¡Aquí sí que somos bienvenidos!

Algunos establecimientos de la capital lucense pertenecientes a sectores de actividad como la hostelería, la moda de ropa y calzado o el hospedaje optan por admitir a las mascotas en sus instalaciones
Fernando Galdo y Diego Franco
photo_camera Fernando Galdo y Diego Franco

SON AUTÉNTICOS ‘clientes’ de cuatro patas. Se trata de mascotas, casi siempre perros, que ya cuentan en la capital lucense con algunos locales, pertenecientes a distintos sectores de actividad, que no solo les permiten la entrada, sino que los reciben con gusto... ¡y hasta con un aperitivo! Aún no son mayoría los establecimientos que han hecho suya esa apuesta, pero esperan abrir un camino ya transitado en otros países europeos, pero al que aquí todavía le queda mucho por andar. Ellos, y sus clientes, reclaman para los perros el lugar que, aseguran, les corresponde por derecho en la sociedad.

Olaya Río lo tenía claro desde que comenzó a rondar por su cabeza la idea de montar su boutique de ropa femenina en el centro de Lugo. En septiembre de 2014 abría sus puertas su negocio, Pissenlit, en la Rúa da Cruz, y «ya tenía decidido que admitiría la entrada de perros que viniesen con las clientas». Lo dice quien ha sufrido en carne propia situaciones mucho menos comprensivas con su propia mascota. «Tengo perro y cuando estaba haciendo todas las gestiones previas a abrir la tienda, lo llevaba conmigo pero no podía entrar en casi ningún local a los que yo tenía que ir, y eso es un gran inconveniente. Pensé que a mis clientas no les pasaría lo mismo». Dicho y hecho. Los canes no solo son bien recibidos en su negocio, en el que también con frecuencia suele estar su propio perro, sino que nunca falta en la puerta un cuenco con agua para ellos. Olaya no tiene más que palabras de halago para esos peculiares acompañantes de sus clientas: «Se comportan bien, obedecen y se quedan solos sentados esperando mientras su dueña entra en el probador», recalca.

Olaya Río, propietaria de una tienda de moda, asegura que antes de abrir su negocio ya había decidido que admitiría la entrada de mascotas

Ese buen comportamiento no parece animar, no obstante, a demasiados propietarios de negocios. Esta empresaria constata que «quizás se han sumado algunos locales pequeños, pero sigue habiendo muchos que los rechazan, y de modo muy explícito, con carteles en la puerta».

Yolanda Tages es su amiga y también su clienta. Desde hace medio año convive con una mascota en su piso urbano -Lupe, una galgo de pequeño tamaño- e intenta ir con ella a todas partes en su tiempo de ocio. «Traballo en horario partido -explica-, así que para min é moi importante poder saír a facer xestións levando á cadela, aproveitando para sacala ao seu paseo. Optimizo o tempo e podo compartilo con ela», dice.

Se muestra segura al afirmar que Lupe es obediente y educada y por ello asegura que seguirá programando no solo su día a día sino también sus vacaciones con ella. «Para atopar hotel que admita cans hai menos problema, practicamente en calquera destino hai algún», dice, y puesta a soñar, apunta que «sería fantástico que puideran entrar no supermercado, pero entendo que por, cuestións de sanidade, vai ser moi complicado poder avanzar por aí».

‘’ TAPA TAMBIÉN PARA ELLOS. La Taberna La Lola, en la Ronda de Fontiñas, es ya todo un referente en el sector de los bares que admiten mascotas. Su fama ha traspasado fronteras, como explica su propietario, Anxo Nadela, un lucense con experiencia como empresario en el sector de la hostelería que siempre ha aplicado este criterio amable con las mascotas en sus locales. Pero ha sido con este, abierto recientemente, con el que ha dado la campanada. «Pusimos en nuestra web que admitíamos perros y que teníamos un comedero con snacks y un bebedero con agua de cortesía para ellos y en poco tiempo, la página había recibido 39.000 visitas. Me llamaron para felicitarme o para informarse desde muchos lugares de España... ¡y hasta de Londres!», cuenta no sin cierta sorpresa, ya que «no era nuestra intención impactar, lo hago en todos mis locales por la sensibilidad que tengo hacia los animales, nunca he pensado en ello con una visión comercial. Los perros prestan muchos tipos de ayuda en la sociedad y como parte de ella debiéramos considerarlos y respetarlos».

