Agentes de ciudad, pero todoterreno

Con la mitad de los efectivos que fija la ley (son 80 agentes, en lugar de 170), la Policía Local realiza alrededor de 40 servicios diarios, además de atender multitud de consultas
Un agente para a un vehículo. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Un agente para a un vehículo. VICTORIA RODRÍGUEZ

REGULAN A DIARIO el tráfico y velan por la seguridad vial en la capital lucense, pero el trabajo de los agentes de la Policía Local va mucho más allá de lo que estima la ciudadanía y abarca funciones tan dispares que exigen un cuerpo todoterreno. 

Desde recoger animales abandonados o auxiliar a personas mayores, hasta controlar el volumen de la música y los horarios de cierre, pasando por vigilar la venta ambulante, las licencias de obra, o las penas de localización permanente. Los cometidos de los agentes son muchos y ellos son pocos, pero a pesar del escollo aseguran que se dejan la piel en el intento para que ninguna llamada se quede sin atender. 

Bajo el mando del inspector Jesús Piñeiro Santos –jefe del cuerpo desde el pasado mes de junio–, la Policía Local intenta reorganizarse y desvincularse al fin de viejos conflictos que ya dan por zanjados. Su objetivo pasa ahora por ganar la confianza de la gente con cercanía y esfuerzo. "Una función primordial para nosotros", comenta Piñeiro, "es estar en la calle, cerca del ciudadano, para poder atenderlo y conocer sus demandas". 

Y trabajo no les falta, ya que tres horas con una patrulla son más que suficientes para comprobar la cantidad de lucenses que se acercan a los agentes en la vía pública. Les preguntan de todo: direcciones de calles, de edificios administrativos, de comercios... y les hacen llegar todo tipo de quejas: por baldosas sueltas, animales supuestamente mal atendidos, coches abandonados... Y entre respuesta y respuesta, los agentes realizan todas las intervenciones que les asigna el operador de sala. 

Seguimiento de las penas de localización permanente

La patrulla comienza la jornada desplazándose hasta un domicilio de la capital para comprobar si una lucense que tiene que cumplir una pena de localización permanente se encuentra en el interior de su vivienda. La mujer les abre la puerta. 

"Por lo general", comentan los agentes, "el resultado es positivo, aunque hay personas que incumplen estas penas por sistema, a pesar de que incurren en un nuevo delito de quebrantamiento de condena. Nuestro trabajo consiste en realizar un seguimiento. Acudimos a los domicilios mañana, tarde y noche. Solo en un fin de semana podemos realizar más de cincuenta comprobaciones de este tipo". Tras confirmar que la mujer está en casa, la patrulla zanja su intervención. 

Control de venta ambulante y de las ordenanzas municipales

Es día de mercado y la patrulla se desplaza hasta Quiroga Ballesteros para controlar el tráfico y la venta ambulante. "Una parte importante de nuestro trabajo", apunta Piñeiro, "es el control del cumplimiento de las ordenanzas municipales. Es un campo muy extenso, que abarca desde ocupación de la vía pública y venta ambulante, hasta animales, parques y jardines, y comprobaciones sobre solicitudes y expedientes. Es una labor que no se ve, pero que distrae mucho tiempo y muchos efectivos".

Los agentes suplen con cercanía y esfuerzo la falta de medios e intentan ganarse a pulso la confianza de una ciudad que, aunque arrastra recelos, los quiere cerca

En las inmediaciones del mercado, los agentes se acercan a una mujer que vende ropa en la acera sin autorización. La instan a recoger las prendas y le piden los datos para cumplimentar un acta de denuncia. 

Muy cerca, un hombre de avanzada edad tiene a la venta hortalizas en una carretilla instalada en plena calle. Los agentes saben que su intervención molestará a los ciudadanos. "En estos casos, la gente se solidariza con estas personas, sobre todo cuando son mayores, pero nosotros tenemos que realizar nuestro trabajo. Si vende en la vía pública está perjudicando a otros vendedores", apuntan. 

