Unos 400 vecinos esperan por tarjeta del bus, que usan ya el 60% de los viajeros

El servicio sigue sin recuperar las cifras prepandemia, ya que en este primer trimestre tuvo un 23% menos de usuarios
Viajeros se suben a un bus urbano de Lugo. SEBAS SENANDE (AEP)
photo_camera Viajeros se suben a un bus urbano de Lugo. SEBAS SENANDE (AEP)

El bus urbano de Lugo tuvo en el primer trimestre de este año 402.290 viajeros, un 23% menos que en el mismo periodo de 2019, el anterior a la pandemia, pero puede que esté fidelizando usuarios. Cada vez son más los ciudadanos que disponen de tarjeta para emplear este servicio.

De las 147.560 personas que se subieron al bus en marzo, 59.844 pagaron en efectivo y 87.716 con tarjeta, según los datos aportados por el área municipal de movilidad, que dirige Rubén Arroxo, y aprecia un incremento en el uso de ella. De hecho, en este momento unos 400 ciudadanos esperan por una tarjeta, ya que el Concello agotó las existencias hace tiempo y la falta de microchips a nivel mundial hizo que el proveedor no pudiera suministrarlas. El gobierno informó de que el compromiso del distribuidor era que la semana pasada salieran 11.000 tarjetas para Lugo desde Alemania.

UTILIDAD. La tarjeta ciudadana fue creada en tiempos del alcalde José López Orozco para pagar distintos servicios municipales, pero solo llegó a estar habilitada para el bus, para las piscinas y para la Ora, cuando esta existía.

La tarjeta no solo facilita el pago del autobús, sino que permite descuentos. Aunque el billete en Lugo es de los más baratos de España (64 céntimos), con la tarjeta se reduce a 45 y a 31 en el caso del bono social (para desempleados, estudiantes, pensionistas y discapacitados). Además, el transbordo pasa de 19 a 10 céntimos, aunque la voluntad del gobierno es suprimir este pago, sobre todo ahora que, tras el cambio de rutas realizado en junio pasado, para algunos recorridos son necesarios los transbordos.

El servicio de bus es cada vez más importante en una ciudad donde el gobierno local apuesta por una movilidad más sostenible y, en esa línea, está reduciendo espacio para los coches.

La mejora del servicio fue además una de las grandes promesas electorales del BNG. El verano pasado reorganizó las rutas y las frecuencias con el fin de mejorar el servicio en las zonas más pobladas y de los principales centros de trabajo y de servicios, como los polígonos empresariales y el Hula, pero la reestructuración no satisfizo a todo el mundo por igual. El gobierno local anunció hace unas semanas algunos ajustes para mejorar algunas rutas, como la de Castelo y A Residencia, aunque todavía no los ha llevado a cabo.

El descenso de viajeros del bus urbano durante la pandemia (del 18%) fue menor a la media nacional (24%), pero de momento los cambios tampoco están sirviendo para recuperar las cifras anteriores. El servicio sigue teniendo limitaciones, como la mayor necesidad de transbordos en algunas rutas y el pago por ellos, así como las relativas a los sistemas de información en tiempo real. Además, la reestructuración se hizo en el marco del contrato que el Concello adjudicó a Monbus, que ya venía prestando el servicio, durante el último gobierno de Orozco, con un tope de kilómetros, de manera que para aumentar los servicios en unas zonas se redujeron en otras. El área de movilidad alega riesgos de recursos judiciales en una hipotética ampliación del contrato, que por otra parte tampoco acaba de ver muy necesaria, dice.

Materiales. El problema de los microchips
El Concello de Lugo lleva en torno a año y medio esperando por tarjetas para el bus debido a la escasez mundial de microchips. Taiwán, Corea del Sur y China son los principales productores de unos dispositivos que escasean porque durante la pandemia hubo fábricas paradas y aumentó la demanda de productos que los llevan, que hoy en día son multitud. Ucrania y Rusia son grandes productoras de argón y de neón, materias primas necesarias, lo que agravó la situación. España y Galicia La Universidad de Vigo y la Zona Franca impulsan un proyecto para crear una fábrica en Galicia y el Gobierno quiere potenciar este sector estratégico en España, donde todavía tiene mucho potencial de crecimiento.

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