Unos 60 padres denunciaron el año pasado en Lugo a sus hijos por alguna agresión

La violencia filio-parental se estabiliza, pero los profesionales estiman que solo se denuncia el 10% de los casos, por vergüenza o por lástima
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photo_camera Simulación de una agresión. EP

Unos 60 padres y madres denunciaron el año pasado en el municipio lucense a sus hijos por algún tipo de agresión. Esta cifra se mantiene estable desde hace unos años, aunque según los profesionales que trabajan a diario con esta problemática —fuerzas y cuerpos de seguridad, sanitarios y psicólogos— el 90% de los casos no se denuncia y permanece oculto en el ámbito privado, ya sea por vergüenza, por lástima, o incluso por miedo.

Los padres que se deciden a denunciar a sus hijos se encuentran en una situación límite. En la comisaría de la Policía Nacional de Lugo, los encargados de atender a estos progenitores son los agentes de la Unidad de Familia y Mujer (Ufam), que además de investigar las agresiones machistas y los delitos sexuales asumen los casos de violencia familiar, entre la que se enmarca la agresividad filio-parental. A lo largo de 2019", explica el subinspector de la unidad, José Carlos Fernández, "registramos más de 60 denuncias por violencia familiar. Tuvimos un caso de malos tratos entre una pareja homosexual, que no se tipifica como violencia de género, pero los demás, casi todos fueron agresiones de hijos a padres, algunas de ellas cometidas por menores de edad".

"Se dan bastantes quebrantamientos. Es muy difícil para una madre no abrir la puerta a un hijo que no tiene dónde dormir"

Cuando reciben una denuncia, los agentes activan el protocolo para estos casos. "Al igual que en los supuestos de violencia de género, se tramita una orden de alejamiento y el agresor tiene que abandonar el domicilio. Además, también realizamos un seguimiento de las víctimas, cada sesenta días como máximo, para comprobar que no se registraron más incidencias".

Aun así, el subinspector de la Ufam reconoce que se trata de situaciones muy complicadas, en las que registran bastantes quebrantamientos de medidas cautelares o condenas. "Los agresores se tienen que marchar de la vivienda familiar y muchas veces no tienen otro lugar en el que poder vivir, sobre todo si es durante un periodo prolongado de tiempo. Al final vuelven a casa y es muy difícil para una madre no abrir la puerta a un hijo que no tiene donde dormir", comenta.

PERFIL. En cuanto al perfil de los agresores, José Carlos Fernández señala que se trata de una problemática que atañe a todo tipo de familias y desmiente la creencia, bastante generalizada, de que afecta únicamente a personas con pocos recursos o con otro tipo de problemas familiares. "No es cierto que la violencia filio-parental afecte tan solo a las familias desestructuradas. Es más", apunta, "en la mayor parte de los casos que atendemos en la comisaría de Lugo, los progenitores mantienen una relación normal, no están separados y no tienen problemas laborales ni económicos".

La Fundación Amigo —que realiza todos los años un informe a nivel nacional sobre este tipo de violencia— también confirma que afecta "a todas las clases sociales". De hecho, explica que algunos estudios revelan incluso que se aprecia "una mayor prevalencia" entre personas de la clase media o media-alta.

"Es fundamental la educación, pero detrás de estas conductas, casi siempre hay trastornos psiquiátricos o adicciones"

¿Y cuales son los motivos que llevan a un hijo a atacar a sus progenitores? Tanto desde la Ufam como desde la citada organización reconocen que la educación de los hijos juega un papel fundamental y apuestan por la prevención basada en el afecto, la comunicación y la disciplina. "Las causas de este tipo de violencia", comentan los psicólogos de la fundación Amigo, "pueden achacarse a la incoherencia de los padres a la hora de aplicar un sistema educativo determinado y al hecho de que se le permita al niño creer que está a la misma altura de los padres, como si fuesen sus amigos".

Sin embargo, la idea del niño consentido y sobreprotegido que se convierte en un adolescente tirano y agresivo tampoco es así de simple, ya que detrás de muchas agresiones hay algún tipo de trastorno. "En la mayor parte de los casos que atendemos aquí", afirma el subinspector de la Ufam de Lugo, "el agresor tiene alguna adicción —como por ejemplo al alcohol o a las drogas— o padece algún tipo de trastorno psiquiátrico o psicológico que influye en su conducta y que no se detectó antes". Sin duda, la violencia filio-parental es un problema complejo y multifactorial que requiere respuestas desde diversos ámbitos.

Ellos ejercen más violencia física y ellas, psicológica
Según el estudio de la Fundación Amigo, los investigadores coinciden en que, por lo general, las chicas ejercen contra sus madres una violencia "con contenido psicológico y emocional", mientras que la ejercida por los chicos es una violencia "más física". 

Los profesionales alertan también sobre los abusos económicos, "otra forma de maltrato", dicen.

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