Teresa Gómez está entre ese porcentaje de «el 50% o incluso más» de clientes que Anxo estima que entran en su taberna con un perro. Este vecina de la Ronda de Fontiñas, donde también tiene su negocio, entra con dos: Toxo y Canela. «Vivo y trabajo por aquí, así que para mí es una suerte que exista La Lola; tengo poco tiempo y de este modo puedo aprovechar para pasear a los perros y relajarme tomando algo. Sobre todo en invierno es una gozada entrar en el local y no tener que quedarme pasando frío en una terraza, como hacía antes».

Esta profesora de inglés considera que otros muchos deberían seguir el ejemplo de este bar «para que la gente se acostumbre más y algunos dejen de mirarnos con malos ojos, casi con asco, a quienes tenemos perro en un piso de ciudad», lamenta.

DESDE EL ESCAPARATE. En el escaparate de entrada de la tienda de calzado y moda Black Market, en la Rúa Nova, el cartel no deja lugar para la duda: bajo la silueta de un perro, la leyenda ‘Aquí somos bienvenidos’ invita a las mascotas a entrar al local con sus dueños. Ni las cuidadas alfombras, ni el exquisito cuero de los sofás ni el material de primeras marcas a la venta son impedimento para que el gerente del negocio, Fernando Galdo, invite a los canes a disfrutar del espacio junto a sus dueños y clientes.

Él tiene su propia mascota y eso le hace ser aun más considerado con las ajenas. Siempre tiene dispuesto el bol con agua fresca para los perros y asegura que «reaccionan muy bien; la gente los tiene educados para vivir en una casa, así que ¿cómo no se van a portar bien en un espacio que no conocen?», cuenta. Aunque también asegura que su decisión no respondió a una estrategia comercial, reconoce que «muchos clientes permanecen más tiempo en la tienda si vienen acompañados de la mascota, están más relajados que si la dejaran en casa y se crea una especie de sinergia positiva entre todos».

 La tienda de calzado y moda Black Market exhibe un cartel que dice, bajo la silueta de un perro,  ‘'Aquí somos bienvenidos'

Diego Franco es uno de esos clientes fieles y con él va Fiona, su bulldog francés. Apunta que es obediente y educada en los lugares públicos «pero, aun así, los dueños de mascotas debemos ser responsables y estar muy atentos a si otro cliente de la tienda se puede sentir molesto, por él y por el propio dueño del local».

Aunque Diego estima que la ciudad se va abriendo cada vez más a los perros, echa de menos esa sensibilidad sobre todo «en locales de hostelería, por el tabú de mezclar perros y comida, algo que en otros países no pasa. Echo de menos en Lugo poder ir a comer fuera con mi perra, porque ellos tienen cabida en todos los ámbitos de nuestra sociedad y animo a la gente a que colabore más con las protectoras, adoptando o acogiendo», concluye.

UNA HABITACIÓN DE HOTEL. Sin duda, uno de los mayores retos de los propietarios de mascota es realizar con ellos sus viajes de ocio. Planear unas vacaciones con perro, por ejemplo, requiere realizar una búsqueda mucho más selectiva del hospedaje. En la capital lucense son varios los establecimientos del ramo que ofrecen esta posibilidad, y entre ellos se encuentra el Hotel Monumento Pazo de Orbán, en pleno centro histórico. Su gerente, Manuel Fernández, siente especial debilidad por los animales y no le tembló el pulso al incluir su propiedad en la lista de hoteles que admiten mascotas. «No me preocupa que puedan dar problemas o hacer destrozos, de hecho, no hemos tenido ningún caso reseñable. Existe un protocolo por el que los propietarios se hacen responsables de la actuación del animal y la gente lo acepta de buen grado, si bien mejor los extranjeros, hay mayor cultura del cuidado de mascotas», cuenta. Entre las muchas que ya han pasado por el Pazo de Orbán recuerda a un perro para el que sus dueños desplazaban todos sus accesorios favoritos, «la cama, el menaje para su alimentación, sus muñecos favoritos y hasta fotos de la pareja con él que colocaron en la habitación durante su estancia», atestigua.

¿Puede haber una mejor muestra de que, para muchos, sus canes son uno más de la familia?

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