La patrulla no se equivoca y, nada más acercarse al hombre, varios viandantes se paran y les increpan. "¿No habrá cosas más importantes que hacer que molestar a este pobre hombre?", "decidle a la alcaldesa que se preocupe de arreglar las calles y limpiar la ciudad, en lugar de multar a la gente", o "dejadle en paz, que tiene que ganarse la vida" son algunas de las frases que el grupo vertió sobre los agentes. 

El anciano contaba con autorización para vender dentro de las instalaciones del mercado, por lo que varias personas se ofrecen a ayudarle para trasladar su improvisado puesto. El hombre no fue sancionado, sino únicamente advertido. 

En el transcurso de estas dos intervenciones en Quiroga Ballesteros, los policías solventan también media docena de consultas sobre direcciones y recogen quejas por el mal estado de las aceras y las calles en varios puntos de la ciudad. "Yo vivo en Otero Besteiro y esa calle da pena. A ver si alguien hace algo", les pide una mujer. 

"Los gorrillas son igual que una empresa con un plantel de trabajadores. Algunos tienen 20 actas y siguen. Hay que hacer algo", comenta Jesús Piñeiro

Antes de marcharse, los agentes observan que un soporte de hierro de la barandilla de acceso a la plaza de abastos está tirada en el suelo y apoyarse resulta peligroso. Colocan una cinta para alertar a la población y comunican la incidencia para avisar a los técnicos. "Nuestra presencia en la calle también es importante porque detectamos este tipo de incidencias, que desde el vehículo oficial pasan desapercibidas", comentan. 

Vigilancia de la actividad de los gorrillas en el entorno del Hula

El turno de mañana de la Policía Local acude también al entorno del Hula para vigilar la actividad de los gorrillas, que acapara infinidad de quejas ciudadanas. El jefe del cuerpo reconoce que todas las medidas que se han implementado hasta el momento para frenarlos no han dado sus frutos. "Nosotros hacemos todo lo que podemos hacer, pero no desisten. Funcionan igual que una empresa con un plantel de trabajadores y son siempre las mismas personas. Alguno tiene ya 20 actas de denuncia y continúa igual, así que hay que tomar otras medidas. Recientemente", recuerda Piñeiro, "pusimos sobre la mesa la posibilidad de que se les retire la ayuda del Risga, a ver si por ahí se puede hacer algo".

A las once y media de la mañana, los gorrillas ya habían dado por finalizada su jornada laboral y los conductores podían estacionar tranquilos. Sin embargo, el recorrido de la Policía Local por el entorno del hospital lucense no fue en vano. 

"La zona de ocio más conflictiva ahora es toda la que rodea a Camiño Real, por horarios y por los altercados que se generan", explica el jefe del cuerpo

Desde el coche oficial, uno de los agentes observa que una furgoneta estacionada tiene la puerta abierta y no hay nadie en el interior. La patrulla se acerca para comprobar si se trata de un robo, pero localizan al propietario en las inmediaciones y el hombre les explica que el vehículo se había atascado en el terreno y no conseguía sacarlo. Los dos policías se ofrecen a levantar en volandas la parte trasera del furgón y el conductor logra salir del atolladero. 

Combatir delitos de proximidad, como los robos y hurtos

_49I3167Entre las funciones de este cuerpo se enmarca también la seguridad ciudadana. "Combatimos delitos de proximidad, como robos y hurtos, y montamos dispositivos conjuntos con la Policía Nacional en zonas sensibles para la comisión de delitos o cuando hay repuntes", explica Piñeiro. 

