Agentes que tienden manos en Lugo

La Policía Local recibe todos los días llamadas de ciudadanos que no son víctimas de un delito ni quieren interponer una denuncia, pero están en apuros y ven en los agentes su salvación
Dos agentes de la Policía Local conversan con un lucense delante de la residencia de mayores de As Gándaras. SEBAS SENANDE
photo_camera Dos agentes de la Policía Local conversan con un lucense delante de la residencia de mayores de As Gándaras. SEBAS SENANDE

NO SON CASOS aislados, sino todo lo contrario. Los servicios humanitarios forman parte del trabajo diario de la Policía Local de Lugo y los agentes lo asumen sin escatimar esfuerzos. Y es que cada vez que un ciudadano se encuentra en apuros, los policías se afanan en ayudarle sin entrar a valorar si sobrepasan o no sus cometidos. "Cuando un ciudadano tiene un problema y requiere nuestra ayuda espera que le demos una solución. A veces podemos hacerlo y otras veces no, pero siempre hacemos todo lo que está en nuestras manos para no defraudar", comentan.

En un amplio porcentaje de casos, los demandantes de esta ayuda son personas de avanzada edad. "Tenemos muchas intervenciones con gente mayor que vive sola. Nos llaman porque han sufrido una caída y no son capaces de levantarse o porque se han quedado encerrados y no pueden abrir la puerta, entre otras cosas. También nos requieren a menudo sus vecinos cuando llevan tiempo sin verlos y temen que les haya pasado algo. En muchos casos están con sus familiares o se han ido a vivir una residencia, aunque en otras ocasiones, lamentablemente, las sospechas de sus vecinos son ciertas", comentan.

Ante este tipo de situaciones, los agentes siempre fuerzan la puerta y acceden a la vivienda, amparados por la Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana. "Cuando valoramos que hay un riesgo grave para la vida de alguna persona podemos entrar en el domicilio sin necesidad de solicitar una autorización judicial. La ley nos permite la entrada, para comprobar si la persona está bien, pero no el registro de la vivienda", matizan.

"Una vez nos movilizamos por el llanto de un bebé y la madre explicó que estaba aplicando un método para que la niña durmiera sola"

En el transcurso de estas intervenciones, los policías lucenses se enfrentan a situaciones de lo más dispar. "Nos encontramos gente con muchas limitaciones y tratamos de ayudar en lo que necesitan en ese momento. Hace poco, acudimos a un domicilio porque una anciana se había caído del sofá y su hija no era capaz de levantarla. Una vez allí, tras incorporar a la mujer, la hija nos pidió si le podíamos ayudar a hacer la cama y se la cambiamos nosotros", cuentan.

Los agentes no tienen reparos en ayudar y los ciudadanos tampoco regatean en agradecimientos. "Aquí la gente mayor es excesivamente agradecida. Nos dan una y otra vez las gracias y nos insisten para que nos quedemos a tomar café. Es nuestro trabajo", apuntan, "pero también es una satisfacción comprobar que podemos ayudar a los demás".

Con la gente de avanzada edad, otra intervención habitual deriva de sus problemas de orientación. "Muchos mayores salen de su lugar de residencia para dar un paseo y después no son capaces de regresar porque se desorientan. Nosotros los acompañamos a pie, o incluso los llevamos en coche cuando han recorrido una distancia considerable", explican.

"Aquí la gente mayor es excesivamente agradecida cuando la ayudamos. Hasta nos insisten para que nos quedemos a tomar un café"

Todas estas intervenciones acaparan un porcentaje considerable del trabajo de este cuerpo, pero los auxilios humanitarios que presta la Policía Local no se centran únicamente en los mayores. Así, otro colectivo que moviliza prácticamente a diario a los agentes son las personas sin hogar. "Acudimos a muchas llamadas de viandantes que ven a personas durmiendo en bancos, en cajeros automáticos o en los rellanos de los edificios. Nosotros acudimos al lugar y tratamos de convencerlos para que vayan al Hogar del Transeúnte, donde les proporcionan comida, cama y agua caliente. Sin embargo, aunque resulte difícil de comprender, muchos no quieren ir, por lo que nos resulta muy complicado ayudarles", reconocen.

Aun así, los agentes nunca dejan de cubrir las llamadas de este tipo, a las que se suman los auxilios a personas en estado de embriaguez, a gente que amenaza con suicidarse, a ciudadanos que no recuerdan dónde han dejado estacionado su turismo, o a conductores que sufren un pinchazo o una avería y no son capaces de solucionarlo. "Nos llaman absolutamente para todo, pero es positivo que los ciudadanos vean a la Policía Local como un cuerpo cercano al que pueden recurrir cuando lo necesiten", afirman.

ÁRBITROS. Los agentes consideran que muchas veces su trabajo puede pasar desapercibido, pero la cantidad de llamadas que reciben ponen de manifiesto que la ciudadanía no ignora su existencia. De hecho, cada vez son más los lucenses que recurren a la Policía Local ante cualquier conflicto entre particulares.

"Tenemos muchísimas intervenciones de mediación en conflictos particulares. La gente nos llama cada vez que tiene un problema con un vecino, un compañero de trabajo, con el propietario de un comercio, etcétera. Por lo general, no son hechos delictivos ni los implicados tienen la intención de interponer denuncia; tan solo esperan que los agentes medien y pongan fin a una situación que les resulta molesta. Y de hecho", afirman, "estas llamadas se solucionan prácticamente siempre con presencia policial, sin necesidad de otros trámites".

Los lucenses requieren a los agentes cuando les molesta el perro de su vecino, cuando se encuentran con un turismo en su plaza de garaje o cuando los llaman insistentemente al timbre sin ningún motivo. Y siempre acuden. "Atendemos todas las llamadas, ya que nunca sabes el alcance de la situación hasta que intervienes. Hace poco", recuerdan los agentes, "nos llamaron porque un bebé lloraba de forma desconsolada todas las noches. Acudimos al domicilio y la madre nos dejó pasar sin ningún problema. Vimos que la niña estaba bien atendida, cuidada y alimentada. Entonces, la progenitora nos explicó que estaba aplicando un método para que durmiera sola en su cuna por las noches y tenía que dejarla llorar hasta que se fuera acostumbrando". En este caso, como en otro muchos, la intervención policial cumplió su cometido y sacó de dudas al vecindario.

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