El conflicto por la integración gitana en Lugo se extiende a otro barrio más

El conflicto vecinal por la adjudicación de pisos en la capital lucense a familias de etnia gitana lejos de aplacarse se recrudece. La asociación vecinal de O Castiñeiro, Abella y Pontenovo anunció ayer que iniciará movilizaciones para exigir que se reduzca el número de familias gitanas que habitarán en el nuevo edificio de la calle Aquilino Iglesia Alvariño que está a punto de ser ocupado.

El presidente del colectivo, Constantino Casanova, explicó ayer que, tras tener conocimiento de que, de las 16 nuevas viviendas del barrio, «sete ou oito» irán destinadas a familias gitanas, la preocupación de los vecinos ha ido a más y han decidido salir a la calle para pedir una solución. Los vecinos, que a través de la Federación de Asociacións Veciñais, ya habían mostrado su apoyo al barrio de A Ponte, han decidido dar un paso más porque se sienten «utilizados» tanto por el Concello como por la Consellería de Vivenda, «que non fan outra cousa que pasarse a pelota».

Casanova explica que el vecindario está cansado de que, «cada vez que se constrúen vivendas neste barrio, veñan xitanos» y pide, al igual que hacen los residentes de A Ponte, que se les den pisos en diferentes zonas de la ciudad para evitar el surgimiento de nuevos guetos. Los vecinos de O Castiñeiro alegan que los gitanos que llegaron al barrio hace años están «relativamente integrados» y temen que la llegada de ciudadanos de su etnia empeore la situación. La asociación cree que salir a la calle es la única forma de que se les tome en serio, una opinión que también comparten los vecinos de A Ponte.

El presidente de este colectivo, José Antonio Vázquez, afirmó ayer que los vecinos están muy satisfechos del resultado de la manifestación que realizaron el jueves por el centro de la ciudad, aunque lamentó que sigan sin una respuesta de la Administración «Los políticos deben tener frío, porque ni asoman a la calle», afirmaba ayer, para explicar que ni representantes de Vivenda ni del Concello se pusieron en contacto con los residentes del barrio tras la concurridísima manifestación. La falta de reacción sólo sorprendió en parte, porque los vecinos están seguros de que han dejado clara su fuerza y a las instituciones sólo les queda dar soluciones.

«Algo tendrán que hacer, porque saben que no vamos a parar si esto no se arregla», afirmó. Mientras tanto, el consejo de asociaciones socioculturales de Lugo hizo ayer un llamamiento a la calma y mostró su preocupación por el hecho de que «desperten na sociedade actitudes racistas»

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