Usuarios y trabajadores piden que se renueve y se vigile más la estación de bus de Lugo

No todos son usuarios y trabajadores en la estación de autobuses de Lugo. En sus instalaciones, que son la tarjeta de presentación de la ciudad para muchos foráneos, hay otros dos sectores sociales que pueblan los asientos y las esquinas: se trata de los vagabundos y de los ancianos. Los últimos ofrecen la estampa amable, los primeros son objeto de frecuentes protestas.

La mayoría de los trabajadores de la estación corrobora esta afirmación. Los vagabundos se amontonan en las dársenas o en el interior, normalmente en grupos, y siempre de cara a la noche o cuando hace más frío, en busca de un refugio caliente bajo el que cobijarse.

Según los trabajadores, los vagabundos se arremolinan en grupo a las seis de la mañana, cuando abre la estación, frente a la puerta, para poder entrar en las instalaciones y protegerse del frío.

En algunos casos, los empleados se sienten amenazados por la presencia de los sin techo, que protagonizan frecuentes altercados, aseguran.

«Aquí, todos os problemas que hai provócaos unha panda que está, de día, aí fóra, na praza da Constitución. Entre eles, pelexan e emborráchanse tamén polo miúdo. Polas tardes, veñen para a estación e é cando hai máis conflitividade. Nalgún tempo había tamén prostitutas, pero agora non se ven», comenta un trabajador que obvió dar su nombre para no ser objeto de posibles represalias.

No solo hay inseguridad. Es frecuente también, por otra parte, la presencia de clientes que se marchan sin pagar en la cafetería. Elena García, una de las camareras, manifiesta que, en una ocasión, persiguió a un cliente moroso y, a cambio, fue denunciada por éste en la Policía por agresión.

«Foi unha denuncia falsa pero, por riba de non pagar, meteume nun problema. Eu, moitas veces, xa os vexo vir. En canto os vexo, penso: este vaime meter en problemas e así é», comenta Elena García.

ANCIANOS

Los ancianos se agrupan en corrillos tanto en los asientos como a pie, en busca de charla, de un lugar en el que cobijarse del frío y también de un lugar cómodo para andar. En este caso, no hay conflictividad con los usuarios y los trabajadores. Sin embargo, sí ocupan los escasos asientos de las dársenas y del interior de la estación, utilizando estas instalaciones como un centro social en paralelo.

«Polas tardes, a estación convértese nun asilo porque énchese de vellos. Ademais, tamén hai moita quincallada, que bebe e se mete coas rapazas, e nos servizos, moito ‘mariconeo’. Por iso, hai un garda xurado polas tardes. Pero faría falta que viñese por aquí a Policía, para vixiar máis isto», afirmaba un trabajador de la empresa Freire.

Uno de los jubilados que pasea por la estación de autobuses, Manuel Fernández, no duda en reconocer que, para él y para otros más (que cifra en 80 al día), estas instalaciones son un centro social no reconocido. «Pola tarde, está chea de xente. Teño 84 anos e veño aquí porque non teño outro sitio a onde ir onde haxa calefacción, como non sexa nun bar... Nos centros sociais hai moita xente e non hai sitio, aquí é máis aireado e non se pasa frío. Ás veces vou tamén á biblioteca de Ramón Ferreiro, pero prefiro vir aquí porque paseo. Dou varias voltas por fóra, polas dársenas. Aquí falamos de política e de todo uns xubilados e outros. Deberan poñer uns bancos na parte de arriba para estar sentados. Antes xa había uns sillóns pero a xente tirábase a durmir», señala este jubilado.

INSTALACIONES

Las instalaciones también fueron objeto de crítica por parte de varios trabajadores y usuarios, especialmente por quedarse desfasadas. «A estación está vella e non se repara nada. Os baños arregláronos un pouco e xa se ven mellor pero fallan os ferrollos e agora mesmo non hai ningún que che permita poder pechar por dentro. Despois, claro, hai unha cuadrilla que se mete para dentro da estación e que se pon na porta que dá algo de medo», comenta otra trabajadora, Elisa Castillo.

No todos los empleados coinciden, en cambio, en hacer objeciones al ambiente de la estación de autobuses. Una empleada, que tampoco quiso identificarse, afirma que no suelen producirse problemas, «aunque viene la Policía, pero no es algo notorio», añade. Sí, reconoce, en cambio, que hay una fuerte presencia de jubilados.

El desgaste de las instalaciones se hace evidente. La falta de asientos, especialmente en la parte de arriba, que quedó vacía y de conexión wifi son algunas de las quejas de los usuarios.

«La estación de autobuses de Lugo está igual que cuando tenía 3 años. No evolucionó nada. Es más, quitaron unos asientos que había en la parte de arriba y que resultaban muy cómodos cuando tenías que esperar por el bus para ir a algún sitio. Tampoco hay conexión a internet cuando eso es algo habitual en este tipo de instalaciones», cuenta Leandro López, un usuario.

Las quejas hacia las instalaciones son frecuentes, aunque la gente suele estar muy satisfecha con el servicio que presta el personal que trabaja en la instalación.

Un usuario se quejaba hace unos días de que la terminal es incluso fría. «Es increíble que un día de invierno, a las doce de la mañana haga frío, falte calefacción en la estación de autobuses, que es la puerta de entrada a la ciudad y está al lado de la muralla», señalaba.

La instalación está condenada a la jubilación, ya que está previsto su traslado a la zona de A Estación cuando se haga la intermodal, que agurpará las terminales de tren y autobús. De momento no hay fecha, ni lejana, para el traslado, pues sólo existe un anteproyecto del edificio.

LOS USUARIOS OPINAN
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ELENA GARCÍA, camarera: «Chamamos todos os días á Policía porque hai problemas»

Elena García, camarera en la cafetería Mencía Mencía, afirma que su trabajo es muy conflictivo. Esta joven abre el bar a las seis de la mañana, coincidiendo con la apertura de la estación, y a esa hora se encuentra con un grupo de vagabundos que esperan ya a la puerta. «Vinme ameazada varias veces e, noutros casos, atopas clientes que marchan sen pagar. Hai moito delincuente. Aquí chamamos todos os días á Policía porque sempre está a haber problemas», dice.

MANUEL FERNÁNDEZ, jubilado: «Fago entre 5 e 6 quilómetros diarios por fóra e por dentro» 

Por el pasillo central de la estación, camina un hombre mayor ataviado con corbata. Se apoya en un bastón y no lleva maletas. Es uno de los jubilados que acuden a la estación a pasar el tiempo. «Veño todas as tardes á estación porque hai calefacción, onde estou desde as tres e media ata as oito. Paseo por aquí e falo. Tamén dou varias voltas por fóra, polas dársenas. Fago entre 5 e 6 quilómetros diarios aquí dentro. Xuntarémonos uns 80 xubilados aquí», afirma.

LEANDRO LÓPEZ, usuario: «Debería haber sillones en la parte de arriba y conexión wifi»  

La falta de sillones en la parte superior de la estación es la objeción principal que hace Leandro López a la estación de autobuses de Lugo, a donde acude con frecuencia. «La estación está muy mal, fatal. Debería ser más acogedora. Debería haber un salón en la parte de arriba, como había antes, para que la gente pudiese sentarse y ahora lo que hay es un espacio muerto. También debería haber conexión a internet gratuita, wifi», opina mientras bebe una Coca-Cola.

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