Unas 500 firmas de Lugo se apoyan en sellos de calidad para competir

Explotación forestal (Foto: AEP)
photo_camera Explotación forestal (Foto: AEP)

Las empresas lucenses están apostando por la calidad para sostener su situación en el mercado. Es un factor que se considera determinante para mejorar su competitividad y los certificados, como las normas internacionales del tipo ISO, son un aval de ese reto. Sólo la Asociación Española de Normalización y Certificación (Aenor), que es la líder del sector, tiene concedidos 557 en la provincia de Lugo a sociedades privadas y entidades públicas.

Pero no sólo hay firmas que buscan esa distinción para los productos elaborados que comercializan o para los servicios que prestan, sino también para las materias primas de las que se abastecen, siempre sin perder de vista la referencia de conservar el entorno natural. Lugo es la provincia gallega con más superficie de bosque certificada en gestión forestal sostenible, casi 40.000 de las 120.000 hectáreas de toda la comunidad.

«Esta certificación es una necesidad para poder operar en el mercado internacional en las mismas condiciones que nuestros competidores», un mercado que « cada vez más demanda» madera con ese sello de calidad. Así lo asegura Ana Oróns, codirectora del Grupo gallego de certificación forestal, que cuenta con más del 12% del total de esa superficie, 14.743 hectáreas. El resto está en manos de la Consellería de Medio Rural y de las grandes papeleras.

Este colectivo, fundado el año pasado, ha puesto en marcha en A Mariña y en Ferrolterra un proyecto pionero que facilita un plan de gestión conjunta a los pequeños propietarios con parcelas de menos de 25 hectáreas -también los tiene específicos para los que superan esa superficie-. En la costa lucense trabaja con 1.807 hectáreas de 844 minifundistas. El 18% de las parcelas sólo tiene unos 1.000 metros cuadrados cada una.

Ese plan, que si da resultado como se espera se aplicará en el resto de la provincia, abarca desde un estudio sobre la situación real del monte hasta la planificación de la ordenación de las parcelas o los trabajos silvícolas y de aprovechamiento, en función de las especies que predominen -en A Mariña son los eucaliptos-.

Ana Oróns dijo que esos pequeños propietarios que se han adherido «se comprometen, entre otras cosas, al cumplimiento de un manual de buenas prácticas y a la adopción de trabajos de conservación y respeto con el medio ambiente».

La codirectora del Grupo gallego de certificación forestal asegura que el objetivo es «compatibilizar los probables beneficios económicos con la riqueza social y medioambiental que nos aportan nuestros montes».

Otro de los certificados relacionados con este sector es el de la cadena de custodia de productos forestales. En la provincia de Lugo están emitidos cerca de 30. Es como un sistema de trazabilidad de la madera desde que se corta en el monte hasta que se transforma.

Arenales

Lugo es también la primera provincia gallega y la cuarta en el ránking nacional, tras Castellón, Alicante y Tarragona, con más playas certificadas por Aenor en gestión ambiental (ISO 14001). Fue una iniciativa de la Diputación.

Este verano, por primera vez, 20 arenales lucenses lucirán esta bandera de calidad, además de que puedan ostentar la enseña azul. Esa distinción la recibieron en la Feria Internacional de Turismo (Fitur), en enero pasado, los cinco ayuntamientos correspondientes.

Son las de A Marosa, Ril y Portelo, en el municipio de Burela; Areoura, Llas, Peizás, As Polas, A Rapadoira, Os Xuncos, Alemáns, Pampillosa y Arealonga, en Foz; Xilloi, Abrela y Areagrande, en O Vicedo; As Catedrais y Os Castro-Illas, en Ribadeo, y Area, Covas y Sacido, en Viveiro.

Entre las utilidades que tiene el cumplimiento de esta norma internacional figuran la correcta gestión de residuos sólidos y su almacenamiento, así como los servicios de limpieza; el control de los vertidos de instalaciones, como establecimientos de hostelería; la disminución de los consumos energéticos y de agua; la vigilancia de las buenas condiciones higiénico-sanitarias y la conservación del medio natural y el control de las emisiones atmosféricas y el ruido.

El director de Aenor en Galicia, Martín Pita, considera que «la destacada posición» de la provincia de Lugo en gestión forestal sostenible, cadena de custodia o playas pone de manifiesto que «las empresas e instituciones públicas han sabido ver en la certificación una eficaz herramienta de mejora de su competitividad, que contribuye a generar confianza».

Martín Pita añade que, entre las ventajas que ofrecen los certificados en general, se encuentran «mejorar procesos, eliminar costes, lograr una mayor implicación de los trabajadores y reforzar la confianza en la organización de las empresas», razones que cree muy interesantes para que las empresas luchen por el sello.

EMAS

  • La ‘pata negra’ de las certificaciones. Galicia es la comunidad autónoma de España con más empresas e instituciones públicas, 282 -28 de ellas en la provincia de Lugo-, distinguidas con el Emas, sistema europeo de gestión ambiental que está considerado como el más exigente en cuanto a requisitos a cumplir.
  • Ventajas. Su concesión no corresponde a una empresa privada sino a la administración pública, en Galicia a la dirección xeral de Calidade e Avaliación Ambiental de la Xunta. Una de las ventajas que ofrecen los EMAS son las facilidades que da para la contratación pública.

CLAVES

Normas muy exigentes, que no son obligatorias, pero dan valor

Los certificados no son obligatorios. Son voluntarios. Pero cada vez son más las grandes compañías o las administraciones públicas que a la hora de contratar proyectos los incluyen entre los requisitos a cumplir por los aspirantes. Se cree incluso que se va camino de que su implantación sea imprescindible.

No son cheques en blanco, sin fecha de caducidad. Cada año el que dispone de un certificado es sometido a una rigurosa auditoría, de varios días de duración, para comprobar que sigue cumpliendo con los requisitos. Si no es así se puede correr el riesgo de perderlo.

No son sólo títulos que se cuelguen en una pared. Esos controles tan estrictos obligan a la firma solicitante, en general, desde no tener cotizaciones sociales u obligaciones fiscales pendientes a que sus empleados estén al día en las revisiones médicas, que las máquinas que utilizan hayan pasado las inspecciones correspondientes en plazo o que para la simple adquisición de material disponga, por una parte, de varias ofertas por escrito de proveedores y, por otra, de documentación justificando por qué se optó por una de ellas.

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