Un santuario del abandono

Los sprays empleados para la realización de pintadas furtivas y los restos de orines en el suelo y en las paredes de piedra son dos factores que contribuyen diariamente al deterioro de la fachada de la catedral de Lugo, blanco habitual del vandalismo nocturno.

Los desperfectos, apreciables a simple vista, evidencian que son muchos los vándalos que han escogido las paredes del monumento como mural para sus firmas o como improvisado excusado durante sus salidas nocturnas.

La catedral lleva años siendo blanco de los grafiteros y en estos momentos presenta un aspecto especialmente degradado en la zona más próxima a la calle Clérigos, un escenario de la marcha nocturna.

Ningún organismo público ha solucionado el problema por el momento, de manera que el monumento lucense, que junto con la muralla romana es uno de los principales reclamos turísticos de la ciudad, luce una lamentable apariencia en pleno Xacobeo y durante la época estival, justo cuando una mayor cantidad de turistas se aproxima a conocer Lugo.

Pero las pintadas no son el único factor que provoca imagen de abandono. Además, las zarzas adheridas a las torres de piedra, a la espera de una limpieza que todavía no ha llegado, contribuyen también a otorgarle al monumento un mal aspecto externo.

En la catedral, un sacerdote indica que los organismos que normalmente se encargaban de las labores de mantenimiento de la catedral «eran Patrimonio e o Xacobeo». Pero este año «non iniciaron ningunha reforma e paralizaron as iniciativas que ían poñer en marcha, coma un museo no interior da catedral que correría a cargo do Xacobeo», indica.

Complicaciones

La limpieza de las pintadas no siempre es tarea sencilla. El Concello encarga habitualmente las labores de reparación a la empresa Urbaser pero la eliminación completa de las firmas impregnadas con spray en las paredes no es viable en todos los casos, ya que, en ciertas ocasiones, la composición de los productos de limpieza empleados es tan corrosiva que se evita su aplicación total para no causar daños más profundos que los que ocasionan los propios vándalos.

Los daños causados por las pintadas en la catedral llaman especialmente la atención, igual que ocurre con el hecho de que una de las esquinas de la basílica sea de facto una letrina de la que sale un hedor que espanta a los viandantes.

Las pintadas, no obstante, afectan a todo el entorno de la calle Clérigos, donde son constantes las quejas de vecinos, que regularmente denuncian los destrozos que sufren. que suponen costes importantes que tienen que sufragar de su bolsillo.

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