Una morriña con acento yanqui

Las crisis económicas y las migraciones han viajado de la mano a lo largo de la historia. Fueron muchos los lucenses que, a lo largo del pasado siglo, tuvieron que asir sus maletas para buscar un lugar, al norte de Europa o al otro lado del Atlántico, en el que poder mantener un nivel de vida digno. En la actualidad, tras un periodo en el que fueron muchos los inmigrantes que buscaron refugio en España, la actual crisis económica ha vuelto a poner en marcha la salida de muchos españoles al extranjero.

Sin embargo, el carácter global de la crisis está provocando, al tiempo, que muchos extranjeros encuentren un hueco en el que desarrollar su labor profesional en España, y también en Lugo. Es el caso de algunos norteamericanos que, con el idioma como gran baza, desembarcan en la provincia para trabajar en la docencia.

ACCIÓN DE GRACIAS

Hace solo unos días, algunos de los inmigrantes norteamericanos afincados en Lugo se reunieron para no faltar a la cita con una de las fiestas más emblemáticas de su país, el Día de Acción de Gracias -se celebra el último jueves de noviembre-. Lejos de sus familias, comieron pavo y dieron gracias por todo lo bueno que les sucede. «Damos gracias a tener una casa o una familia unida», comenta la californiana Kelsey Smith. Sus dos compañeras de piso, de origen británico, fueron sus acompañantes durante ese día, que la joven tuvo que pasar lejos de casa. «Es lo que más echo de menos, y no tanto las costumbres», dice. Kelsey, que ejerce como auxiliar de conversación en un colegio de Paradela, asegura haberse adaptado sin problemas a la forma de vida lucense. «Los españoles en general -dice- no solo piensan en el trabajo, como pasa en Estados Unidos, aquí se disfruta más de la vida».

Aunque la tasa de desempleo en su país es menor que en España, comenta que «para los jóvenes resulta muy complicado encontrar un empleo allí». Como sucede en España, «muchos siguen viviendo con sus padres y aprovechan para seguir estudiando o aprender idiomas. En California el español es fundamental para encontrar un empleo, y por eso me decidí a emigrar, y son muchos los que en mi misma situación están buscando una salida profesional lejos de los Estados Unidos», cuenta Kelsey.

En Paradela, los niños a los que imparte clase se interesan «mucho» por sus orígenes y por el idioma, «aunque ellos también me enseñan mucho, e incluso estoy aprendiendo gallego», dice.

CUESTIÓN DE AMOR

La estadounidense Chelsea Ashcraft, también auxiliar de conversación, en este caso en un colegio de Sarria, está «haciendo todo lo posible por recuperar el aprendizaje del gallego. Estudió durante un curso en la Universidade de Santiago de Compostela, se enamoró de Galicia, como ella misma cuenta, y no dudó en aceptar el empleo cuando se lo ofrecieron.

Natural de Roseburg (Oregón) fue «la forma de ser de la gente gallega la que motivó mi migración, más que la crisis económica», comenta, al tiempo que añade que «muchas veces me siento más en casa aquí que en mi propio país, por lo que espero encontrar la manera de quedarme una larga temporada». Reconoce no haber sufrido directamente los efectos de la crisis, pero recomienda a los jóvenes que viajen y vivan en el extranjero: «Te obliga a deshacerte de prejuicios y te ayuda a desarrollarte como individuo». Su interés por conocer otros lugares del mundo la ha llevado a vivir lejos de casa en los últimos fechas señaladas en su cultura como ese Día de Acción de Gracias. En EE.UU. lo celebraba «en familia, como todos», pero es algo a lo que no concede demasiada importancia, ya que no se considera «tan apegada a las tradiciones».

LO IMPORTANTE

Ryan Tarbet, originario de Portland (Oregón), invitó a algunos amigos a su casa para cenar el tradicional pavo. «Es una oportunidad para comer en familia, en este caso con compatriotas, y recordar las cosas más importantes que tenemos en la vida», cuenta.

