Unos pagamos los destrozos de otros

Algunas de las farolas destrozadas en Abella. (Foto: J.Vázquez)
photo_camera Algunas de las farolas destrozadas en Abella. (Foto: J.Vázquez)

LUGO NO ES ajena a la furia incontrolada de los gamberros. Los ejemplos brotan allá por donde pasemos. De regreso a la rutina aprecié, y no creo que sea una impresión fruto del ya superado estrés postvacacional, que en los últimos meses han proliferado las pintadas, que no grafitis, en fachadas y en portalones de garajes.

Otro ejemplo de esa incontinencia vandálica es el jardín que se encuentra al lado del colegio Casás y frente al futuro centro comercial de Abella. Cuatro de sus doce farolas fueron utilizadas como dianas. Los gamberros no tendrán educación ni civismo, pero puntería sí. Se llevaron por delante cuatro luminarias. Atinaron con unos blancos que están a unos cuatro metros de altura.

Tal vez no sea una cifra llamativa, si se tiene en cuenta las más de 200 destrozadas en el adarve de la muralla romana, que llevan años esperando que se les dé una solución. Pero en el caso de la zona verde anexa a los centros educativos de Casás las luminarias fueron repuestas durante el verano que acabamos de despedir, tras quedar indemne solo una en el anterior ataque de los incívicos.

Los destrozos de unos pocos, los pagamos todos, como indica el lema de la campaña antivandalismo que ha iniciado la Policía Nacional en las redes sociales para concienciar a la ciudadanía, en la que pone precio a cada uno de los elementos del mobiliario urbano que suelen pagar esta ira descontrolada.

¡Vaya precios! El año pasado el Concello de Lugo desembolsó unos 34.000 euros tan solo para compensar los daños ocasionados en los 44 contenedores de basura y las 106 papeleras que fueron pasto de las llamas por la acción irracional de la mano del hombre.

Y casi nos tenemos que contentar porque en el municipio de Lugo hay 13.000 farolas, 3.880 contenedores y 3.000 papeleras que pueden ser objeto de esos ataques iracundos.

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