"Ya no puedo más con la presión y estoy arrepentida"

La asistenta reconoció que se inventó todo para ocultar que robó un botín de 30.000 euros en el chalé de Augas Férreas

Parte de las joyas recuperadas del robo en Augas Férreas. CNP
photo_camera Parte de las joyas recuperadas del robo en Augas Férreas. CNP

"Ya no puedo más con la presión. Es mentira lo que estoy contando. Me arrepiento mucho, necesitaba dinero y no sé porque llegué a hacer esto. Estoy muy arrepentida". Tras tres horas declarando en comisaría, la asistenta que simuló ser víctima del asalto de dos encapuchados al chalé de Augas Férreas en el que trabajaba se acabó desmoronando y reconociendo que urdió una coartada falsa.

La sustracción perpetrada el 28 de septiembre se resolvió el pasado jueves cuando la asistenta volvió a las dependencias policiales de la Rúa Chantada. Esta vez lo hacía acompañada por el dueño del chalé para el que llevaba una década trabajando.

El motivo en esta ocasión era que supuestamente los dos encapuchados que habían asaltado la vivienda unifamiliar de Augas Férreas, que decía que tenían acento rumano, se le habían vuelto a cruzar en el camino y la estaban utilizando para vender las joyas robadas. Además, en una de esas veces en la que la abordaron, la obligaron a subirse a un coche y abusaron de ella.

Como hace un mes y medio, cuando ocurrió el robo, en esta ocasión su relato volvía a parecer creíble, pese a lo rocambolesco de la historia, dado el estado de nerviosismo que presentaba, propio de una víctima.

El dueño del chalé en el que trabajaba esta empleada de hogar afirmó que es "unha persoa que non quero volver a ver na miña vida"

La empleada del hogar mantuvo su versión ante los investigadores durante tres horas. Hasta que no pudo más, se vino abajo y acabó reconociendo que todo había sido fruto de su imaginación.

Era falsa tanto su versión del día del robo, en la que había asegurado que los dos asaltantes la habían maniatado y causado cortes en los brazos con un cúter para arrancarle el código de la caja fuerte, como la del pasado jueves, cuando relató que la obligaban a vender el botín e incluso la había forzado sexualmente. Los agentes tuvieron que acompaña a la mujer al Hula para que recibiese asistencia sanitaria por la alteración nerviosa que sufría.

Se inventó el segundo episodio de su particular thriller al sentirse acorralada cuando supo que la Policía controla la venta de objetos de valor en los establecimientos de compra/venta de joyas por si alguno tiene procedencia ilícita.

COLABORACIÓN. Tras reconocer su culpabilidad, colaboró con la Policía para recuperar parte del botín, que ascendía a unos 30.000 euros. Así permitió, acompañada de su abogado, registrar su domicilio, en donde aparecieron pertenencias de sus jefes. El resto se encuentra en casas de empeño.

La empleada de hogar, de 54 años, quedó en libertad tras prestar declaración en comisaría ante los agentes del grupo de delitos contra el patrimonio. Está a la espera de comparecer en el juzgado, cuando sea citada, acusada de hurto y simulación de delito.

El que fuera su jefe durante diez años aseguró, tras ver traicionada su confianza, que es "unha persoa que non quero volver a ver na miña vida".