Este estadounidense llegó a Lugo hace un año «para aprender castellano», y actuar como auxiliar de conversación en un colegio de Castroverde hasta el pasado mes de junio. «La demanda de profesores de inglés ha aumentado en España, y la crisis incluso ha favorecido que la gente se interesa más por otros idiomas», comenta, aunque le parece «extraño» que los jóvenes se vean obligados a abandonar su país «para sobrevivir económicamente. En Estados Unidos no se ve como algo normal», dice.

Explica que allí se recomienda vivir en otros países «para aprender otras lenguas o conocer distintas culturas», cuenta, y reconoce que adaptarse a Galicia le «costó mucho. La forma de ser, el idioma y los horarios son muy distintos, y es difícil adaptarse a la nueva situación». Sin embargo, aunque echa de menos «la cerveza artesanal» que se elabora en Oregón, y «a pesar de la lluvia, he aprendido a querer Lugo y, sobre todo, a su buena gente».

AMABILIDAD A BUEN PRECIO

El neoyorquino Mike Méndez coincide con Ryan al afirmar que «la gente en Lugo es muy amable, y vivir aquí resulta más barato que hacerlo en Barcelona», ciudad en la que estudió unos meses.

A pesar de que en Estados Unidos también se sufre la crisis económica, Mike está convencido de que en su país existen más oportunidades laborales que en España. Sin embargo, también se une a la recomendación para los jóvenes de que busquen empleo en otros países, «para aprender otro idioma, lo que beneficiará su curriculum y, por ello, su futuro».

Lejos de familia y amigos, el Día de Acción de Gracias añoró a unos y otros. «Es un día para estar con la familia y jugar al fútbol americano con los amigos. Además, se come muy bien: pavo, puré de patatas y muchas más cosas», relata recreando la imagen de película de la típica familia americana. A pesar de la morriña, después de solo dos meses en la ciudad -se quedará hasta el próximo verano-, Mike ha encontrado un hueco en la SD Milagrosa de fútbol, y también tiene tiempo, después de enseñar inglés a sus alumnos, para recibir clases de gallego.

UNA NUEVA LENGUA

Su compatriota Katie Phillips, natural de Charleston, en Carolina del Sur, llegó a un colegio de Navia de Suarna para ejercer como maestra de inglés convencida de «defenderme» en castellano, pero al llegar al centro se encontró con una nueva lengua inesperada, el gallego. Pese a todo, se ha adaptado con rapidez y en Lugo ha encontrado «una ciudad bonita y acogedora», y se muestra encantada de ser «una romana más» en cada Arde Lucus. De su adaptación dan también buena muestra su afición al CD Lugo o su participación en el Corre con Nós. «Es bueno involucrarse con la ciudad y sus costumbres», añade.

Katie coincide en que el mayor interés de los jóvenes de su país por emigrar es el de conocer otros idiomas y culturas, más allá de una crisis de la que, cree, «en Estados Unidos se está empezando a salir, al contrario que en España». En su lugar natal «hay más trabajo y abren cada vez más negocios, aunque la mejoría se deja notar muy poco a poco», cuenta.

Celebró el Día de Acción de Gracias con sus «amigos gallegos, para introducirlos también a ellos en mis costumbres», cuenta lamentando tener que haberlo hecho lejos de su familia.

LUCENSE DE NUEVA YORK

A estos casos de jóvenes casi recién llegados se suman otros como el del que fuera entrenador de baloncesto Tim Shea, que llegó a Lugo hace años para integrarse en el CB Breogán y ha formado su propia familia en la ciudad, en cuyo día a día se halla totalmente involucrado. El neoyorquino conoció en Lugo a su actual esposa, con la que tiene una hija.

Aunque su actual trabajo como ojeador de la NBA le obliga a pasar muchos meses en su país natal, «mi casa y las mujeres de mi vida están en Lugo», dice. Echa de menos a la familia que conserva al otro lado del océano o ir a pescar con sus amigos, «pero Lugo, sus paisajes y su comida hacen más llevadera esa añoranza», acaba.

Preparando también la comida para celebrar el Día de Acción de Gracias, quiso recordar sus tradiciones. «En esta fecha, junto a la familia inauguramos el invierno y hacemos planes para la Navidad; disfruto más de esta comida que de la Nochebuena», confiesa.

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