Adiós a la 'orella' de A Nosa Terra

El local de hostelería cesa este miércoles su actividad tras cuatro décadas en la Rúa Nova
Manolo y Celia se despiden de la clientela por jubilación y tras unos días de vacaciones
Manolo López Río y Celia Neira López, los dueños de A Nosa Terra. SEBAS SENANDE
photo_camera Manolo López Río y Celia Neira López, los dueños de A Nosa Terra.

Se acabaron las tapas de orella en A Nosa Terra. Este bar de la Rúa Nova –famoso por sus tapas de oreja de cerdo entre su clientela– echará este miércoles el cierre definitivo, tras quince días de vacaciones y ante la jubilación total de Manolo López Río, propietario del establecimiento, que compartió 40 años detrás de la barra de este bar y restaurante con su mujer, Celia Neira López.

Atrás quedan jornadas maratonianas de nueve de la mañana a tres de la madrugada compartidas, mano a mano, por este matrimonio en un local que, por encima de todo, fue su casa durante todos estos años. Una vida volcada en este negocio y en sus clientes, algunos de ellos ya tan fieles que van por la cuarta generación.

"A xente apostou moito por nós: tanto os proveedores como os clientes ou os compañeiros do gremio da rúa dos viños. Temos clientes da mesma familia e de catro xeracións distintas e tamén se nos deu o caso dalgún veterano xa de 90 e pico de anos que non perdoaba nunca a tapa de orella da fin de semana. Nin cando se puxo malo e lla encargou ao fillo, que a veu buscar. Realmente, cóstanos asumir a vida sen este bar. Deunos moita felicidade e aquí naceron os nosos fillos. Seguro que imos ter moita morriña do local e da xente. Levamos 40 anos vivindo aquí. Esta era a nosa casa", afirma Celia al encarar la despedida.

Manolo se jubila, pero Celia todavía no. De momento, será un cambio de vida. En unos meses, se plantearán si traspasan o no el establecimiento, uno de los de más solera en la Rúa Nova. "Eu nunca digo que non vaia volver. O que pasa é que este é o momento da xubilación. Agora teremos que facer plans fóra do traballo, algo novo, porque, desde que collimos o bar, en 1980, isto era todo para nós. A nosa vida fixémola aquí", afirma Celia.

REGALO DE BODA. Manolo y Celia llegaron a este bar en 1980 y recién casados. Él, natural de Pedrafita, tenía 25 años y sumaba tres años de experiencia al frente del Vilaseñor, en la rúa Portugal, además de otro tiempo en Suiza, a donde emigró con 17. Ella, oriunda de Friol, nunca había trabajado en hostelería pero el amor la llevó por este camino tras conocer a Manolo en la barra del Vilaseñor. Y así, con 700 pesetas en el bolsillo del regalo de boda, se decidieron a coger el antiguo bar Neno, que ellos bautizaron como A Nosa Terra.

"Buscabamos un nome en galego e ocurríusenos ese, A Nosa Terra. Empezamos con 700 pesetas, que foran do noso agasallo de voda. O primeiro día que abrimos fixemos barra libre de sete a dez. Pechamos ás dúas da mañá coa mercaduría esgotada e 12.000 pesetas na caixa. Aquelo foi alucinante", recuerda Manolo.

Desde entonces, el negocio fue subiendo como la espuma. Incluso, cuando cerraron durante tres años, entre 1999 y 2002, para reconvertir el bar en restaurante, siguieron haciendo caja en el bar de enfrente, el Koka, con una gran aceptación por parte de toda la clientela.

"Collémolo en aluguer mentres que reformabamos o noso. Ata daquela, era un bar que non tiña xente, non tiña moita aceptación. Pero entramos nós e non dabamos servido. Seguianos a xente. Por iso, temos moito que agradecerlles a todos", apunta Celia.

¿Cuál fue el secreto de su éxito? Según Manolo y Celia, "que sempre fomos moi familiares e a xente sentiuse ben acollida".

El local de A Nosa Terra lleva, al menos, 80 años dedicado a la hostelería. Que Manolo recuerde, antes de su bar, hubo O Neno y antes de este, hubo otro, el Portabales. Sin embargo, ninguno de ellos se mantuvo abierto más de diez años.

CLIENTES FAMOSOS. "Nós levamos catro décadas ao pé do cañón. Temos clientes que veñen de A Coruña, de Santiago e mesmo doutras partes de España. Por aquí, pasaron varios embaixadores e personaxes como Alfonso Guerra, José María Carrascal, José María Íñigo –que era un forofo do noso lacón–, Pedro Piqueras, Concha García Campoy, Carmen Albor ou Aitana Sánchez-Gijón e de todos eles temos grandes lembranzas", recuerda Celia, con nostalgia.

Cocía 100 kilos de oreja por semana

La jornada en A Nosa Terra comenzaba todos los días a las nueve de la mañana. A esa hora, Manolo encendía la cocina y ponía agua en la olla para cocer el lacón. El primero de los tres que se cocían por día. A la una, tenía que estar ya listo para las tapas. El lacón cocido era plato fijo en este bar pero también lo eran las orellas. Hasta el punto que, todavía poco antes de cerrar, Manolo echa cuentas y calcula una media de consumo de 100 kilos de oreja de cerdo por semana.

5 pesetas era el precio de otro clásico de A Nosa Terra, la taza de caldo limpio o consomé, que se hacía del cocido del lacón. "Entraba de marabilla para curar as resacas. Moita xente tomábaa en lugar de tomar un viño", cuentan Manolo y Celia.

Si el consomé era famoso, tampoco era menos la taza de Ribeiro blanco, de la que llegaron a servir 100 litros diarios.

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