Una ciudad con estorninos inmunes

Una bandada de estorninos en un parque de Lugo. (Foto: Pepe Álvez)
photo_camera Una bandada de estorninos en un parque de Lugo. (Foto: Pepe Álvez)

Con el otoño arrancó también la campaña de control de estorninos en la capital lucense. Desde hace años, el trabajo lo lleva a cabo Locus Avis y el objetivo es expulsar unas aves que repartidas por la ciudad no supondrían ningún problema pero juntas resultan muy molestas.

El trabajo de la empresa coruñesa es efectivo, ya que miles de estorninos dejan la capital todos los inviernos, pero no concluyente. Hay entre 1.000 y 1.500 pájaros que han hecho suya la ciudad y que son indomables. Ni las imponentes águilas de Harris les asustan.

Son estorninos autóctonos que se diferencian de los que llegan del norte de Europa porque son más grandes y tienen la pluma más negra, y están tan acostumbrados a la luz y al calor de la urbe que ningún método consigue desterrarlos.

Desde septiembre a marzo, dos técnicos de Locus Avis se desplazan a Lugo todas las semanas -al principio, o cuando hay repuntes, todos los días- con sistemas para asustar las aves e impedirles que duerman hasta que, tras varias noches en vela, deciden irse al extrarradio de la ciudad. Los técnicos llegan provistos de reproductores y altavoces con los que emiten una mezcla de sonidos de varias aves, entre ellas, estorninos. Los pájaros creen que hay un depredador y que el líder de la bandada les está avisando y deciden emprender vuelo. Cuando la gran mayoría de las aves se ha marchado y sólo quedan las más resistentes, el personal de Locus Avis saca un águila de Harris, para intentar ahuyentarlos, pero hay un grupo de pájaros tan asentados que el trabajo es inútil.

Tanto un método como el otro hay que usarlos en su justa medida, para evitar que toda la bandada acabe siendo inmune, pero nunca se puede bajar la guardia, sobre todo cuando se producen olas de frío, explica el biólogo de la empresa, Miguel Álvarez. En la primera semana de diciembre, con grandes nevadas en el norte de Europa y fuertes heladas en Galicia, hubo una irrupción y entraron cerca de 30.000 estorninos en la ciudad, a los lugares de siempre.

Después de tres semanas de control, la empresa logró reducir la población del Rosalía de 15.000 a 3.000 ejemplares; la de A Milagrosa, de 9.000 a 2.000, y la de Ramón Ferreiro, de 5.000 a 200. En las inmediaciones del hospital de San José y de la Ronda de Fingoi también se ven pájaros, pero no más de 200, apunta Álvarez.

Comportamiento

Los estorninos son pájaros gregarios, por lo que viven y duermen juntos, para darse calor y para defenderse, por lo que, mientras hay espacio, se posan todos en el mismo árbol. Sus excrementos son el principal problema, ya que el árbol puede llegar a pudrir. Además, dañan el mobiliario y los automóviles aparcados en zonas arboladas. Son frecuentes las quejas ciudadanas por este motivo.

Los estorninos autóctonos son más grandes, tienen la pluma más negra y es más difícil ahuyentarlos

PALOMAS
Pajareras en las azoteas

Locus Avis también se ocupa de controlar la población de palomas de la ciudad, mucho más pequeña. Hace años que dispone de pajareras en azoteas de tres zonas de la ciudad (el casco histórico y el parque Rosalía de Castro) para atraparlas y llevarlas a un palomar de León. Las aves entran esos receptáculos, en los que se les sirve comida y bebida, pero no pueden salir. Una vez a la semana se recogen y se trasladan, explica el biólogo Miguel Álvarez.

El año pasado, la empresa tuvo que actuar también en el barrio de A Milagrosa, donde la población se sobredimensionó porque había gente que daba de comer a las aves.

Pese a ser menos numéricamente que los estorninos, los problemas que causan las palomas son muy serios. Principalmente por la cantidad de excrementos que generan y por las enfermedades que pueden llegar a transmitir.

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