decisión de la mujer fue «libre y voluntaria», aunque «profundamente afectada por la necesidad»

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