Sara López Vázquez nunca se imaginó que, a sus 78 años, tendría que volver a aprender a andar. Pero así fue. El covid la envió un mes a la Uci del Hula donde, finalmente, logró salvar su vida tras sufrir un proceso de neumonía grave. Sin embargo, pese a que consiguió dejar el virus atrás, salió del hospital sentada en una silla de ruedas, sin poder andar ni valerse por sí misma ya que, además de perder la movilidad en las piernas, también se quedó sin fuerza muscular en los brazos y en las manos, convirtiéndola en una mujer dependiente.
"Non andaba nada de nada e tiven que volver a aprender a andar. Tampouco tiña ningunha forza nas mans. Non podía facer nada. Foi como se volvese a nacer. Tiven que aprender a andar, pero tamén a peinarme, lavarme, vestirme, calzarme... porque eu daquela non podía", comenta Sara, que todavía necesita estar enganchada a un respirador de oxígeno dieciséis horas al día.
Verse en esa situación —ella que, hasta entonces, hacía todas la cosas de casa sin dificultad— fue duro. Su caso no fue el primero, ni el único. Muchos de los enfermos que superan el covid, tras haber estado en la Uci, salen del hospital curados de coronavirus pero con importantes secuelas neurológicas. Y Sara era uno de ellos.
El Sergas le ofreció sesiones de rehabilitación inmediatas y gratuitas, con servicio de transporte en ambulancia incluido desde Ourol, en Guntín, donde vive, hasta Lugo. Sin embargo, su familia optó por una recuperación intensiva, completa y rápida y se dirigió a la recién creada unidad de Daño Cerebral Adquirido y Recuperación Funcional, en el hospital Ribera Polusa, donde ofrecen la atención de un equipo multidisciplinar formado por terapeutas ocupacionales, psicólogos, fisioterapeutas especializados en neurorehabilitación y neurologopeda. Y allí se fue Sara, con el ánimo de recuperar su vida anterior. "Estiven tres semanas ingresada no Polusa para recibir sesións de rehabilitación pola mañá e pola tarde. Atopei unha fisioterapeuta moi boa. Cando entrei, non me tiña de pé. Con ela, volvín a andar en só dezanove días", dice.
Desde entonces, esta mujer está ya en casa pero, pese a la mejoría, aún recibe una hora diaria de rehabilitación para seguir adquiriendo más fuerza de día en día, logrando grandes progresos pese a su edad y también su peso.
"Saín do covid e do Hula sendo unha muller totalmente dependente. Tiña moitísima rixidez nas articulacións e nos músculos. Non erguía os brazos. Sentía que non me podía mover nin revolver na cama. Estaban os ósos atados. Era como se estivese agarrotada. Agora déitome soa, pelo as patacas e mesmo podería facer o xantar. Nunca pensei que volvería andar. Isto foi unha miragre", asegura.
Ahora camina una hora todos los días
Entrenamiento
Sara se lo tomó en serio. Ahora, tras la rehabilitación, se va a casa y, con muletas, camina una hora al día. "Canto máis practique, mellor", dice. Nadie como ella sabe lo que es poder andar.