175 años educando a una ciudad

El IES Lucus Augusti, que podría llenar Lugo con los estudiantes que salieron de sus aulas, repasó su historia de la mano de alumnos y profesores de distintas generaciones. La Xunta retirará en breve los símbolos franquistas del edificio

Los participantes en la charla por el aniversario del IES Lucus Augusti. SEBAS SENANDE
photo_camera Los participantes en la charla por el aniversario del IES Lucus Augusti. SEBAS SENANDE

No es exagerado decir que el IES Lucus Augusti, el Masculino para tantas generaciones, ha educado a una ciudad entera por lo menos. Lo recordó su actual director, Juan Carlos Fernández Naveiro, en este año de aniversario redondo: con los estudiantes que salieron de sus aulas se podría llenar Lugo. Por tanto, la importancia del decano de los centros de secundaria de Galicia y los 175 años que lleva encima justificaban sobradamente una celebración ambiciosa.

El centro reunió en una charla a alumnos y profesores de distintas generaciones para repasar su historia y, en ese mismo foro,  el delegado de la Xunta, Xosé Manuel Balseiro, dio a conocer que la Xunta retirará los últimos símbolos franquistas que quedan en el edificio, incluida la vidriera del águila bajo la que han pasado cada mañana cientos de estudiantes legañosos camino de sus clases.

En un salón de actos abarrotado y lleno de caras conocidas contaron precisamente cómo fueron sus años de estudiantes Xulián Parga, Xosé Ignacio Rodríguez Eguíbar, Henrique Alvarellos y Eva Xanim, todos entre las mismas paredes pero en circunstancias muy diferentes.

Rodríguez Eguíbar, maestro ahora jubilado y que fue gerente del Plan Xacoebo, llegó al instituto en 1955. Recordó cómo hacía todos los días, desde Lamas de Prado donde vivía, el camino solo, ninguno de sus amigos del colegio había seguido estudiando. Eran aquellos tiempos donde muchos niños empezaban la vida laboral a los doce años, como aprendices de algún oficio. Cree que fue el empeño de su madre lo que eligió para él otro destino. 

En su intervención recordó que se trataba de una época "triste, fría" y con clara distancia entre las clases sociales, que se acortó al reunir en una sola aula a los alumnos de quinto y sexto. La diversión también era diferente para unos y otros. "Os do centro iban a guateques. Nós empezábamos no San José das Gándaras e acababámos no San Froilán", dijo repasando todo su ciclo festivo. 

Para el editor Henrique Alvarellos, que estuvo en el instituto del 82 al 86, tres hitos marcaron esa época. La primera, el hecho de ser de las promociones que inauguraron el estudio de Lingua Galega. Recuerda "a extrañeza dos rapaces do centro por escoitar o galego, o idioma que falaban seus avós, nun entorno académico". El segundo fue el recital que hizo Uxío Novoneyra en el salón de actos de sus Elegías", que el joven Alvarellos, que no se separaba de su grabadora, grabó y conservó durante años. Cuando en 2010 Novoneyra fue homenajeado en el Día das Letras Galegas, editó un libro-CD con esa grabación inédita. El tercero fue el rodaje de La vieja música. "Os trinta rapaces da clase fumos extras. Foi a primeira vez que vimos a actrices e actores en persoa. Lembro que por cinco horas de rodaxe nos deran mil pesetas e un bocadillo", apuntó.

La todavía estudiante Eva Xanim pudo ofrecer una doble visión, la de alumna y profesora porque fue docente de Lingua Galega en prácticas en el instituto. Xanim empezó sus estudios en el Lucus Augusti en el 2010 y recordó en su intervención a los profesores que la han guiado en su vida académica, homenajeando su labor. Frente al habitual recuerdo a los alumnos ilustres ella se queda con los docentes de ahora y con lo imprescindible de su función.

El instituto luce desde la mañana una guirnalda de libros y un pupitre y mapas antiguos que sirven como decorado de fotos.

Expedientes brillantes: de Fraga o el ministro Calvo Sotelo hasta el periodista Fernando Ónega

Ya forma parte de la propia tradición de celebrar el cumpleaños del Lucus Augusti recordar la larga lista de alumnos ilustres que pasaron por sus aulas. Algunos de ellos, además, tuvieron expedientes brillantes.

Fue en el instituto lucense donde Manuel Fraga se labró su imagen de portento académico, de hombre de memoria prodigiosa que tenía el país en la cabeza. Fue el mejor alumno de su promoción, un estudiante dedicado del que se contaba que, internado en los Maristas, fue reprendido en varias ocasiones por permanecer despierto de madrugada repasando las lecciones del día siguiente.

También destacaron José Calvo Sotelo, ministro de Hacienda durante la dictadura de Primo de Rivera, y tiempo después, su sobrino Leopoldo Calvo Sotelo, que fue presidente del Gobierno. 

El periodista Fernando Ónega, el catedrático de Derecho Alfonso Bozzo o el notario Alfonso Godoy, el periodista Ánxel Fole y el escritor Uxío Novoneyra también fuguran en ese grupo.

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