Un incendio obliga a derruir una casa en Lugo ante la dificultad para sofocarlo

Los trabajos de extinción de los bomberos. SEBAS SENANDE
photo_camera Los trabajos de extinción de los bomberos. SEBAS SENANDE

Una casa de planta baja de la calle Montirón tuvo que ser derruida por completo ayer ante la imposibilidad de sofocar totalmente el incendio que la asoló durante casi ocho horas. La enorme cantidad de madera, muebles y otros materiales de fácil combustión que había almacenados en el inmueble hicieron imposible su control sólo con agua, pese a los esfuerzos de los bomberos y la gran cantidad de medios desplegados.

Fueron los vecinos de la calle los que dieron el aviso en torno a las 14.30 horas. Las llamas salían del número 159, una casita deshabitada de una sola planta adosada a otra similar que ocupa el número 157 y a un edificio de reciente construcción. Quince minutos después, los bomberos ya estaban allí. Al parecer, el fuego fue provocado a través del tejado, formado por unas placas de pizarra muy deterioradas que dejaban grandes huecos y fácil acceso a las vigas y la techumbre, todo ello de madera, y prendió rápido.

Pese a que se desconoce de manera oficial si el incendio fue intencionado o por un descuido, se da por descontado que estuvo provocado por la acción humana. La casa estaba deshabitada desde hace años y ni siquiera tenía luz, por lo que la opción del cortocirtuito parece descartada.

Los bomberos comenzaron a bombear agua de inmediato e intentaron penetrar en el inmueble para descartar que hubiera alguien dentro. Pero cuando tres de ellos habían accedido a la casa en llamas, parte de la techumbre se desplomó y estuvo a punto de atrapar a uno de ellos. Toda esa madera en llamas fue a caer además sobre varias de las múltiples pilas de maderas apiladas que había.

Según la descripción de los propios bomberos, se trataba de cajas de fruta que habían sido desmontadas tablilla a tablilla y estas apiladas a su vez unas encima de otras en perfecto orden. «Debía de haber más de mil cajas, qué paciencia tuvo que tener quien las apiló», comentaba uno de los bomberos, todavía sorprendido.

Con la techumbre desprendida ejerciendo de barrera para el agua que caía desde arriba, el fuego se reavivaba en cuestión de segundos en cuanto cesaba el chorro. Se bombearon miles y miles de litros durante horas, hasta que el responsable del operativo determinó que no era posible sofocarlo del todo en esas condiciones y decidió que había tirar abajo con una retroexcavadora el armazón de vigas calcinadas para poder atacar con eficacia el foco del incendio. De no hacerlo, se corría el riesgo de que afectara a la casa colindante y además el humo seguiría ennegreciendo la fachada del edificio de nueva construcción que estaba al otro lado.

Sin embargo, aún hubo que esperar más de una hora a que llegara al lugar el técnico de urbanismo municipal y diera el visto bueno a la operación. En torno a las ocho de la tarde llegó la excavadora. Tras echar abajo los restos del armazón del tejado, los bomberos pudieron por fin atacar los rescoldos directamente con las mangueras.

El propietario de la casa decidió por su parte que, aprovechando la presencia de la excavadora, se tirara abajo todo el inmueble y se retiraran los restos para dejar el espacio convertido en un solar y evitar futuros riesgos.

En el operativo participaron, además de las dotaciones de bomberos, otras de la Policía Local y de Protección Civil. Los trabajos finalizaron alrededor de las diez de la noche.

LISTA PARA ARDER
Cajas de fruta para combatir el frío del invierno

La sorpresa que se llevaron los bomberos al encontrase con cientos y cientos de cajas de fruta desmontadas y apiladas recibió explicación por parte de los vecinos. Éstos explicaron que su anterior propietaria, ya fallecida, las recogía regularmente y las guardaba para alimentar la cocina de leña que utilizaba y calentar la casa en invierno.

Pero, además de las cajas de madera, en el interior había muebles, lana, zapatos y todo tipo de objetos susceptibles de arder, además de las vigas y el techo, lo que llevó a algunos de los bomberos a comentar que era la hoguera perfecta para el San Juan, una fiesta de arraigada tradición en el barrio de Montirón.

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