Una mujer entre dos aguas

María Dolores Corredoira Lidor (Foto: Xesús Ponte)
photo_camera María Dolores Corredoira Lidor (Foto: Xesús Ponte)

María Dolores Corredoira Lidor es una lucense de Argentina, o una argentina de Lugo, tanto da. Procuradora acostumbrada a vivir en constante transición, ha hecho de la adaptación su mejor recurso y del optimismo, su patria.

DOLOREs no tiene ningún respeto por su nombre. Su tendencia natural es al optimismo y, pese a que a primera vista no lo parezca, al entusiasmo. Su estado natural es «a gusto», y eso que su vida es una constante transición, siempre entre dos aguas, un paradigma de adaptación.

Físicamente, llegó a Lugo hace solo 14 años, pero en realidad llevaba aquí desde que nació. Lo hizo en Argentina -«mi madre decía que por casualidad, como podía haber sido en otro país»-, donde fueron a conocerse su padre y madre, ambos lucenses en la emigración. «Para los que estamos allí hay mucha morriña, yo allí veía el cariño inmenso que la gente sentía hacia su tierra, quizás más que el que se veía de aquí hacia allá. La morriña se transmite. Todo lo que llegaba de aquí les hacía revivir los tiempos que estuvieron aquí. Yo creo que se lleva en la sangre, porque mi sangre es gallega», explica María Dolores Corredoira, todavía con un punto de acento argentino pese a que «al año de estar aquí hablaba por teléfono con gente de allí y ya me decían: ‘Estás hecha una gallega’».

ADAPTACIÓN
«Me gustaría que en verano hiciera verano»

Sin la más mínima dificultad ni personal ni profesional para adaptarse a la ciudad, aún sigue echando de menos una cosa de su Bahía Blanca natal, el calor: «Lo que más me costó fue adaptarme al clima. Allí teníamos verano. Galicia es todo verde, muy bonito, pero me gustaría que en verano hiciese verano, más de calor, que no hubiese que trasladarse a otros lugares de España para tenerlo. Eso me costó, pero lo demás no. No noté ningún rechazo».

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