Los agentes señalan que, en este ámbito, resulta fundamental la colaboración ciudadana, aunque en ocasiones reciban informaciones erróneas. "En una ocasión", recuerda un policía, "recibimos la llamada de un ciudadano diciendo que delante del Hula había cuatro personas de etnia gitana intentado forzar la puerta de un vehículo. Cuando llegamos, el grupo aseguraba que el coche era suyo, pero por la matrícula comprobamos que no. Al final, descubrimos que tres plazas más abajo había un coche del mismo modelo, color y características, por lo que ellos pensaban realmente que estaban intentando abrir su vehículo. Aunque se den estas situaciones, siempre hay que acudir ante la más mínima sospecha y agradecemos que los ciudadanos nos comuniquen cualquier incidencia". 

Intervenciones en locales de ocio y por exceso de ruido

Y además de la actividad delictiva, la falta de civismo también moviliza a diario a la Policía Local. "Tenemos muchas intervenciones por ruidos, tanto en viviendas particulares como en locales. En los domicilios, generalmente, el problema cesa cuanto intervienen los agentes. En los locales es distinto. Algunos tienen equipos de música aunque no están autorizados para ello, así que los precintamos, y otros incumplen el horario de cierre y levantamos un acta de infracción. Es importante que todos cumplan el horario para que cada uno tenga su espacio y todos puedan trabajar", dicen.

"Las intervenciones relacionadas con animales y los auxilios a personas mayores han aumentado muchísimo", confiesa Piñeiro

El inspector Piñeiro reconoce que al problema de ruidos se unen los altercados y peleas que se generan en el entorno de algunos locales. "La zona de ocio más conflictiva ahora es Camiño Real y los alrededores, como Rúa Tui y Poeta Cabanillas, donde hay varios locales de ambiente latino. En otras zonas de ocio, como el casco histórico y Marina Española, hay menos intervenciones que antes". 

Auxilios a personas en apuros e intervenciones con animales

A lo largo de la mañana, la Policía Local recibe también varias llamadas por animales supuestamente abandonados. Tal y como explica el jefe del cuerpo, estas intervenciones son cada vez más habituales. "Nos llaman por perros mal cuidados, gatos callejeros, palomas heridas, culebras, jabalíes... tanto por animales domésticos como salvajes. Un caso llamativo es el de un piso de la capital que está deshabitado y fue completamente okupado por las palomas. El propietario falleció, los herederos dejaron una puerta abierta y el piso, en la séptima planta de un edificio, se convirtió en un palomar, con el problema que ello supone para el vecindario. El caso está en el juzgado", apunta. 

Y otras intervenciones que van a más son los auxilios a personas en apuros. "Son servicios que han aumentado muchísimo en los últimos años, sobre todo el auxilio a personas mayores que viven solas. Pero los ciudadanos también nos piden ayuda por muchos otros motivos: personas que no recuerdan donde aparcaron el coche y quieren que le ayudemos a buscarlo, otras que meten la tarjeta de crédito en la máquina de la zona Ora sin darse cuenta de que no funciona y luego no logran sacarla, vecinos que llegan a su garaje y encuentran un coche estacionado en su plaza, personas que olvidan las llaves de su domicilio, y un largo etcétera". 

Entre servicios y consultas, la centraliza del 092 recibe alrededor de un centenar de llamadas al día y los agentes de la Policía Local se organizan para cubrir una demanda que afrontan con ganas. 

Un total de 24 cámaras vigilan el tráfico de Lugo
Desde la sede de la Policía Local controlan la situación del tráfico en las principales arterias de la ciudad. La sala de comunicaciones y videovigilancia dispone de 24 cámaras (19 de tráfico y 5 para los bolardos) que graban durante las 24 horas del día y ayudan a detectar infracciones y a dilucidar casos como atropellos o accidentes con fuga.

Equipo de atestados
La Policía Local asume la instrucción de todas las diligencias por delitos contra la seguridad vial en casco urbano. "El equipo de atestados realiza un trabajo impecable", comenta Piñeiro, quien reconoce que la conducción bajo los efectos del alcohol o de las drogas encabeza en Lugo la lista de infracciones al volante.