Una imagen blanca, también en la red

Curso sobre redes sociales para desempleados (Foto: Sebas Senande/AEP)
photo_camera Curso sobre redes sociales para desempleados (Foto: Sebas Senande/AEP)

¿Puede alguien que se pasa las noches del fin de semana agarrado a un cubata como si fuera un salvavidas ser un profesional perfectamente capacitado, serio y entregado? Sí, puede. ¿Puede alguien que cuelga en las redes sociales fotos de su entrega al desenfreno nocturno (o diurno) ser un profesional perfectamente capacitado, serio y entregado? Puede, pero esa tendencia a documentar sus salidas hará que muchos entrevistadores lo duden.

Los famosos, especialmente los jóvenes y fundamentalmente de algunas profesiones, pueden sacar rédito profesional de imágenes publicadas en Twitter de un regreso a casa prácticamente a gatas un sábado de madrugada. Lo hizo Kate Moss, de la que publicaron fotos esnifando cocaína. Primero, perdió contratos en vigor, pero acto seguido ganó otros nuevos de empresas atraídas por el don de la ubicuidad que la modelo parecía haber desarrollado después de esa aparente defenestración pública.

Bien, pero lo que funciona para ella, no funciona para otros. Estos son, desde hace años (qué digo años, décadas) tiempos políticamente correctos. Cuántas risas se ha echado mi generación al ver a los protagonistas de Sensación de vivir, esos presuntos adolescentes interpretados por adultos treintañeros, ir a Alcohólicos Anónimos tras beber dos cervezas, literalmente dos. No supimos ver cómo semejante escena inauguraba la realidad que ahora tenemos.

La reputación (real y virtual) cuenta a la hora de optar a un puesto de trabajo. ¿Es eso justo, cuando la reputación, ya se sabe, no tiene por qué reflejar la realidad? No. Pero las fotos de Twitter son públicas y, mientras así sea, la contención se impone.

Sigamos el consejo de alguien con conocimiento de causa. Hemingway recomendaba escribir borracho y corregir sobrio. Para subir fotos a las redes sociales, el mismo estado que para corregir.

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