Una accidentada pasión: de lesionarse la rodilla a exponer en Suecia o Alemania

José Luis Vázquez Meijide le dio una nueva oportunidad a la pintura tras una rotura y ahora se estrena en su Lugo natal tras mostrar sus cuadros en varios puntos de Europa
Mei, con dos de sus cuadros dedicados al Breogán y al Lugo. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Mei, con dos de sus cuadros dedicados al Breogán y al Lugo. VICTORIA RODRÍGUEZ

La manera en la que Mei acabó aficionándose a la pintura es exactamente la contraria a las historias habituales que suelen aparecer en la prensa de aficionados a los que acaba yéndoles muy bien en una disciplina. Estas tienden a ser fruto de un empeño, de tener las cosas claras desde el principio. Puede que el éxito no llegue enseguida, pero los protagonistas no abandonan, perseveran en su afición.

Él no. Este lucense se apuntó en el 2003 a un curso de pintura en Vilagarcía de Arousa, donde vive con su familia y es profesor de Educación Física en el instituto de secundaria A Illa, y se empecinó en empezar con el óleo pese a que su profesor le advirtió que se trataba de una técnica compleja, que le quedaba un poco grande a alguien que estaba empezando. "Efectivamente, tenía razón. A los tres o cuatro meses lo dejé, me aburría", explica.

Fue más adelante, cuando tuvo la oportunidad de conocer primero la obra del pintor coruñés Jorge Cabezas y después al propio autor, cuando se percató de que la pintura podía ser más espontánea, menos encorsetada, y la retomó. Pero el tiempo era escaso. Un profesor joven, con responsabilidades laborales, familiares y con una pasión absoluta por el deporte en general no tiene quizás la disposición de ánimo para pasar parado delante del lienzo el tiempo que se necesita para que verdaderamente cuaje una afición.

DEPORTISTA AFICIONADO. Mei jugaba al baloncesto como amateur, compitiendo a nivel gallego, y los entrenamientos y partidos se llevaban bastantes horas de su tiempo libre. A la pintura le quedaba poco, apenas los restos. Calcula que estuvo unos 15 años con una producción de un cuadro al año. "Así no hay manera de avanzar, ni de aprender. Para alguien como yo, que no tiene ninguna preparación artística, el aprendizaje se hace a través del ensayo/error: pruebas una cosa, funciona, la repites al día siguiente... Pero con un cuadro al año no hay manera", explica.

La muestra se titula Manazas y se abre al público en O Vello Cárcere hasta el 7 de enero

Fue una lesión, una rotura de rodilla, la segunda vez que se rompía la misma quien le regaló el don del tiempo y la capacidad de pintar a diario. En 2018 colgó las imágenes de cinco de sus cuadros en una web y al poco recibió una llamada de una curadora de la galería Gaudí de Madrid diciéndole que su estilo coincidía con el que querían mostrar en su establecimiento y proponiéndole participar en una exposición colectiva. Él no daba crédito, se tuvo que informar de qué trabajo era exactamente el de una curadora.

Con ellos no solo expuso en Madrid, también lo hizo en Suecia y en Alemania. Desde este martes lo hará su ciudad, en el centro cultural O Vello Cárcere, en la que es su primera muestra individual y que no le puede hacer más ilusión. "Soy de Lugo. Si hubiera podido elegir un sitio para mi primera exposición no elegiría otro, me parece perfecto", explica.

La exposición se titula Manazas porque además de algunos cuadros que muestran manos grandes el título alude también a su forma de trabajar frente al lienzo, ensuciándolo, equivocándose y corrigiendo. "Yo sigo jugando a ser un artista. No pido que a la gente le guste, lo más importante es que le sorprenda. Lo ideal es que haga ambas cosas pero lo primordial es sorprender", asegura. La muestra podrá verse hasta el 7 de enero en las celdas del centro cultural.

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