Una pobre tarjeta de presentación

Interior de la estación de autobuses (Foto: J.Vázquez / AEP)
photo_camera Interior de la estación de autobuses (Foto: J.Vázquez / AEP)

Cuando se habla de un lugar, se lo relaciona siempre con su patrimonio histórico y su paisaje y eso es lo que promocionan los anuncios turísticos. Sin embargo, hay un detalle que se suele pasar por alto. Se trata de los puntos a donde llegan los viajeros; en el caso de Lugo, las estaciones de autobuses y de ferrocarril. Tanto una como la otra están bastante abandonadas y esta dejadez la aprecian propios y extraños.

Ayer mismo, un usuario indignado con el estado de la estación de autobuses de Lugo llamaba a este periódico para que hiciésemos un artículo enorme, «que saliese en portada», decía, sobre la «mala» imagen que se da de la ciudad a través de la estación y sobre otro factor a mayores: que ahora no tiene calefacción. Es cierto que, en un edificio con tantas puertas como la estación, se puede estar malgastando calefacción a raudales si se tiene todo el día encendida y los tiempos no están para eso. Pero también es verdad que en un lugar como este, donde hay gente (mucha ya mayor) que pasa un tiempo esperando por el bus, tampoco se debe pasar frío.

Coincido con el lector en que las dos estaciones, que son la tarjeta de presentación de Lugo, dan una pobre imagen de la ciudad. Tanto la de tren como la de autobuses disponen de muy pocas tiendas, pocos asientos y desprenden, además, un aire de soledad y abandono. En el caso de la de buses, además, hubo protestas, en varias ocasiones, por la habitual presencia de mendigos en las instalaciones y también por la inseguridad que rodeaba la zona.

No sé qué opinarán los políticos pero sí es verdad que, si echamos una mirada a nosotros mismos, recordaremos que muchas ciudades que visitamos las relacionamos con los primeros recuerdos que tenemos de ellas y que, en muchos casos, están vinculados al lugar donde nos apeamos o hacemos transbordo para coger otro transporte. No será el caso de la estación de ferrocarril de Lugo, donde cada vez hay menos trenes, pero sí puede ser el de la estación de autobuses, pues no hay que olvidar que bastantes peregrinos utilizan este transporte.

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